Adiós al periodista combativo

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Extrañará Bonifacio a Ramón Guevara como se extraña el agua en las tuberías

 

 

Ramón Eduardo Guevara hasta el último aliento de su vida fue un columnista crítico del alcalde Bonifacio Bustamante Hernández, a quien le señalaba en su columna Punto Cardinal que como gobernante no hacía las cosas bien.

Bustamante Hernández no toleraba la crítica y sus asesores no menos intolerantes, en vez de investigar la etimología del nombre de su jefe Bonifacio, esto es “el que hace las cosas bien” decidieron ir a hablar con los directivos del diario Noroeste Mazatlán para intentar coartar la libertad de expresión del columnista que en esos momentos agonizaba devorado por el cáncer.

El periodista de 47 años tenía 64 días en una cama de hospital con un cáncer en el estómago que le carcomía las entrañas, pero fiel a su estilo punzante, en su última columna del jueves 2 de julio a la que tituló “Historias de hospital”, en el último párrafo criticó al presidente municipal de Escuinapa. Desde su cama, al pie del quirófano, en el nosocomio donde agonizaba en Culiacán, escribió sus últimas palabras para sus lectores, expresando su anhelo de vivir y su nostalgia por su pueblo y su bicicleta: “confío en que pronto rodaré en mi ‘bici’ por las destartaladas calles de Escuinapa, mi pueblo querido al que extraño a raudales, así como ustedes extrañan el agua en las tuberías”.

 

“Se le hizo al Boni

 

Cuando Ríodoce llegó a la funeraria buscando entrevistar a Miriam Navarro, viuda del finado, en la antesala del velatorio se encontraba Aarón Rodríguez López, quien en diciembre de 2014 acusó al alcalde Bonifacio Bustamante Hernández y a su Síndico Procurador, Andrés Rodríguez Hernández, de haberlo despojado de un predio que le heredó su abuela.

“Se le hizo al Boni”, dijo Andrés Rodríguez, con la mirada dirigida hacia el ataúd, en alusión de que el cáncer había acabado con la libertad de expresión del periodista.

Miriam Navarro relata los días aciagos de su finado esposo, a partir de que el 21 de marzo a Ramón se le diagnostica un tumor con cáncer en el intestino delgado. Se le hace una cirugía y estando convaleciente le llega esa noticia de que el alcalde va a las oficinas de Noroeste, se entrevista con la directora Guillermina, y tajantemente el asesor Francisco Rubio le dice qué se puede hacer para que él no escriba en Noroeste”.

“Por fortuna somos atendidos por el presidente de derechos los humanos en Culiacán (donde se puso la queja), porque Ramón de Mazatlán fue trasladado a Culiacán en espera de otro traslado a la ciudad de México, que no se logró”, agrega.

“Ahí nos piden nuestra versión —continúa— y se ratifica la demanda, ellos confirman que se trata de un hostigamiento; nos preguntan que si el alcalde había tenido algún acercamiento y respondemos que nunca lo intentó”.

 

—¿Ni estando Ramón Eduardo en cama se condolió Bonifacio? —se le pregunta a la viuda.

—No. Ni para decir que fue un mal entendido ni para ofrecer disculpas, simplemente nunca hubo un acercamiento. Y a raíz de eso, tengo entendido ya se le mandaron los requerimientos, las especificaciones donde se le pide esencialmente que se respetara la integridad del periodista y de su familia, sobre todo por el hecho de convalecencia en que él se encontraba.

 

—El alcalde estaba empecinado a coartarle la libertad de expresión al periodista agobiado por el cáncer…

—Sí. Él estaba muy vulnerable, en una cama de hospital, luchando contra una enfermedad a la que desgraciadamente no pudo derrotarla, lo fregó ella a él. Y eso agravó la situación, pero yo creo que coartar la libertad de expresión, aún cuando hubiera estado sano, cuando hubiera estado en pie, no es fácil.

 

—¿Cuál de las columnas de “Punto Cardinal” le habría molestado al alcalde de Escuinapa?

—Mira, no había una columna que le habría molestado, yo diría que todas. El señor es de piel muy sensible y el hecho de que no se le diga el nombre completo, y el hecho de que se diga que no hace las cosas bien, eso él no lo aprueba. Yo creo que cualquier ser viviente, cualquier funcionario público debe saber que se le va a señalar algo cuando no haga las cosas bien.

“Tú puedes leer las columnas de Ramón, él tenía un estilo muy peculiar que lo ejerció durante 26 años, con todos los alcaldes, ninguno puede decir “a mí me trató bien”. Siempre decían: es panista porque les tira a los priistas o es priista, porque les tira a los panistas”. Tú sabes son gajes del oficio, pero si hay alguien que es de piel muy sensible pues no lo va a soportar. Y va a tener que intentarlo (coartar la libertad de expresión), no sé si este señor ya lo había logrado en otro medio, pero puede ser, a lo mejor ya sabía cómo hacerlo y creía que aquí iba a ser fácil. En el diario Noroeste no lo logró”.

 

—Y bueno finalmente permaneció en el diario Noroeste…

—En Noroeste, Ramón Eduardo fue periodista hasta sus últimos días de conciencia. A él en su última operación donde quedó él inconsciente fue el viernes 3 de julio. El jueves 2 de julio él estaba siendo intervenido, cuando sus lectores leían su columna. Él escribió una columna muy sensible que llamó “Historias de hospital”, donde narró la enfermedad, el sufrimiento y la muerte.

 

 

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