Tema enterrado

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Desaparecidos, otro problema que el gobierno estatal oculta y los candidatos ignoran
A ninguno de los candidatos a gobernador de Sinaloa le interesa el tema de los desaparecidos. Para el tricolor, blanquiazul, amarillo, café, naranja, turquesa, el universitario o el independiente, el caso de desaparecidos es un tabú. Ellos viven en una burbuja de oropel, en un mundo de fantasía, donde sólo importa la campaña, ganar, arrasar, a costo de lo que sea, resume la líder de las Rastreadoras, Mirna Nereyda Medina Quiñónez.
Ella escarba, sacude matorrales, absorbe el hedor de la carne putrefacta, de cueros quemados, se hunde en el fango podrido del estero de Juan José Ríos, en busca de los más de 211 personas desaparecidas, cuyos expedientes ellas aún integran.
Afirma que en lo que va de la campaña para gobernador, nadie las ha buscado para reunirse y conocer sus inquietudes de legislación o de apoyo.
Para ellas, lo más importante es que el ejecutivo cumpla con su papel y apruebe, ejecute y asigne recursos para la Ley de Desapariciones Forzadas, tema que el Senado ya aprobó, aunque con insuficientes modificaciones.
“Eso es lo más importante para nosotras, tener una ley de rango constitucional, certeza jurídica a lo que se hace sin ton ni son, aunque tengamos ya un método”.
Medina Quiñónez dijo que el desinterés de los candidatos a gobernador de Sinaloa les da mayor combustible para seguir en su lucha de tener la ley de desapariciones forzadas, pues ante la adversidad, las madres con sangre derramada aumentan su grandeza.
“Y ningún político, que pretende ocultar las desaparición de personas como delito, o que aparente no conocer del tema nos podrá bajar el ánimo, porque para nosotras lo más importante es encontrar a nuestra familia ausente, porque no hay descanso hasta encontrarlos y, más aún, todavía localizados seguiremos en la lucha pues recuperarlos ya no es suficiente, porque no tenemos uno, no tenemos dos ausentes, ni tenemos 43, sino más de 200 personas ausentes sólo en el norte de Sinaloa, y con mayor énfasis en Ahome, en Los Mochis, en el Fuerte”.
Ella, habla, guía a sus compañeras; “hermanas”, las califica, y al tiempo aclara, “porque padecemos en mismo dolor, unas desde hace tiempo, otras, hará un año, y las más pequeñas, apenas con semanas o días, pero todas con el mismo dolor, la ausencia de un familiar”.
No se detiene. Parece un tractor. Empuña un palo de escoba con punta, que hunde en el fango, que desentierra calzones, boxers, brasieres, pantalones, blusas, playeras, camisas, y que observan buscando lo que nadie sabe, y que ellas tampoco pueden explicar.
Aseguró que a ellas se les ve como problema y no como electores.
“Para los políticos no existimos, y eso duele, pero no lastima lo suficiente como para suspender las búsquedas, ni tampoco esa ignorancia motiva disminuir a lucha, porque gracias a Días y a la difusión de los casos, el apoyo va en aumento. Si los políticos locales no nos atienden, los políticos nacionales sí, y los internacionales también”.
Y advierte:
“Cuando medios extranjeros o nacionales nos preguntan sobre los políticos locales y del respaldo o rechazo al movimiento siempre sale a relucir la ignorancia de éstos al caso de desapariciones, la terquedad de querer ocultar un caso de violencia que atenta contra la integridad de las personas, de sepultar doblemente un dolor inaguantable. Todo esa negatividad política sale siempre a relucir”, comenta.
Nereyda Quiñónez no teme a que su caso se politice:
“Sabemos que cuando los asuntos se politizan, ya valió churro todo, pero aun así nosotros nos vamos a reunir con cualquier político que nos apoye, que nos ofrezca empujar, sacar adelante, aprobar y ejecutar la ley de desapariciones forzadas. No importa su origen, color, partido, creencia, preferencia, ni nada, pero hasta ahora, para nadie existimos”.
Ellas tampoco han buscado ese acercamiento, pues asegura, que teme a que se les estigmatice, como ya sucedió en Ahome en donde un reportero motivó un rumor falso al aire.
“Nos hemos reunido con dos candidatos a alcalde de Ahome, y uno nos ofreció el apoyo de sus futuro gobierno; el otro también, pero además nos dio hieleras, termos y combustible, que tanta falta nos hace; dos aspirantes a diputados locales también nos llamaron y solo ofrecieron respaldo en caso de ganar las elecciones; en el Fuerte, un candidato sólo nos respaldó de palabra. Y es todo. Te digo, para los políticos nosotras no importamos, las desapariciones tampoco. Espero nunca les ocurra algo similar, porque entonces, sus esposas, sus madres o hermanas, estarán aquí con nosotras, pero nosotras, a diferencia de ellos, las apoyaremos”.
La Rastreadora se ha sentado en una hilera que está tan podrida que truena bajo su peso. Escudriña sus pies. Busca algo y lo encuentra. Es una espina. La extrae. Alguien le da una toalla húmeda, se limpia el lodo, calza el zapato y reinicia el rastreo de cuerpos, sus cuerpos, su hijo.

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