Aunque debo confesar que cuando leí que el Congreso del Estado había autorizado un 20 por ciento de incremento a las tarifas de agua y alcantarillado, mi primera reacción fue voltear a ver al alcalde Carlos Felton, que parece decidido a hacer negocios personales con todo lo que se pueda en perjuicio de la economía familiar y acabar con la posibilidad de que su partido refrende en 2016.

Sin embargo, leyendo una entrevista que Noroeste realiza a Félix Díaz, éste explica que la Junta había solicitado un incremento del 30 por ciento a las tarifas con el fin de recaudar recursos para enfrentar un problema estructural del puerto, como es el  drenaje. Mis dudas se despejaron y abonó a la confianza de lo que se habrá de hacer en mi ciudad. Aunque no son las obras que se necesitan, claramente lo señala, son de “mantenimiento y reparación” de la red.

Soy vecino del puerto desde hace casi 40 años y seis del Centro Histórico, y he sido testigo permanente de los escurrimientos de aguas negras que ocurren principalmente en época de lluvias en sus calles y avenidas de gran afluencia, como son la llamada Zona Dorada y el Centro Histórico, y es que Mazatlán ha tenido un desarrollo desordenado y caótico. La parte costera norte tiene áreas bajas y arenosas provocando inundaciones que chocan con las campañas de promoción turística.

Una situación más delicada es la del Centro Histórico, que tiene zonas altas y bajas, lo que provoca una suerte de vaso que recoge las precipitaciones pluviales, pero eso es una parte del problema. El drenaje de esta zona, como me lo decía Alfredo Gómez Rubio, restaurantero y director del Proyecto Centro Histórico, es muy antiguo y en algunos casos es inexistente y las aguas servidas van directamente al subsuelo provocando paulatinamente socavones que afectan vialidades e inmuebles.

Entonces, gobiernos van gobiernos vienen, y el tema del drenaje no es atendido como se debe, en el mejor de los casos periódicamente se parcha con pequeñas obras, pero los problemas siguen creciendo en forma exponencial.

Félix Díaz informa del “enorme rezago en mantenimiento y reposición de la infraestructura en sistema de agua potable y saneamiento”, lo que ha provocado que entre 2014 y 2015 se hayan “presentado 407 colapsos, principalmente en el área del Centro Histórico de Mazatlán”.  Es decir, prácticamente uno cada día.

En una conversación que sostuve con José Ángel Pescador, ex alcalde de Mazatlán, me decía algo que me pareció muy revelador en términos de cálculo político. Los ayuntamientos casi siempre tendrán recursos escasos ante la demanda social y el político estará viendo la próxima elección, de manera que el dinero público, si es que no se lo roba o lo utiliza mal, como sucede con las lámparas LED con sobreprecio, buscará orientarlo hacia donde pueda obtener mejores dividendos para su partido o su grupo político.

Y, entonces, buscará obras que se vean como los ornatos del puerto, mientras que el drenaje, además de las molestias que representa, no se ve y, por lo tanto, no generará votos en la siguiente elección.

Eso es en parte el drama de los servicios públicos municipales, que se destinan no a las prioridades estructurales sino a las políticas. Los planes de desarrollo municipal que deberían ser las guías de largo plazo no parecen estar cumpliendo su función estratégica y también hay que decir que el ayuntamiento ha sido incapaz de cobrar cifras millonarias producto de consumo de agua.

Y eso significa que el dinero público y personas como Félix Díaz sean desaprovechados en perjuicio de la propia ciudad.

Bien haría el PAN, o por qué no, el PRI, en postular el año que entra a Félix Díaz como candidato a alcalde, para que al menos alguna vez el drenaje sea una prioridad del gobierno municipal y así los panistas no vayan a la derrota inminente que Felton se ha esforzado por alcanzar.