Aumentan los menores adictos y el consumo de droga sintética
Las adicciones en menores en conflicto con la ley van en aumento. En el estado en cinco años creció 15 por ciento el número de jóvenes que padece adicción a alguna droga y que se recluyen en el Centro de Internamiento para Adolescentes (CIPA).
De acuerdo con el director del CIPA, Sergio Octavio Núñez Madrigal, más de la mitad de los menores están internos por el delito de robo y la mayoría de ellos al ingresar refiere que roba para comprar drogas.
Datos de la Secretaría de Seguridad Pública del Estado indican que en 2010, de 85 menores que entraron al CIPA el 62 por ciento de ellos eran adictos, y para 2015, de 52 adolescentes ingresados el 77 por ciento padece adicción.
Así como aumentó el número de farmacodependientes, también cambió el tipo de drogas que consumen.
Hace cinco años no había menores que consumieran cristal y en este 2015, hay 10 adolescentes que son adictos a esa droga sintética.
Los jóvenes que consumen cristal no solo tienen esa adicción, también a la mariguana.
La droga de mayor consumo entre los menores que cometieron delitos es la mariguana, seguida de la cocaína.
“Quería escapar del dolor”
Jesús “N” tiene 18 años y casi la mitad de su vida la pasó drogándose. Desde los nueve años probó la mariguana y fue hasta los 16 cuando dejó de consumirla porque fue internado en el CIPA, después de haber cometido un homicidio.
Durante el tiempo que se drogó probó desde mariguana hasta ácidos, pastillas sicotrópicas y hongos alucinógenos.
En las drogas, narra, encontró una vida completamente distinta a la que tenía en su casa.
“Yo siempre pensaba que mi mamá no me hacía caso porque, pues a veces no estaba conmigo se la pasaba trabajando y estaba yo solo en la casa y buscaba una manera de fugarme de la realidad donde había dolor y sufrimiento, siempre buscaba un mundo donde me sintiera bien”, comenta.
Aunque era un niño de apenas nueve años cuando empezó a fumar mariguana, conseguir la hierba era fácil para él, pues en el entorno donde se desenvolvía en su vida cotidiana, convivía con otra gente que la consumía o la vendía.
“Sus amigos”, dice, le vendían la droga o le hacían “el favor” de conseguirla; y hoy se da cuenta que ellos ni eran sus amigos y tampoco le hacían un favor.
“Jesús” es de una familia de escasos recursos, por eso no obtenía mucho dinero de sus padres para conseguir droga y eso lo obligó a buscar trabajo.
De repente limpiaba patios o pintaba casas para conseguir con qué comprar la droga que necesitaba consumir todos los días.
“A veces cuando sentía que lo necesitaba más para comer lo usaba para comer, pero siempre buscaba la manera de comprar droga”, expresa.
Desde hace dos años y cinco meses dejó de consumirla porque fue detenido por homicidio e internado en el Centro para Adolescentes.
Ahí, dice, cambió su mentalidad y decidió entrar al programa “Yo soy sin Adicciones”, del que ya egresó.
Los tres meses que dura el proceso de rehabilitación, aprendió a pensar con claridad y se dio cuenta que la vida con drogas no es lo que parece.
“Me siento capaz de no hacer muchas cosas pero todos podemos recaer, uno nunca sabe por más cambiado que esté, pero ahorita tengo muchas herramientas que puedo usar para ya no volver a hacer eso”.
“Me ayudó mucho estar ahí adentro porque aprendí muchas cosas y cuando salí me sentí totalmente diferente, hasta la fecha cada día sigo aprendiendo mejores cosas. Todos tenemos problemas, todos pasamos por situaciones muy difíciles y aunque es más difícil el camino bueno que el malo porque se sufre mucho más para lograr lo que quieres, todo se puede si uno se lo propone”.
En la cocina encontró una distracción y ahora se dedica preparar alimentos dentro del CIPA y para cuando salga piensa ser chef.
Roban para drogarse
Así como Jesús, en el CIPA este año ingresaron 42 jóvenes que padecen adicciones, todos con el mismo patrón: no estudian ni trabajan y provienen de familias disfuncionales.
El de menor tiene 14 años, es originario de Culiacán, está interno desde enero por robo y es adicto a la mariguana, cristal, cocaína y tabaco.
El director del Centro de Internamiento para Adolescentes, Sergio Octavio Núñez Madrigal mencionó que el delito que más cometen los menores es el robo en sus diferentes modalidades.
Al ingresar, el personal les hace una entrevista, señaló, y ahí la mayoría refiere que robó para comprar drogas.
Es ese delito también el que más cometen bajo los influjos de las drogas.
“Hemos detectado que básicamente los robos es donde los muchachos tienen más incidencia de haber consumido una droga para cometer el ilícito, la mayoría de las ocasiones roban para comprar la droga”.
“Ellos lo que dicen aquí es la falta de atención de los padres y querer participar en los círculos de los amigos el sector donde ellos se encuentran, ellos por pertenecer a ese círculo la consumen pero sienten un vacío por la falta de atención de los padres ya sea por trabajo o porque son de familias disfuncionales”.
La alta incidencia de menores con adicción los llevó a crear la clínica Yo soy Sin Adicciones.
En tres meses, los jóvenes que de manera voluntaria decidan someterse a tratamiento, reciben terapias en un módulo separado del resto de los demás.
El programa consiste en cinco etapas, que van desde un encuentro espiritual hasta desintoxicación física con saunas y desintoxicación mental con terapias sicológicas.
De ese programa han egresado 60 jóvenes, de los cuales dos que cumplieron su condena y fueron externados recayeron en las drogas.
Núñez Madrigal mencionó que desde que iniciaron con la clínica disminuyó la reincidencia de menores infractores.
“Se reflejó mucho el trabajo de la clínica, hemos tenido hasta ocho reingresos en un año y este año que han salido más de 125 muchachos nada más un reingreso”, expresó.
