Manuel Clouthier, ungido como el primer diputado independiente del país dio un discurso sobrio pero puntual ante los miembros de la LXIII Legislatura. Su intervención tiene varias lecturas y resulta necesario analizarlo para dar perspectiva a este tipo de candidaturas en la vida nacional.
Primero. La Junta de Coordinación Política de la Cámara de Diputados tuvo un acierto cuando aceptó que el primer diputado independiente hiciera uso de la tribuna, para que brindara un discurso de posicionamiento ante la nación. Muchos mexicanos están viendo en esta figura una luz de esperanza y desean saber de qué están hechos estos políticos sin partido, pero también la actitud que se tiene frente a ellos. No desaprovechó Manuel Clouthier para situarse ante algunos, urgentes, problemas nacionales.
Segundo. Puso el énfasis de su discurso en la ética que debe primar en la clase política: “El país, mis amigos, ya no puede seguir sosteniendo la tesis de que las funciones públicas son lo mejor. Ya no se debe seguir ejerciendo el poder en México con criterio patrimonial”, aseveró el legislador independiente en la máxima tribuna del país para continuar: “Yo hago, pues, un llamado a mis compañeros diputados a que podamos decir con orgullo, mirando a nuestros representados, que se acabaron los “moches”, se acabaron el conflicto de intereses y el tráfico de influencia en la LXIII legislatura”.
Tercero. Llamó a salvaguardar los bienes nacionales cuando señaló que es necesario dejar de “hacer negocios con la nación” y agregó que “hemos sido irresponsables en el uso de los recursos no renovables, perdimos el tiempo y derrochamos el petróleo. Hoy ambos recursos se nos están agotando”. El plural, no tiene sentido, cuando es el primer día de esta legislatura, lo tiene en cuanto Poder legislativo.
Cuarto. Criticó al sistema de partidos cuando afirmó: “Hemos perdido el tiempo en egoísmos e intereses cortoplacistas y —lo que es todavía peor— en intereses partidistas comprometiendo el futuro de la nación”.
Quinto. Propuso una medida de emergencia: “Revisar las fuentes de ingresos del Gobierno federal, la política de deuda, así como las participaciones a los estados y municipios”. Además se pronunció por crear un “sistema funcional de rendición de cuentas”.
Quizá para muchos no hay nada que no se haya dicho antes y solo es una reedición discursiva. Pero lo singular de este pronunciamiento, es que viene desde una nueva dimensión de la política mexicana: las candidaturas independientes. Algo inédito en nuestro entramado institucional e historia política. No exentas de recelos en el sistema de partidos. Que aun cuando existen las formas políticas, sus líderes no dejan de ver con preocupación la presencia ascendente de los independientes.
Ahora, después del acto protocolario de posicionamiento, viene la realidad del Poder Legislativo, el peso de cada una de las fracciones parlamentarias, que en el mismo acto se hizo sentir a través de lo que Giovanni Sartori llama “capacidad de chantaje”, como lo expresaron el PRD y Morena, saliendo de la sala y elevando sus protestas, que no debería verse más como lo que es: un espacio de representación de intereses. Y unos son ruidosos y los otros medidos, prudentes. ¿Quién es mejor?
Las preguntas que nos planteamos muchos observadores de las candidaturas independientes y en particular sobre el futuro de Manuel Clouthier, son las siguientes: ¿Qué margen de actuación tendrá para impulsar su agenda legislativa? ¿Qué posibilidades tiene de fortalecer las candidaturas independientes cuando generan tantos recelos partidistas? ¿Cuándo hay verdaderas contrarreformas en los estados?
Y sobre todo, con una ciudadanía expectante ante el triunfo de Manuel Clouthier que lo ha puesto en posición de postularse a la Presidencia de la República en 2018, como ya lo intentó en 2012, y esa es la verdadera amenaza que ven los partidos grandes en independientes como Manuel Clouthier y el Bronco, que en su momento buscarán crear redes de apoyo y eso es lo que me parece es su mayor desafío, hacer del cargo político una plataforma para consolidar un proyecto personal y una aspiración nacional por mejorar su sistema de representación.
Al tiempo.
