La rapiña policial

Operativo habal (6)

 

Robos y agresiones a la población deja la “espulgada” en El Habal; ¡Ni una rayita para abajo!, dice Chuytoño

No había transcurrido una semana de que el gobernador del estado, Mario López Valdez, había enviado a Jesús Antonio Aguilar Iñiguez, director de la Policía Ministerial del Estado (PME), a “espulgar y limpiar” Mazatlán, cuando pobladores de la sindicatura de El Habal acusaron a los policías estatales de cometer cateos ilegales, robos y despojos de sus pertenencias de sus casas.

 

Según los habitantes del pueblo, los policías llegaron como a las 9:00 horas del martes pasado, y se marcharon alrededor de las 16:00 horas, dejando una estela de coraje e indignación a su paso, por las supuestas tropelías cometidas.

 

Los afectados relatan los desmanes perpetrados por las policías estatales, al mando del comandante Aguilar Íñiguez: “Se metieron a la casa y sacaron unas cosas, se comieron yogures, se comieron las galletas, se comieron todo, se llevaron hasta una parte de dinero.

 

“Pero como la señora trabaja ahí con un señor que es politicón, por ese lado pudieron recuperar las cosas, de hecho ayer (miércoles 10) se las trajeron, ellos mismos, nomás los yogures y las galletas las perdieron”, sostiene.

 

Y agregan: “Pero las demás cosas sí las recuperó: planchas, licuadoras, teles, discos… porque cuando llegaron lo que alcanzaban a agarrar se llevaban”.

 

Otros habitantes aseguran que los policías se llevaron lo mismo una motocicleta que una camioneta, bajo la presunta sospecha de que habrían sido robadas.

 

El dinero

 

En una casa “cateada” por la PME, cercana a la parroquia, una señora denuncia que le robaron 2 mil 700 pesos que tenía para pagar la deuda de la tienda de abarrotes donde le fían la despensa, y para comprar la leche de su hijo recién nacido, pero que los policías no la dejaron sin ningún cinco para saldar las deudas.

 

“Se llevaron 2 mil 700 pesos que tenía debajo de la almohada, era para pagar la tienda, aparte que a mi esposo tengo que operarlo, se llevaron el dinero también”, acusa.

 

“Es un abuso eso que están haciendo, se supone que es el Gobierno, ¿por qué viene a robar? Son abusivos los cabrones; el Gobierno es para que nos cuide no para que nos robe, para que venga a atrasarnos”, denuncia.

 

—¿Qué buscaban los policías? —se le pregunta a la afectada.

—Querían las llaves, venían a exigir las llaves de la camioneta. Yo tenía las llaves, nomás que yo ayer salí a Mazatlán, porque ando en vueltas con mi esposo que me lo van a operar de una hernia que tiene en el estómago. Se cayó de la moto. Le dijeron que tenía un balazo. Mientes que tiene balazo, las pruebas aquí están. Se las enseñó él. ¿Sabe qué hicieron? Las agarraron y les dieron “jonda” para la calle. Eso no se hace, mi esposo no se podía levantar a abrir la puerta, él estaba acostado, llegaron y lo agarraron y lo aventaron a la cuna entre dos.

 

La señora muestra las radiografías de la fractura de la pierna de su esposo, como prueba de que el balazo que argumenta la policía es falso.

 

—Está fracturado. Decían que era balazo. No es balazo. Él trabaja en el campo. De hecho se cayó de la moto, y les dijo: si pudiera caminar yo los llevaba allá donde me estrellé. Estaban tercos que querían que les entregara las llaves. Las llaves yo me las llevé.

 

—¿Aparte de ustedes hay otra gente afectada?

—Hay mucha gente aquí, de hecho yo tengo un primo hermano que le robaron dinero. El niño está malo, nació malito, le robaron su dinero, la televisión no se la entregaron.

 

—¿Qué argumentaron para llevarse la camioneta de aquí?

—Que porque no tenía placas. Están en trámites los papeles. Necesitamos 5 mil pesos para sacarlos, mi papá no se encuentra aquí porque él trabaja, es carbonero. No me quieren fiar ni en la tienda, porque no tuve dinero para pagar. Tengo cinco niños. Y la señora del abarrote no me cree, ha de decir que me chingué el dinero. Mienten. Esa gente que vino ayer, esa gente se lo llevó.

 

—¿Y cuántas camionetas de policías eran?

