Nueva barbarie en San Blas, El Fuerte

 

 

 

matanza sanblas 4

 

Matanzas, intento de robos de infantes y más…

 

 

Una barda de ladrillo fue suficiente para sofocar el tiro de gracia que al menos dos tiradores dieron a cuatro varones, en el barrio Estación Vieja, de esta sindicatura, la madrugada del jueves.

Nadie vio a los matones, y de esa madrugada, los colonos, en su mayoría descendientes de reparadores de vía o garroteros, solo recuerdan los ladridos de perros que alebrestaron la silenciosa y fría madrugada.

Adentro, en la casona color ocre construida para albergar a las cuadrillas del desaparecido ferrocarril Chihuahua-Pacífico, la escena matinal era dantesca, y aún se respiraba la resaca que no llegó tras una suspendida borrachera.

En la recámara frontal estaban esparcidos los cuatro cuerpos. Tres boca abajo, y uno, boca arriba. Todos tenían disparos en la cabeza. Y la sangre había corrido por el piso, formando charcos. Había un martillo ensangrentado, y de acuerdo con los primeros testigos, un cuaderno con una advertencia o con la adjudicación del asesinato múltiple.

Lo único nuevo en la casa eran cascajos de balas calibre .9 milímetros, y de 7.62 para fusiles del tipo AK-47, “cuerno de chivo” o HK, que quedaron en manos de los peritos y anexados como evidencia en la carpeta de investigación.

Algunos testigos, familiares directos de tío y sobrino, se retiraron apresuradamente sin dar aviso a nadie, pasmados por el horror. Otro, un trabajador matutino, salió apresuradamente a dar aviso a las autoridades.

La sede de la Policía Ministerial del Estado la encontró vacía, hueca, sin ninguna alma; se fue a la Policía Municipal y ahí nadie le respondió, acudió a la Cruz Roja y tras pedir los primeros auxilios el caso pasó a los militares.

En poco más de una hora, el lugar era un hervidero de policías que buscaban frenar a decenas de curiosos que pretendían llegar hasta las mujeres que lloraban a paño abierto. Eran sus vecinas y pretendían darles consuelo. No lo consiguieron.

La casa ubicada por la calle Ferrocarrilera y Alianza Uno estaba bajo el resguardo de Jesús Valdez Mayorquín, de 45 años, jornalero de trabajo poco constante. Casi siempre él estaba acompañado de su sobrino, Diego Alonso Valdez Mayorquin, de 20 años, mejor conocido por el apodo de el Tambito, y ambos eran frecuentados por sus amigos del mismo barrio, Jesús Alfonso Flores García, el Brocha, de 18 años, y Jorge “N”, el Prieto, de 17 años, reseña parte del contenido de la carpeta de investigación que se levantó por el cuádruple homicidio de estos.

Los agentes investigadores conocieron que Jorge, el Prieto, era hermano del finado Édgar Humberto, quien el 2 de junio de este año fue asesinado en su casa mientras dormía en su recámara.

El supuesto ejecutor de Édgar Humberto fue identificado como César Castro Lizárraga, quien como apodo llevaba el Sesenta, y era, según los informes recabados por la policía, parte de la célula criminal de Los Tigres, comandada por Rosario el Chayo, un elemento más del ejército de gatilleros que tenía a su servicio el clan narcomenudista de Los Mazatlecos, filial del Cártel de Guasave y que se desprendió del Cártel de los Beltrán Leyva. Un cómplice de César huyó del lugar. El rifle AK-47 que éste siempre portaba nunca fue encontrado.

El Sesenta cayó abatido a manos de la Policía Ministerial del Estado en el barrio La Chuleta de San Blas, 28 días después de que al parecer matara a sangre fría al adolescente y cuyo hermano, el Prieto yacía ahora en un colchón.

Las dolientes impactadas por la escena sollozaban y reclamaban a los ahora fallecidos el por qué no habían dejado “eso”. No explicaron a qué se referían.

Hermanos del tío y sobrino fallecidos dijeron no conocer los motivos por los que habrían sido asesinados, y aseguraron no escucharon ruidos extraños, ni disparos ni golpes, tampoco algún vehículo que se acercara o se alejara de la casa, excepto los ladridos de perros.

 

Calladitos se ven más bonitos

Previo al cuádruple homicidio, habitantes habían alertado que los barrios cercanos a la Estación se estaban tornando muy peligrosos para los civiles.

Tres días antes, una mujer que con sus hijo en brazos caminaba por un costado de la vía del tren cuando fue interceptada por una mujer que había descendido de una camioneta —cuyo conductor la mantenía encendida— para intentar arrebatarle al bebé. Ella se defendió, corrió y se puso a salvo. Horas después lanzó su alerta en las redes sociales. La advertencia funcionó y la gente evitó salir y frecuentar ese lugar.

Tenderos de San Blas consultados al respecto pidieron anonimato, y aseguraron que los robos en todas las modalidades, desde simples a violentos se han disparado.

Aquí nadie se queja porque temen a la policía y a los delincuentes, y en su amasiato.

Hay un silencio que cobija ahora el cuádruple asesinato de varones.

 

Atentados masivos en San Blas

8 de agosto del 2012: asesinan a ocho ganaderos

10 de julio 2012: masacran a siete Policías Ministeriales

6 de marzo 2015: intentan matar al alcalde de Choix, Juan Acosta

3 de diciembre 2015: homicidio múltiple, cuatro víctimas

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