El General Roberto Cruz en Baca

General 2

Está pitando el tren en La Mesa de Agua Caliente, Choix, Sinaloa, anunciando la llegada del General Roberto Cruz. Todos en Baca sabían que el día de San Miguel los acompaña en la fiesta el General. Siempre llegaba al medio día del 28 de septiembre con su escolta montado a caballo, recién bajado del tren que pasa por un lado de su rancho de La Guasa. El tren hace viaje especial para llevarlo a la fiesta de Baca al igual que para llevarlo a Los Mochis, donde pasa la mayor parte de su tiempo.

Al pueblo llegaba con Don Heraclio Félix, ahí se alojaba con su gente, pues lo consideraba su amigo, también entablaba conversación con Pedro Espinoza. Tal vez se conocieron por cuestiones de venta de ganado porque Don Heraclio tenía mucho ganado en la región y Don Pedro Espinoza era arriero o vaquero. Entonces se puede decir que había confianza entre los viejos para invitarlo a la fiesta y a su casa.

Aunque no deja de ser curioso que el General Roberto Cruz asistiera a fiestas religiosas cuando todos sabemos que estuvo con el grupo de Sonora al frente de los combates en El Bajío en la guerra contra los cristeros. Además satanizado por la sociedad católica cuando ocupando la Jefatura de la Inspección de Policía en la Ciudad de México, ordenó el fusilamiento del padre Miguel Agustín Pro Juárez, a quien encontró como responsable de un atentado contra el General Obregón.

Roberto Cruz Díaz nació en Guazapares, Chihuahua, el 23 de marzo de 1888. Hijo de padre muy rico. Fue llevado junto con sus hermanos en 1892 a vivir en Tórim, Sonora, uno de los ocho pueblos yaquis. Allí creció con los indios, lo mismo hablaba en español que en yaqui. En Álamos conoció a Madero y se enroló en la lucha. Aunque:

Cruz inició formalmente su carrera militar en 1913, después del asesinato de Madero y José María Pino Suarez. Apoyó al Gobernador de Coahuila, Venustiano Carranza, y al Plan de Guadalupe, que desconocía a Victoriano Huerta. Fue detenido y hecho prisionero en Guaymas, de donde escapó. Ayudado por su hermano Cruz, se presentó al coronel Benjamín Hill —el brazo derecho de Obregón— y organizó su compañía de “voluntarios yaquis”, compuesta por 180 indios, de la cual fue capitán primero. Después de varios combates, siempre en el cuerpo del Ejército del Noroeste, comandado por Obregón, fue ascendido a Mayor.[1]

En 1921 fue Subsecretario de Guerra y Marina, siendo titular su amigo y General Francisco Serrano, quien es asesinado años después en Huitzilac, Morelos, por órdenes de Obregón y Calles. Del General Roberto Cruz relata Juan Barragán:

Al mediodía del 3 de octubre, el presidente Calles le manda llamar. Le informa que Serrano y sus amigos han sido apresados en Cuernavaca y le ordena que se dirija a un punto entre la carretera a la Ciudad de México a fin de hacerse cargo de los prisioneros y ejecutarlos. Aterrorizado por lo que oía, sin vacilar Cruz se rehúsa a acatar la orden, argumentando que Serrano es su amigo cercano. Obregón, que está atento al diálogo, se pone furioso por este rechazo y Calles, aunque más calmado, acusa a Cruz de “insubordinación”. Pero quien es requerido y se niega a ser un instrumento del proditorio crimen permanece firme y como resultado es hecho prisionero en el Castillo de Chapultepec por cerca de tres horas.[2]

Platicaba mi abuelo Ramón Espinoza que el General Cruz era un hombre alto y fornido, siempre llegaba bien vestido, de sombrero, y le gustaba pagar la banda para que le tocara todas las canciones que quisiera en la tarde del 28 de septiembre. Allí en la calle con toda la gente se ponía a escuchar la música y a bailar con las muchachas de la ranchería; también le gustaba echar trago.

…es el hombre culto, fino, que puede sostener conversaciones de horas, sobre cualquier persona, así sea erudita y de la más esmerada educación. Habla de su buen gusto por vestir, de cómo en la ciudad de México y especialmente por las calles de Madero, se le verá siempre “con un ´flucs´ impecable, finísimo, porque eso sí, me gusta vestir como un caballero y, aunque está mal que lo diga, luzco no sólo distinguido, sino muy distinguido”.[3]

También platicaba que con el General sí había que andarse con cuidado porque sí mataba. A más de tres pelavacas mandó matar sin tener que dar vista a las autoridades municipales de Choix. Incluso hasta Tasajera alcanzó a tres personas que le habían robado en su rancho y allí mismo los ultimó. La gente en la región se sentía segura porque él ponía orden.

Esas fiestas con el General se acabaron cuando se fue a vivir a Los Mochis, y con el paso de los años murieron los que lo conocieron en el pueblo. El rancho de La Guasa se encuentra hoy bajo las aguas de la presa Huites, en las estribaciones de la sierra de Sinaloa y Chihuahua, donde pasaba temporadas criando ganado y retirado de la vida política y también de las armas, que lo ocupó dos décadas decisivas para México.

 

 

[1] Scherer García, Julio. El indio que mató al padre Pro, Fondo de Cultura Económica, México, D. F., 2005, P.10.

[2] U. S. The National Archives (NAW), Departament of State, Records of the Departament of States Relating to Internal Affairs of México, 1910-1929, <<H. F. Arthur Shoenfeld, chargé d’Affaires a. i., Secretario de Estado>> Record Group 59, Washington D.C. 1959, Microfilm, Rollo 87, 812.00/28919. Citado por  Pedro Castro, A la Sombra de un Caudillo. Vida y muerte del general Francisco R. Serrano, Random House Mondadori, S. A. de C. V., México, D. F., Primera edición 2005, PP. 197-198.

[3] Scherer García, Julio, op. cit. Pág. 23.

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