Paddington

oso

El 2014 fue el año para que el oso originario de Perú y residente de Londres saltara de los libros a la pantalla grande en Paddington (Reino Unido/Francia/2014), dirigida por Paul King, y aunque su paso por los cines no fue espectacular, el personaje es todo un clásico de la literatura inglesa, gracias a los escritos que desde 1958 (cuando apareció Un oso llamado Paddington) iniciara Michael Bond, y que ya se han traducido a 30 idiomas.

Posiblemente, la poca aceptación de la cinta se deba a que el personaje es poco conocido de este lado, y que para los niños de acá no representa lo mismo que para los del Reino Unido, además de que aquí, el terreno lo tiene ganado un tal Winnie-the-Pooh.

Luego de que un terremoto acabara con su aldea en Perú, un oso emigra a Londres, lugar que conocía a través de las historias que le contaba su tío, sobre unos exploradores que conoció de ese país, y quienes les enseñaron a hablar.

Desde el trayecto en el barco, el cortés y educado oso se dará cuenta que las expectativas que tenía sobre el viaje no tienen nada qué ver con lo que en realidad experimenta, mucho menos al llegar a la capital inglesa, en donde el único nombre que tiene por buscar, no lo encuentra.

Por suerte se topa con los Brown, a quienes les dice que se llama Paddington (así como la estación de trenes donde lo hallan), una familia que le ofrece asilo por una noche, mientras lo llevan a una dependencia del gobierno que lo pueda ayudar, pero la gracia y el encanto del oso hace que Henry (Hugh Bonneville), Mary (Sally Hawkins), Jonathan (Samuel Joslin), Judy (Madeleine Harris) y la señora Birds (Julie Walters) se encariñen, al grado de no querer deshacerse él, a pesar de todos los desastres que hace en la casa.

La forma de ser del originario de América: demasiado educado, amable y simpático, hará que los Brown luchen para que se quede con ellos, pero el problema mayor comienza cuando Millicent (Nicole Kidman) se entera de la presencia del oso en Londres, espécimen que le interesa poseer, por lo que hará todo por llevarlo con ella, para disecarlo.

El encanto de Paddington es irresistible. Uno de los mayores aciertos de la cinta es que, con ese sombrero rojo (donde siempre esconde un sándwich de mermelada), el saco azul, el caminado relajado y la mirada que comunica más que sus correctas palabras, el oso peruano termina encantando al espectador.

Es obvio que lo osos no hablan, y de hacerlo no lo harían en el mismo idioma que los humanos, por lo que ese podría ser una aspecto en contra de la película (por lo ilógico), pero es algo que no se recuerda ni se toma en cuenta, por la gracia del encantador animal.

La película funciona de principio a fin, a pesar de lo predecible y lenta en ocasiones. Lo humanizado de Paddington (sus movimientos, gestos, palabras) y algunas escenas (como una del baño, que por un error, se desencadenan más que generan un gran problema), la hacen muy disfrutable.

En su paso por las salas de Culiacán no tuve la oportunidad de reseñar la cinta, pero ahora que se encuentra en netflix.com, es oportuno hablar de un  producto sencillo, sano, para toda la familia, que puede revisarse en vacaciones o los “puentes” que se avecinan. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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