El largo viaje de Rosendo y Victoria

El largo viaje de Rosendo y Victoria

 

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 Tarahumaras sinaloenses, otra vez en el olvido

La mañana del 21 de agosto, los maestros bilingües Rosendo y Victoria dejaron su poblado serrano ubicado en el municipio de Urique en Chihuahua. Ellos son Tarahumaras y desde hace 10 meses, daban clases a niños de esa etnia en la sierra de Sinaloa de Leyva.

Los maestros arriban a Culiacán hasta el martes 22 de agosto. Rosendo llega a las oficinas de la Secretaría de Educación Pública y Cultura (SEPyC) con una sonrisa. Saluda con su celular en la mano. No conocía a su interlocutor, con quien minutos atrás se puso de acuerdo al teléfono, sólo sabía que este llevaba camisa negra.

Rosendo, al ser el menos tímido, es quien saluda. Victoria es un poco más reservada, sólo observa. Ambos coinciden en que una vez vinieron pero que no recuerdan bien a qué oficina los dirigieron, y para esta vez les agendaron una cita con Uladimir Valdez, subsecretario de educación básica del Estado, cuya oficina se encuentra en el ala “Torres Bodet” del edificio Justo Sierra, las nuevas oficinas de SEPyC.

Pues aquí estamos —dicen— queremos ver si nos recibe el Secretario para contarles nuestra situación.

—Yo los acompaño, y si me dejas quisiera contar la historia de ustedes.

—Está bien, aceptan.

La primera escala fue la oficina de Enrique Villa Rivera, titular de SEPyC, pero ahí una de las recepcionistas señala que no los pueden atender, que no es ahí donde pueden arreglar su asunto. Otra de ellas se ofrece a escoltarlos a donde puedan atenderlos. El destino, la oficina de Uladimir Valdez.

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La relatividad del tiempo

Rosendo y Victoria decidieron venir a Culiacán a buscar una reunión con el titular de la SEPyC. Muy temprano en la mañana del lunes 21 de agosto acudieron a la terminal del tren para bajar de la sierra de Chihuahua a Los Mochis, un viaje de 11 horas que se prolongó un poco más debido a un descarrilamiento.

Llegan al mediodía del martes 22 a Culiacán y acuden a su cita. La diputada de Morena, Merary Villegas les agendó una visita con Uladimir Valdez, subsecretario de Educación Básica del Estado, pero tardó más su traslado desde la central de autobuses a las oficinas del funcionario, que éste en “despacharlos”. Apenas 20 minutos y su situación quedó “resuelta”.

Rosendo sale sin su sonrisa. Se encoje de hombros cuando se le pregunta cómo le fue en la entrevista con Uladimir Valdez. El funcionario invirtió 20 minutos para escuchar a un par de peregrinos que ahora tendrán que duplicar el tiempo: regresar a Los Mochis y esperar hasta el viernes por el próximo tren a Chihuahua, para luego ir a su pueblo en lo enconado de la sierra Tarahumara.

Cuando se intentó agendar una entrevista con el funcionario, la respuesta del personal de prensa de SEPyC fue que revisarían la agenda. La entrevista no se concretó.

No. Esa fue la respuesta que se hizo acompañar por 20 minutos de motivos y razones. Si les suben el salario a ellos dos, se lo tendrían que subir a todos los demás. Esa fue la lógica del funcionario, según explican Rosendo y Victoria. No hubo otro tipo de apoyos ni de negociación. Sólo un no de 20 minutos.

Tanto Rosendo como Victoria, además de maestros, fueron directores, conserjes y hasta médicos a veces, de alrededor de 30 niños en Cañada Verde y Cuitaboca, respectivamente, comunidades serranas de Tarahumaras sinaloenses.

Y aun siendo maestros con plaza federal y estando en zona marginada, tanto Rosendo como Victoria reciben un pago menor al de los maestros del Consejo Nacional del Fomento Educativo (Conafe), mucho menos de lo acordado con autoridades de SEPyC, el cual fue de 7 mil pesos quincenales, y además el pago les llega con retraso de varios meses.

Ellos dejaron su comunidad con la promesa de tener mejores ingresos, pero los 2 mil 600 pesos que perciben a la quincena no fue parte del trato. Incluso reciben menos dinero que los maestros Mayos-Yoreme bilingües, quienes además tienen sus escuelas en zonas menos complicadas.

“Sí, me siento triste a la vez, hay que seguir adelante y pues uno piensa en dejar a la familia allá y venirse a trabajar hasta acá. Está algo retirado, son 10, 11 horas de viaje a Los Mochis”, añade Rosendo.

Todo eso es tiempo pasado. Ahora, ambos maestros regresarán a los 2 mil 300 pies sobre el nivel del mar de Urique, municipio enclavado en el suroeste del territorio de la Sierra Tarahumara, que limita al suroeste con Choix.

Y su último esfuerzo por conciliar con las autoridades de la SEPyC para buscar mejores condiciones de trabajo no tuvo eco. La promesa de las autoridades fue de 7 mil pesos quincenales para dejar su tierra y promover su cultura en el vecino estado, pero Rosendo, tratando de sonreír, se lamenta.

“Eso lo comentaron al principio, eso nos dijeron la autoridad, pero en estos momentos creo que eso ya no va a pasar, no nos cumplieron”. En ese momento Rosendo no se había resuelto dejar el esfuerzo de 10 meses en la sierra de Sinaloa de Leyva, lejos de su familia. Luego se despide. En una de las puertas de abordaje de la Central de Autobuses, Rosendo bromea con las probabilidades.

“Ojalá nos veamos pronto”, dice.

Los ojos de Victoria siguen a la expectativa. No hubo éxito pero también se despide de manera atenta. Ella solamente dice un “adiós”. Da la mano, se da la media vuelta y espera por Rosendo, quien añade: “Ojalá te animes a subir (a la sierra)”.

Pero eso es también tiempo pasado, ahora, Rosendo y Victoria regresan con su gente, y los Tarahumaras sinaloenses quedan sin educación bilingüe y otra vez en el olvido.

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