—Pues ellos como unos veinte, los hijos de la chingada. Serían como ocho patrullas.

 

—¿Qué le han dicho de la camioneta?

—No, no me han dicho nada a mí. No he tenido dinero para ir a reclamar a Mazatlán, pues me dejaron sin un cinco. Ni para el camión, ni para la leche de la criatura, estoy recién parida. Mi marido está acostado allá, en aquél cuarto, mire, vaya para que lo vea, lo agarraron de las patas, y le dieron ‘manta colina’ y lo aventaron a la cuna que está ahí, más me lo atrasaron.

 

“Traes el dedo bien puesto”

 

En la habitación contigua, un hombre de 32 años y de oficio carbonero, está acostado en una cama recuperándose de la fractura de su pierna a causa de un accidente en su motocicleta.

 

—¿Qué fue lo que pasó?—se le pregunta.

—Llegaron y me tumbaron la puerta. Me aventaron un patadón. Llegaron procurándome las llaves de la camioneta que estaba aquí enseguida. Que era mía, que yo traía el dedo bien puesto, dijeron. Que la camioneta era mía. Yo dándole explicaciones. “A la verga”, decían. Me agarraron de las patas y de las manos, me aventaron para allá: “vete a chingar a tu madre, traes el dedo bien puesto, me dijeron, te vamos a matar, a chingar a tu madre”, me dijeron.

 

“Les dije, eh, el dinero, no me contestaron ellos nada, un chaparrillo malditillo, me dijo: ´oyes traes el dedo bien puesto, quiero que me digas toda la verdad´. Qué verdad quiere que le diga, cómo quiere que yo me mueva a abrirles la puerta. ¿No me estás viendo?´Me vale madre, páralo al hijo de su puta madre´, dijeron. ¿No me estás viendo cómo estoy?, pues me agarraron y me aventaron”.

 

“Me querían matar. Mátenme a la verga, les dije, yo no me puedo defender ahorita, pero no hay pedo. Mátenme a chingar a su madre, les dije. “Qué tú sabes dónde está tu cuñado, que la verga, dile a tu cuñado que lo vamos a matar a su puta madre, me dijo”. Pues ya tengo rato que no lo veo, como dos años y feria, nime interesa la vida de él, cada quien su vida, le digo. Yo mi vida, y él su rollo, su rollo es de ellos. Me preguntaron que de qué trabajaba.

 

—¿Qué les dijo?

—Yo le dije que estaba trabajando de carbonero, en el carbón, pues, en el monte. Me preguntaron que si me habían dado un balazo en la pata. Les dije que me había caído de la moto aquí en el aljibe, por andar de loco en la moto yo me caí.

 

—¿Cuántos días tiene con su pierna fracturada?

—Como unos cinco días…no fue balazo, éstos llegaron emputados que porque yo estaba balaceado. Mientes, porque yo no estoy balaceado, yo les dije que me había caído de la moto por andar haciendo quemar llanta.

 

—¿A qué horas llegaron los policías?

—Como a la nueve y media o diez de la mañana. Es que no deben de llegar así, para que llegan así, si la camioneta no es mía ni me interesa nada de la camioneta. Es de mi suegro, y yo dándoles explicaciones en buena onda, pero éstos no. Tercos que les dijera la verdad, hasta el dinero que tenía bajo la almohada me quitaron.

 

—¿No tiene pensado interponer una denuncia?

—Para qué quiero, no sé si sean ministeriales o serán malandros los que me llegaron. Decía Policía Ministerial, pero yo no sé si sean malandros. Después de que me aventaron, me encerraron la puerta y fueron y quebraron los vidrios de la camioneta.

 

—¿Y nada más preguntaron por el cuñado de usted?

—Por el cuñado mío, que quería que dijera que dónde estaba, y le dije que no,que yo tenía rato que no lo veo.Lo que queremos es que nos regresen el dinero, es todo lo que queremos. Si fueran Ministeriales o Ministerio Público, no deberían llegar golpeando a uno. Yo les pedí la orden de cateo. ¿A ver la orden que traen? Se negaron, por eso me pegaron, porque yo les dije, voy a demandarlos a los Derechos Humanos, les dije. Porque no deben ustedes de abusar…“cállese hijo de tu puta madre, porque te vamos a poner la pistola y encañonar”…mátame de una vez, en vez de estar batallando, me estás lastimando la puta pata, mátame de una vez.

