¿Por qué lo mataron?

 

 

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Desconoce familia los móviles del asesinato de Rubén Rodríguez Cruz, electricista de la CFE, y pide castigo a los responsables

 

 

 

“No sabemos si haya sido equivocación o no. No sabemos si irían por él, si haya tenido alguna discusión con estos sicarios en el camino, no sabemos; porque él se fue de aquí, de esta casa salió, y en cinco minutos ya lo habían matado, ahí en Sendero”, asegura Rubén Rodríguez, padre del electricista.

Quienes conocieron a Rubén Rodríguez Cruz, de 38 años, empleado de la Comisión Federal de Electricidad (CFE), lo describen como un hombre muy apegado a su familia y de trabajo y  vocación cristiana.

“Él jamás descuidaba un día de dejar de orar ni por sus amigos ni por su familia, por todo lo que rodeaba a él siempre oraba”, dijo su padre.

Desde el 1 de octubre, aproximadamente a las 14:00 horas, cuando lo asesinaron por la espalda mientras bajaba de su vehículo, en el estacionamiento de Plaza Sendero, ubicada al norte de la ciudad, su familia, conocidos y amigos, se siguen preguntando por qué lo mataron.

El domingo 2 de octubre, en el tianguis de la colonia Benito Juárez, sin lágrimas, pero con reproches, entre la colmena de gente, no faltó quienes comentaban que el asesinato del electricista habría sido una equivocación.

Ríodoce buscó a la familia del finado, para preguntarle si coincidía o no con los comentarios de la gente, pero en medio del dolor y el pasmo que les produjo la muerte de Rubén, los consanguíneos sostienen que no saben el por qué.

El padre del joven, Rubén Rodríguez, jubilado de la CFE, señala que su hijo tenía aproximadamente 18 años de antigüedad en su trabajo, y señala que  “nunca tuvo ninguna discordia, un pleito con sus compañeros, siempre estuvo a la par, hombro con hombro luchando con ellos, en el trabajo, siempre ayudando a quien lo necesitaba. Y lo que más me gustaba de él es que siempre le gustaba estar en los mejores lugares de conocimientos en la empresa. Siempre asistía a los cursos, a torneos divisionales que hacía la empresa y siempre ganaba en los torneos”.

“Esa fue la vida de mi hijo en Comisión Federal, llevarse una vida tranquila, trabajando y haciendo muchas amistades, porque él tenía muchos amigos. Y se mortificaba mucho porque su padre también fuera un soldado de Dios. Siempre quiso que su padre fuera igual que él. Él quería que su padre tuviera el camino abierto para llegar con Dios. Era una mortificación que él siempre tenía. Yo le decía: ‘no te preocupes, todos nos vamos a ir con el Señor, de un modo o de otro, pero nos vamos a ir’, porque él se mortificaba mucho”.

 

—Estaba en el estacionamiento cuando lo mataron…

—Traía un carrito que pues no podían decir que lo mataron porque le iban a quitar el carro. Un carro sencillito de a tiro. Porque él era muy sencillo para todo. No le gustaba andar de ostentoso ni andar de presumido ni diciendo nada. Siempre recto en su manera de ser, con la gente, con su familia. Y pues, la cuestión es que todavía no encontramos nosotros y esperamos algún día encontrar respuesta en Dios, el por qué pasó. El por qué lo mataron.

 

—¿Usted tiene alguna hipótesis de por qué mataron a su hijo?

—No sabemos. Lo que yo le puedo decir es que si hubo algún incidente o él tuvo alguna discusión, nosotros no lo sabemos. Porque él iba solo en su carro. Y yo no digo que mi hijo haya sido un santo, no lo digo. Era un ser humano. Muy buen ser humano, eso sí. De lo que sí estoy seguro es que mi hijo jamás buscaría algo para que lo mataran.

 

—¿Qué es buscar algo?

—Que él buscara algo: andar en drogas, andar con mujeres ajenas, simple y sencillamente andar con otra mujer. Porque mi hijo jamás en la vida hizo eso. Yo lo puedo asegurar, como dice el dicho, metiendo las manos al fuego por él. Por él sí meto las manos al fuego, porque todo el tiempo que yo lo conocí, desde que era mi niño, hasta que él ya estaba casado, siempre tuvimos una comunicación totalmente abierta, yo no le ocultaba nada ni él me ocultaba nada.

 

—Era un hombre de familia…

—Sí,  era un hombre de familia, era un hombre que adoraba a sus padres, a su esposa y sus hijos, a Dios. No entendemos nosotros, la verdad, como le digo, eso que yo le dije de la conjetura de que pudo haber tenido alguna discusión con algún sicario de esos, no lo sé, yo no lo puedo asegurar, pero puede  que esté dentro de una hipótesis. Porque esa gente nada más espera que uno los mire, para poderte matar. En cuanto tú los mires, si no les caes te van a matar. Yo le decía: hijo ni voltees a ver a esa gente. Tú si ves algo, voltéate para otro lado. Si te asaltan, entrega todo, hijo, no te resistas, porque te van a matar.

 

“La mera verdad, en mi corazón yo no guardo rencor para las personas que hicieron esto. Yo lo que quisiera es que Dios los perdonara y los quitara del mal camino, porque no quiero que sigan matando gente”.

 

—Usted quiere justicia, no venganza…

—Nosotros no conocemos mucho de Dios, porque hemos sido muy flojos, la verdad. Pero sí conocemos, no al grado de lo que él conocía. Y sabemos que para Dios no sería bueno que nosotros anduviéramos buscando una venganza.

No sería bueno, porque Él dice que él es el que va cobrar. Nosotros no tenemos qué cobrar. Y esperamos que la justicia se haga por parte de las autoridades y la justicia la haga también nuestro señor Dios.

 

Dijo que les pide a las autoridades que este crimen no quede impune y señaló que la sociedad está al borde del precipicio, ante tantos problemas como la corrupción.

“Estamos al borde del precipicio, se puede decir, por tanta impunidad y tanta corrupción que hay en las autoridades. Lo único que les pido es que hagan su trabajo y lo hagan bien. Y que si no hacen su trabajo, que Dios les cobre también a las autoridades. Porque Dios sabe que las autoridades están para hacer justicia”.

 

 

 

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