Buscando alguna idea, metáfora o imagen para caracterizar las elecciones de Sinaloa 2016, no encontré otra mejor que una contenida en el Cementerio de Praga, una de las últimas novelas de Umberto Eco, en la que se dice de su trama y personajes QUE NADA ES LO QUE PARECE Y NADIE ES LO QUE DICE SER.
Igual descripción merece la situación de partidos y candidatos, y la trama misma de nuestra particular novela político-electoral, en la que nadie está en su sitio y los roles de los partidos parecen haberse asignado con evidentes motivaciones de ofrecernos una tragicomedia.
La elección de este año tiene un equívoco de fondo, fruto de de la contienda de 2010 y sus resultados: aparenta ser un proceso en el que el PRI, a la sazón derrotado en aquella coyuntura, busca recuperar el poder estatal y los triunfadores de entonces preservar el poder.
En los hechos, el PRI nunca se fue del poder, y la oposición nunca llegó. El malovismo fue una especie y variante de gobierno priista ejercido a nombre de las oposiciones; o, para decirlo parodiando a un clásico, podemos afirmar que también fue la prolongación del priismo por otros medios, en este caso, de sus opositores. Los grandes derrotados del 2010, cuyas facturas aún pagan, son los que celebraron aquella alternancia que no fue. Así empezó la intervención de Martín Luque Rojas, en el panel organizado por el Colegio de Estudios Políticos y Electorales de Sinaloa, cuyo presidente es el doctor Octaviano Moya.
La contienda electoral se vive como una comedia de equivocaciones: la oposición formal es el PRI, que está en el poder por medios espurios; los partidos gobernantes, en los hechos excluidos del poder real, por su parte, se esfuerzan por ser, ahora sí, oposiciones marcadamente críticas al gobierno que se ejerce en su nombre. Más surrealista no puede ser nuestra realidad política actual.
En mi intervención expreso que la participación electoral lograda en la elección a gobernador del 2010, que fue de un 58.3 por ciento, ya no se tendría en el 2016, y que sería alrededor de un 50 por ciento.
Expresé que la fortaleza de Quirino Ordaz Coppel, candidato del PRI, se debe a las finanzas de la Presidencia de la República, del Gobierno del Estado y de la mayoría de los municipios de Sinaloa. Además de la debilidad de la oposición, quienes participan en forma separada. El no haber formado un frente opositor y presentarse por separado, es lo que fortalece al candidato del PRI.
El verdadero problema en estos momentos es saber cuál de los partidos políticos ocupará el segundo lugar, el PAN o el PAS. El resto de los partidos participantes tendrán que hacer un gran esfuerzo para no perder su registro electoral: PRD, PT, Movimiento Ciudadano, Morena y PES.
El doctor Francisco Frías Castro ha sabido jugar el papel de independiente y de opositor. No asistió a la mesa de distensión convocada por el Gobernador del Estado, cuestiona la política del Gobernador e intenta que esta elección sea atraída por el INE. Su falta de estructura y de recursos económicos lo colocará en un cuarto lugar.
Mencioné que el PAS es un partido que ya ganó, pues saldrá con una presencia estatal fortalecida, con cuatro o cinco diputados locales, alrededor de 40 regidores y con la presidencia municipal de Cosalá y Angostura.
La estrategia del voto útil que está implementando el PAN, parece que no le está dando resultado, el voto corporativo del PAS no se mueve, y todo indica que llegará hasta el fin.
Paul Kennedy en su libro Auge y Caída de los Grandes Imperios, nos dice que las guerras las ganan aquellos países o coaliciones de países que tienen más recursos económicos y materiales. Y en esta elección a quien le sobran recursos económicos y materiales es al PRI.
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