 

“Que ponga denuncia”: Chuytoño

 

Ante las denuncias de los habaleños, Ríodoce entrevistó vía telefónica al titular de la PME, y negó categóricamente las acusaciones.

 

“No, no, no nos hemos metido a ninguna casa”, dijo el jefe policial.

 

—Tenemos muchos testimonios, comandante…

—Bueno, por eso te estoy diciendo, si hay gente aludida que ponga denuncia y eso se va a castigar. Muchos están diciendo muchas cosas que no son, porquehan sido amenazados por esos mismos delincuentes, para que digan cosas que no son. ¿Por qué no denuncian? Vayan y denuncien. Pero ahí están los carros, eh, no los inventé yo. Ahí están los registros en Guadalajara, que se trajeron más de seis vehículos robados de allá, y fueron puestos a disposición de la autoridad. Otro de Culiacán y otro que trae placas sobrepuestas, y trae doble fondo electrónico para esconder cosas ilegales, dos vehículos de esos.

 

—“Clavos” que les llaman…

—Ándele, ándele, ya fueron puestos ante la autoridad competente también. Es lo que estamos haciendo nosotros nada más. Si tú checas, desde ese día para acá, Mazatlán ha estado tranquilo. Y así va a seguir. Nosotros vamos a estar permanentemente investigando como nos marca la ley, lo que tenemos que hacer para poner orden.

 

—¿Quiénes son los comandantes que se trajo a Mazatlán?

—No, son varios comandantes, y no te voy a dar los nombres. No tengo por qué. Son comandantes de la Policía Ministerial. Y no vamos a dar ningún nombre de nada. Seguimos trabajando, ¿por qué?, porque también ellos tienen familia y son ciudadanos. Y ellos están cumpliendo con su deber, ¿para arriesgarlos con ese tipo de delincuentes, cobardes? Cobardes, porque hacen muchas cosas engañando a la ciudadanía. Eso no lo vamos a permitir. ¡Ni una rayita para abajo! El ataque contra los delincuentes va a ser contundente. Eso sí te lo voy a decir. Conforme a derecho, eh, conforme a derecho.

 

—¿ Y se ha puesto algún plazo, comandante, para “limpiar” Mazatlán, como dijo el gobernador?

—No, no, mira, que no se malinterprete. Que no se malinterprete tampoco. Estamos trabajando, estamos haciendo las cosas, nosotros somos policías, no somos delincuentes. Nosotros estamos haciendo las cosas conforme a la ley, conforme a derecho. El señor gobernador a lo que se refiere: “limpiar” es detener a todo aquél que ande fuera de la ley cometiendo delitos. Y esa gente que avienta la piedra y esconde la mano, porque así le ha funcionado. Y ahorita, yo considero, o están más arriba de la sierra o ya se salieron del estado. Pero nosotros vamos a seguir con la carpeta de investigación, vamos a seguir aportando más elementos en la investigación…inclusive, uno de ellos, ya tiene orden de aprehensión ahorita.

 

—¿Nos puede dar el nombre?

—Se detuvo a esa persona con armas y con un vehículo robado de Guadalajara. Pero como tenemos nuevo sistema de justicia penal… y en menos de 72 horas, ya estaba en libertad, porque así era el beneficio que le otorga la ley. Con armas exclusivas del Ejército: dos AK—47, dos AR—15. Bastantes cargadores, bastantes cartuchos y una manta robada de Jalisco. Salió, tenía audiencia, para el miércoles, hace ocho días, a las seis de la tarde y ya no se presentó. Entonces, inmediatamente, ya el Juez giró la orden de aprehensión federal. Y ese es sospechoso también de haber participado en ese homicidio de esos dos jóvenes (las personas que murieron incineradas en Mazatlán).

 

Miedo a la policía

 

Entrevistado por Ríodoce, el síndico de El Habal, José Luis Magaña, relata:

 

“Llegaron muy temprano, el martes, como desde las nueve de la mañana y sefueron como a las cuatro de la tarde, eran patrullas de la Policía estatal y creo que andaban como unas seis, y de la Ministerial otras tantas.

 

“La gente no se niega que lo hagan, pero el operativo que lo hagan bien, pues, si vienen a revisar que te detengan, que te pidan tu credencial de elector, que te digan dónde trabajas, dónde, todo; y aquí hay unos ranchitos chicos, que han entrado, les han tumbado puertas y les han robado las cosas”, comenta.

 

—¿La misma policía?

