Andrés Villareal, en una de sus últimas colaboraciones para Ríodoce, describe un posible escenario de competencia para el Senado de la República, donde coloca al líder del PAS, Héctor Melesio Cuén Ojeda, como posible candidato en la fórmula del tricolor y tendría bajo su argumento como adversarios a Rubén Rocha por Morena y a Manuel Clouthier, como candidato independiente. Suena bien en términos mediáticos. Sin embargo, la primera lectura es que el PRI no tendría candidato al Senado de la República y las aspiraciones de Gerardo Vargas o Mario Zamora, o cualquier otro u otra priista, tendrían que esperar un mejor momento.
¿Qué gana el PRI llevando como cabeza de fórmula a un no priista en un escenario errático? La respuesta desde el punto estatal es que garantiza una mayoría calificada cómoda para el gobernador, pues contando el PRI con 21 diputados y el PAS con 6, pueden sacar adelante, como sucedió, reformas constitucionales.
Pero me asalta la duda sobre los beneficios que podría traer para el candidato priista presidencial, que es lo que define hoy la política de alianzas. El PRI sigue bajo en las encuestas de intención de voto. Los suspirantes tricolores, incluso José Antonio Meade, se mantienen lejos de López Obrador que lidera la primera posición. La incursión del PAS en las elecciones federales solo tiene como antecedente la postulación de sus “candidatos independientes” a la Cámara de Diputados con resultados nimios. Ninguno de los cuatro postulados pudo siquiera convertir las firmas de apoyo para el registro en votos. Menos obtener un triunfo de mayoría en su distrito.
Claro, se podrá decir que Cuén Ojeda candidato es el que produce los votos pasistas, como sucedió en la pasada elección de gobernador donde alcanzó 267 mil 029, que representó el 26.04 por ciento de la votación emitida, sin embargo, eso no significó que automáticamente los otros candidatos realmente pasistas obtuvieran triunfos de mayoría. En las alcaldías donde esto ocurrió fue con candidatos priistas que de último momento decidieron buscar la postulación en el PAS, pero gobiernan como tricolores.
Entonces, aparecer empujando la candidatura presidencial priista podría suceder lo mismo, que no jale votos o simplemente no esté entre sus prioridades y prefiera apoyar a los propios en estas elecciones concurrentes. Cuén Ojeda acumula negativos, como sucede igual con el PRI. Estos negativos pueden minar la estructura clientelar de ambas formaciones. Existe irritación entre la población y está cantado que al PRI los ciudadanos se la van a cobrar el próximo verano. Al menos en la presidencial. Percibo además que en estas elecciones concurrentes habrá mucho voto diferenciado y esto podría favorecer a unos candidatos en perjuicio de otros.
El escenario de competencia que perfila Andrés Villareal, más el candidato al Senado que podría postular el Frente PAN-PRD-MC que deberá ser competitivo, podría cerrar la competencia entre cuatro. Cuén buscará conservar sus votos de 2016, el PAN recuperar los votos que perdió y que favorecieron principalmente al PAS. Morena, como lo han señalado sus estrategas, tiene como objetivo que se invierta la ecuación y que los candidatos acerquen votos a AMLO y, cómo desdeñar al diputado independiente Manuel Clouthier, quien trae como marca electoral que solo en el distrito 5 obtuvo el 80 por ciento de los votos obtenidos por los cuatro “candidatos independientes” pasistas, lo que de inmediato lo hace competitivo.
Entonces, volviendo a la hipótesis de que el PRI decida sacrificar a sus aspirantes para darle la posición a un externo, que sin duda se puede luego de las reformas de la última asamblea priista, pero sobre todo que en el nivel local el dedo presidencial llega a pesar y mucho, no la tiene ganada automáticamente.
Las elecciones concurrentes del año que viene son inéditas. Nunca antes hubo tantas elecciones el mismo día, serán en 30 estados. Hay variables que será difícil controlar y menos con un electorado errático. Titubeante ante un mercado de siglas y personajes. Eso explica los movimientos que han hecho todos los partidos de última hora. El PRI modificó los estatutos. El PAN promueve el frente electoral. Morena hace una labor de filigrana con el propósito de sumar y aumentar el arco de intención de voto.
Vamos, la lucha por los votos ya empezó con el discurso del miedo del Presidente Peña Nieto y las reacciones del líder de Morena, acusándolo aquel de faccioso. De ensombrecer la investidura presidencial. Y esto seguirá escalando cuando formalmente inicie el proceso electoral federal que esta vez es el 8 de septiembre. Por eso y más, ¿Cuén candidato priista?
