Las nuevas generaciones de niños mexicanos están heredando toda clase de problemas relacionados con la alimentación, desde carencias nutricionales hasta excesos de alimentos ricos en ingredientes nocivos, enfermizos, engordadores; causales, principalmente, de obesidad temprana y todo el kit de enfermedades consecuentes.

En nuestro país las cifras parecen por demás extrañas, sin sentido, ya que el 30 por ciento de la totalidad de niños son obesos y, de éstos, el 11 por ciento sufren además desnutrición de acuerdo con cifras de la organización World Vision, es decir, poco más de la tercera parte de los niños gorditos están desnutridos.

La lectura principal que se le da al problema de la obesidad infantil en México es que los malos hábitos de consumo de bebidas azucaradas y comida chatarra en general son la principal causa.

“Este tipo de comida chatarra tiene colores y nombres llamativos, en bolsas con caricaturas, comerciales en televisión, básicamente tiene toda la mercadotecnia y todo va dirigido a captar la atención primeramente”, menciona Luis Márquez Cañedo, entrenador personal y creador del programa de entrenamiento y alimentación 22/22, de Ludus Magnus.

Llega barrido a la cita, apenas comió y se regresó al gimnasio, hoy es el día cero: toman peso y medidas de las personas que participarán en su programa de entrenamiento, tiene mucho trabajo, y no es para menos, con estos números, todo México debería tenerlo.

“Tienen formulaciones específicamente diseñadas para hacerte adicto, porque el contenido de glutamato monosódico, el contenido de sal, de azúcar y de grasa, y la combinación de estos tres sabores (salado, dulce y grasoso) hacen que el cuerpo se enganche”, agrega.

En el sentido de sí se puede revertir o no el problema que genera la obesidad a temprana edad en México, Márquez Cañedo considera que en los próximos 30 años, no.

“El problema es que un niño de 10 a 15 años, que ya padece problemas de hipertensión, diabetes puede controlar su enfermedad y tener una mejor calidad de vida, pero no será plenamente saludable”.

Apunta que para lograr un cambio verdadero no basta con tener escuelas saludables, que el enfoque debe ser hacia la prevención del problema ya que atacarlo una vez que se ha desarrollado como se está haciendo en este momento dejará de ser viable para las instituciones de salud en México por el gran índice de casos que existen y se encuentran en constante aumento.

Señala que la educación alimentaria se trae del hogar y que es precisamente en casa donde se debe educar a los niños a practicar una alimentación correcta, todo esto mediante la previa educación sobre nutrición a los padres de futuras generaciones.