El aceite de coco pasó décadas en el olvido de los grandes mercados de consumo. Víctima de la satanización de las grasas saturadas pasó a ser enemigo de la salud, supuestamente.
Hoy en día, desechado el mito de que las grasas saturadas afectan la salud cardiovascular y comprobado además, que éstas regulan los niveles de colesterol sanguíneo este tropical producto cuasi medicinal está de vuelta.
Leche, crema, aceite, harina se derivan del mismo fruto y se suman a los comúnmente conocidos productos del coco: agua y pulpa que, para quien tiene fijación por el coco, son un encanto.
En caso concreto del aceite, la lista de beneficios alimentarios y medicinales que aporta es cada vez mayor. Entre éstos destacan el alza metabólica, el aporte de ácidos grasos esenciales, su efecto cardioprotector y la sensación de saciedad al consumirlo.
No dude en darle una oportunidad en su alacena; es rendidor ya que su punto de humo es muy elevado lo que hace que no pierda propiedades al ser calentado.
Si le parece caro, créalo, es más caro tomar Atorvastatina.