Tres personas ahogadas en arroyos ocasionados por las lluvias
“No, no. Ella debería estar saliendo de la secundaria y no del fondo del agua”. Ese era el reclamo de una testigo del rescate del cuerpo de Ana Daniela “N”, quien con tan solo 14 años de edad, vio cortada su vida en el cauce de un canal.
En la víspera del inicio de clases y en plena adolescencia, la vida de Ana Daniela termina en lo profundo de un canal.
Y mientras su cuerpo era sacado del fondo del canal de El Diez, a seis kilómetros de donde desapareció, cientos de niños y jóvenes daban inicio al ciclo escolar 2015-2016, ese mismo ciclo en que ella concluiría su educación básica.
“Era una niña muy buena, muy inquieta, sí, rebelde y muy activa, pero muy buena… era una niña muy alegre, muy activa, muy buena”, dijo entre lágrimas una familiar.
Habitante de la colonia Gustavo Díaz Ordaz, Ana Daniela estaba por ingresar al tercer año en la Escuela Secundaria Federal 3, pero la lluvia de la tarde del 23 de agosto se lo impidió.
Esa tarde, un aguacero cayó sobre prácticamente toda la ciudad, y con ello, el problema de año tras año se recrudeció: las crecidas de arroyos y canales que atraviesan gran parte de la franja urbana del municipio.
Y fue en el cauce del arroyo que cruza la calle 14 y la avenida segunda de la colonia Libertad, alrededor de las 16:00 horas de ese día domingo, en que las aguas cobraran una víctima más en Culiacán.
“Se agachó por una de sus chanclas, se le salió y quiso agarrarla pero el agua se la fue llevando poco a poco hasta que se cayó”, relató otro de los testigos, como si con lamentarlo regresara en el tiempo para advertirle a Ana María sobre el futuro.
No fue sino hasta el día siguiente, lunes 24, que los rescatistas darían con el cuerpo de Ana Daniela. Elementos del Cuerpo de Bomberos de Culiacán y de Protección Civil Municipal, durante más de 12 horas, se dieron a la tarea de sondear las aguas del canal Recursos.
Luego, la búsqueda, sin éxito, se trasladó al canal El Siete, donde tras cerrar las compuertas del mismo, la desesperación comenzó a crecer. El cuerpo no podía haber desaparecido, pero viajar tanto recorrido era difícil de creer.
Finalmente, los buzos hallaron el cuerpo sin vida de la adolescente.
Para los medios de comunicación no fue difícil dar con el lugar del hallazgo. Sólo tuvieron que seguir el silencio. Ese silencio que hace eco en los lamentos sordos, que invade cuando no hay palabras para hacer catarsis ante tal destino. Una niña de 14 años, que emocionada por su primer día de clases, no volvería a saber más cómo es esa emoción.
El evento dejó un gran impacto a todos. Miembros de la familia, mirones que alimentaban el morbo, elementos de rescate del cuerpo de bomberos y de protección civil, policías que acudieron al llamado, y hasta los “buitres” de las funerarias, quedaron tocados.
“Con esta van ya tres vidas que cobran las aguas en el municipio… ya no sabemos qué hacer para decirle a la gente que no se acerque a los arroyos ni a los cauces peligrosos” lamentaba Miguel Torrez Ponce, jefe de Protección Civil Municipal.
Con la tercera vida que cobran las aguas en Culiacán en la actual temporada de lluvias, Torrez Ponce se lamenta que siga siendo un problema ante la falta de precaución de los ciudadanos en zonas catalogadas como de alto riesgo. “Queremos que la gente entienda… no se vale, nosotros hacemos todo lo posible y parece ser que caen (las advertencias) en oídos sordos en la ciudadanía”.
