José Luis Chile Gómez, nació en Villa Unión, pero desde pequeño sus padres lo trajeron a Culiacán, se asentaron en el barrio de “La Vaquita”, al poniente de la ciudad. Ahí creció y desde niño jugaba en las calles de su barrio, luego ingresó a las ligas pequeñas hasta llegar a las de Primera fuerza. Su talento lo hizo un jugador efectivo en cualquier posición, pero fue en la segunda base donde mejor se desempeñó. Un día, animado por sus amigos y aficionados, decidió ir a los Estados Unidos, tras apuros y sorteando obstáculos, llegó a los campos de entrenamiento de Los Phillis de Philadelphia. El manager le brindó la oportunidad de participar en los entrenamientos y al término de este ciclo, lo incluyó en aquel equipo que era “el patito feo” de las Grandes Ligas de los Estados Unidos.
Baldomero Melo Almada, originario de Huatabampo Sonora, fue el primer mexicano en llegar a la gran carpa, esto fue en el año de 1933. El Chile Gómez jugó su primer partido el 30 de junio de 1935, así se confirmó como el segundo mexicano en pisar los estadios de las grandes ligas. En aquella primera temporada jugó 67 partidos como titular, pegó 51 hits, se robó dos bases y logró un porcentaje de 230. En su peregrinar por el mejor beisbol del mundo estuvo con Los Senadores de Washington, y su último partido fue contra los legendarios Yanquees de Nueva York. Esto fue un nostálgico 30 de mayo de 1942. Terminó su carrera, siempre exitosa, en la lejana Liga de la Costa del Pacífico en donde llegó a ser manager de Los Venados de Mazatlán; algunos viejos aficionados recuerdan sus enfrentamientos contra los siempre aguerridos Tacuarineros de Culiacán (1940-50).
Oliver Pérez Martínez nació en Culiacán el 15 de agosto de 1981. Desde muy pequeño incursionó en las ligas infantiles de beisbol, destacando por su talento. Su despegue fue cuando llegó al Bachillerato jugando para un equipo de COBAES, tenía 16 años y en el año de 1999 fue firmado por los Leones de Yucatán, sin haber jugado un solo partido, éstos lo vendieron a Los Padres de San Diego a la edad de 17 años, fue entonces que se convirtió en un digno representante de las juventudes sinaloenses. Son muchas las hazañas que confirman a Oliver, como uno de los grandes lanzadores mexicanos que han brillado en el mejor beisbol del mundo. Y por fortuna, como orgulloso culichi, siempre ha estado presto a reforzar a nuestro aguerrido equipo Los Tomateros de Culiacán. Oliver Pérez inició su carrera en Grandes Ligas jugando con Los Padres de San Diego, en 1999; en el 2003 fue contratado por Los Piratas de Pittsburgh, en 2007 por Los Mets de Nueva York, en 2011 por Los Nationals de Washington, en 2012 por Los Marineros de Seatle, en 2013 por Los Diamondbacks de Arizona y en 2015 por los Astros de Houston.
Los peloteros culichis que han incursionado en Las Grandes Ligas de los Estados Unidos son: Oliver Pérez, Julio César Urías, Víctor Álvarez, Javier Arturo López y Arnold León. Todos ellos lanzadores.
La cantera de peloteros en nuestra ciudad es inagotable, a continuación los nombres de los que han incursionado en la pelota profesional: Juan Duarte, Francisco Esparragoza, Manuel López, David Urías, Arturo López, Jorge Castillo, Andrés Iván Meza, Edgar Huerta, Alejandro Ahumada, Oscar Harper, Ricardo Gastélum, Daniel Zepeda, Amílcar Gaxiola, Luis Juárez, Leonardo Germán, Edgar Arredondo, Jorge Vázquez y Oscar Calderón.
Es justo hacer mención que el primer pelotero profesional culichi fue Juan Duarte. En el año de 1939 jugó como parador en corto en la Liga Mexicana; hizo mancuerna con el legendario pelotero de origen veracruzano Beto Ávila. Se ganaron el mote de: La llave perfecta por los espectaculares dobles pleys que realizaban.
Francisco Paquín Estrada, estimo que la afición de Culiacán lo tiene como uno de sus ídolos preferidos. Paquín nació en Navojoa, Sonora el 12 de febrero de 1948. Con los Tomateros jugó como receptor, ha sido uno de los más brillantes en ese puesto, pero donde más satisfacciones ha dado a los culichis, es como manager, chequen: ocho campeonatos de liga y dos en Serie del Caribe. En su historial existe un dato curioso: igual que el inolvidable Héctor Espino, solo jugó un juego en las Grandes Ligas. Pero eso no les quita el mérito de haber ocupado el sitial en El Salón de la Fama.
Culiacán es una ciudad que ama el deporte, cientos son los deportistas que han puesto muy en alto el nombre de nuestra ciudad, pero sin duda, es en el beisbol donde más galardones han logrado. Desde 1890 los campos deportivos han registrado hazañas mil, pero este deporte fue consolidado por dos hombres que amaron el beisbol: Don Antonio Zazueta Villa, el famoso Pachuco Villa y don Enrique Peña Bátiz, ellos formalizaron el equipo “Los Tacuarineros de Culiacán” e hicieron las gestiones para que el estadio del Colegio Civil Rosales —hoy UAS—, fuera la casa del equipo. Allí se dio por primera vez el grito de: ¡Pley bol! Esto fue a las tres de la tarde del 27 octubre de 1945 por el ampáyer Guillermo Stankiwics; fue ante un lleno a reventar en un primer juego entre los Tacuarineros y Los Ostioneros de Guaymas. Aquél primer partido lo ganaron los visitantes, pero eso no desanimó el entusiasmo de los culichis, pues días más adelante derrotaron a sus acérrimos enemigos Los Venados de Mazatlán, ellos llevaron el pato al agua. Un cuarto equipo: Los Naranjeros de Hermosillo, completaban La Liga de la Costa del Pacifico.
Sin duda, quedan muchos personajes por incluir, una disculpa, tiempo y espacio tendremos más adelante.
Hoy se cumplen 137 días del infame asesinato de Javier Valdez Cárdenas; ante la sordera de las autoridades, más fuerte es el grito de los sinaloenses: ¡Justicia, Justicia, Justicia!
*Autor de la novela En el casi ombligo del mundo.