-La misma policía. Unas personas de aquí fueron a reclamar, y de hecho han estado haciendo, por lo mismo pues; aquí está una persona adulta mayor, que el señor Peña Nieto, en una oportunidad les mandó regalar televisiones y de hecho se la robaron, pues, la televisión se la llevaron. El señor es un adulto mayor, vive solo. No tiene nada qué ver, o sea, es una persona muy humilde, y se llevaron su televisión.

 

—¿Es el mismo señor que le tumbaron el lavadero y violaron la chapa de su puerta?

—Ah, sí, el lavadero, también se lo llevaron, el lavadero del señor no vale cien pesos. El lavadero estaba quebrado de una esquina y se lo llevaron. Hubo quejas de la gente y regresaron algunas cosas.

 

—¿No ha hablado con alguna autoridad, para preguntar qué buscaban?

—Ese día que vinieron, yo me presenté con ellos, porque nosotros tenemos una tiendita, pues, ahí en la Prepa. Y ya llegó una persona del Ministerio Público, de la Ministerial y se enfoca a la puerta de la escuela. Pero la puerta de la escuela está cerrada en el día. Y me dice fuertemente: “amigo, venga”. Yo voy y le digo: “qué se le ofrece señor”. Dice: ¿por qué hay tantos carros aquí? Porque aquí es una escuela y hay cursos. No, si no entran a la escuela, la contestación que me da, todavía no hay clases me dice. No, sí, le dije si gusta aquí está la directora, Norma Ríos se llama, si gusta voy y le hablo. Para que ella le explique más bien. Y acá qué está, me dice, en la tienda. No, la tiendita la tenemos nosotros, yo trabajo ahí, yo soy el síndico municipal. Y el señor se mete al carro y habla gua, gua, gua, quién sabe qué diría en clave. Y ya, dice ah, bueno, muchas gracias. Y ya se retiró. Ya al rato, acabamos ahí, como son cursos, cerramos temprano, a las once, ya nos fuimos para la casa en la camioneta. Ya cuando me voy, pum, llegan para la casa, detrás de mí, el helicóptero, como si fuera un delincuente.

 

—¿Después de eso de lo que platicó?

—Sí, después de eso, yo salgo en la camioneta y ya me voy a mi casa. Como a los cinco minutos, me meto a mi casa y estoy viendo una película. Y ya me dice el hijo mío: apá aquí te buscan. Pero para entonces ya estaban en el patio.

 

—¿En el patio de su casa?

—En la casa mía. O sea, aunque esté bardeado, pero como no he tenido dinero para ponerle la protección no deben de meterse, pues, o sea si a mí me piden un permiso de boca a boca, y me dicen: “señor síndico, ¿podemos revisarle su casa?”. A la orden señor métanse, ¿por qué no?, pero métanse dos, para yo andarlos checando. Andarlos checando, que revisen lo que tengan que revisar. Porque uno no tiene contra nada ni nada, o sea no tenemos ni un tirador (resortera). Y ya salí, me volví a identificar y se retiraron. Y yo me metí a la casa.

 

—¿La gente ha venido a denunciar?

—Denuncias de la gente las han hecho allá (en Mazatlán), pero aquí conmigo no han venido en cuestiones de que aquí estamos hasta las dos o tres de la tarde. Pero dicen que también en El Recreo, nos pertenece El Recreo a nosotros, que han hecho daños ahí, en El Potrero de Carrasco también.

 

 

—¿Qué es lo que buscan las Policías?

—Pues, a nosotros no nos han dicho qué es lo que buscan.

 

—¿Pero no preguntan por alguien?

—No preguntan, aquí con nosotros no preguntan por nadie. Revisiones que vienen y hacen, porque a un muchacho…la verdad, la verdad, sí llegaron muy alterados, porque la gente, de hecho, ya los ve venir y hasta miedo les da. Siendo que es un Gobierno que no te debe dar miedo el verlos, al contrario: “señores buenas tardes, buenos días. Señores les vamos a hacer la revisión, venimos de la Policía Ministerial, ¿qué les parece?”, adelante jefe.

 

Los frutos de Chuytoño

 

De acuerdo a información oficial, desde que el comandante Jesús Antonio Aguilar Íñiguez se trasladó a Mazatlán para darle una “espulgadita” a ese municipio, se han asegurado diez vehículos robados, tanto en Sinaloa como en Jalisco, “gracias al uso de tecnología de vanguardia, sistemas de intercepción, estrategias de inteligencia e investigación de campo”.

 

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