Ocho años de impunidad

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Óscar Rivera Inzunza, un crimen en el olvido

 

 

La tarde del 5 de septiembre de 2007, una noticia inesperada impactó de lleno al ámbito periodístico en Sinaloa: habían matado a balazos a Óscar Rivera Inzunza, ex editor del diario Noroeste de Culiacán y entonces vocero de seguridad pública de Gobierno del Estado.

Lo habían cazado a balazos justo después de salir de su oficina, en Palacio de Gobierno, pero además a pocas cuadras del edificio de la Policía Judicial del Estado.

Un agente del Ministerio Público de Culiacán, quien habló en calidad de anonimato, dijo que el día que mataron a Rivera Inzunza, muchos agentes ya sabían que lo iban a matar, y que la orden era acribillarlo cerca de Palacio de Gobierno, “lo que no sabían era a qué hora”.

“Lo mataron porque en aquel tiempo estaba muy cerca de un general (Rolando Eugenio Hidalgo Eddy),  a quién le llevaba información de primera mano, y eso no le gustó a la gente del Chapo; él sólo se echó la soga al cuello”, dijo el ministerial cuando se le preguntó sobre la muerte de Rivera Inzunza.

El crimen fue atraído por la PGR, según se explica en el expediente PGR/UEIDCS/199/2007, fechado el 7 de septiembre de 2007, es decir, apenas dos días después del homicidio, aunque hasta la fecha el caso sigue abierto, según explicaron a Ríodoce fuentes de esa dependencia.

“Se nos informa que se está investigando; sigue abierta y que de ninguna manera se le ha dado capetazo”, dijo lacónicamente un portavoz de la PGR en la ciudad de México, aunque sin precisar detalles sobre los avances sobre esa investigación.

Ríodoce ingresó hace dos semanas una petición de acceso a la información sobre ese caso, según consta en el folio número 0001700303315, pero hasta el viernes pasado no se había emitido respuesta.

 

Caso enmarañado

Tuvieron que extraditar a Alfredo Beltrán Leyva el Mochomo para que el caso de Óscar Rivera Inzunza se volviera a mencionar, a ocho años de su homicidio.

De acuerdo a expedientes del Departamento de Justicia de Estados Unidos (USDOJ), hay testigos protegidos que cooperan con el gobierno de ese país, quienes aseguran del intento de soborno que habría hecho el Mochomo a un general de la Novena Zona Militar de Culiacán.

Según se explica en los expedientes, todos ellos en poder de Ríodoce, al no aceptar el soborno el general provocó una gran furia en el Mochomo, quien a manera de intimidación comenzó a tirar los cuerpos de perros muertos afuera del cuartel, junto a la leyenda de: sigues tú Eddy, refiriéndose al general Rolando Eugenio Hidalgo Eddy, entonces comandante de la Novena Zona Militar.

Justo días después de esas amenazas ocurrió el asesinato de Rivera Inzunza, quien se dice, mantenía reuniones frecuentes con el general Eddy, y según señalan fuentes extraoficiales, fue un reportero local quien habría colaborado con sus ejecutores explicándoles la ruta que Óscar Rivera recorría.

Luego de la muerte de Rivera Inzunza, según se afirma en los expedientes, el finado capo Arturo Beltrán Leyva dijo al Mochomo que se olvidara del general y de su gente, porque él ya había logrado un acuerdo con otros mandos militares que estaban por encima de Eddy.

Justo semanas después de aquellas amenazas, el general Eddy fue removido del mando de la Novena Zona Militar, y en su lugar llegó Noé Sandoval Alcázar a tomar el mando, y todo pasó al olvido.

Según trascendió entonces, el objetivo del general Eddy era atrapar al Chapo, quien sería una especie de trofeo en su carrera, pero al no lograrlo tuvo que conformarse con el retiro, aunque fuentes extraoficiales aseguran que no ocurrió así.

De acuerdo a información juramentada por varios testigos protegidos del USDOJ, todos ellos antiguos líderes del Cártel de Sinaloa, el Mochomo habría sido aprehendido porque él fue quien ordenó la muerte de Rivera Inzunza, y al enterarse el general Eddy de ese ataque, utilizó todos sus recursos disponibles y todos sus contactos para arrestar al Mochomo.

Fue así que un grupo élite del Ejército Mexicano, comandado por el propio general Eddy, en la madrugada del 21 de febrero de 2008, llegó sigilosamente a un domicilio de la colonia Burócrata, ubicado sobre la calle Juan de la Barrera, para arrestar directamente al Mochomo, quien era el objetivo principal de aquella operación encubierta.

El arresto ocurriría apenas cinco meses después del asesinato de Rivera Inzunza.

No obstante, muchos se cuestionaron cómo el general llegó al Mochomo, cosa que ninguno de los testigos protegidos de la DEA explican. Fuentes extraoficiales aseguran que el general Eddy habría llegado a un acuerdo con gente de Joaquín el Chapo Guzmán para que entregaran al Mochomo a cambio de que ambos, tanto el Chapo como el General Eddy, se dejaran en paz.

Lo cierto es que, a los pocos meses de ser removido de la Novena Zona Militar, el general Eddy fue nombrado Secretario de Seguridad Pública de Aguascalientes, mientras que el Chapo e Ismael el Mayo Zambada enfrentaban la furia de Arturo Beltrán Leyva, quien habría ido ex profeso a Culiacán a reclamarles sobre la entrega del Mochomo.

En tanto, el homicidio de Oscar Rivera vendría a engrosar la larga lista de homicidios sin resolver que hay en Sinaloa, que según el Frente Cívico Sinaloense y confirmado por Insight Crime, el 99.2 por ciento de asesinatos dolosos ocurridos en esta entidad quedan sin resolver.

 

La frustración

Para amigos, familiares, y ex compañeros de Óscar Rivera, su homicidio es una clara muestra de la ausencia de estado que prevalece en Sinaloa.

Olga Inzunza, madre del finado periodista, lamentó la falta de resultados por parte de las autoridades, que a ocho años del homicidio, siguen sin resolver el caso, y más aún, sin ni siquiera dar avances sobre las investigaciones.

“En Sinaloa no hay justicia. Ni para el caso de mi hijo Oscar, ni para otros periodistas que han sido asesinado, y ante esa realidad no hay nada qué podamos hacer”, explicó la señora.

Otro periodista muerto en Sinaloa fue Humberto Millán, asesinado el 24 de agosto de 2011, pero al igual que Óscar Rivera, su caso aún continúa impune.

Al momento de su asesinato, Rivera Inzunza era además presidente de la Asociación de Periodistas y Comunicadores 7 de Junio.

 

 

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