Todo un viaje musical por Las Antillas, Centro y Sudamérica resultó el recital ofrecido el miércoles por la tarde al finalizar el curso-taller de Percusión Latina, que Charlie Chávez impartió en el puerto con apoyo del Instituto de Cultura de Mazatlán.
El grupo de entusiastas jóvenes mostraron lo aprendido durante los tres días que duró la capacitación especial ofrecida por el experimentado percusionista a invitación de los maestros Carlos David Ruiz Rodríguez y Max Carreón, del Centro Municipal de Artes de Mazatlán.
Charlie Chávez es originario de Oaxaca, pero su formación musical inició en Veracruz, al lado de sus hermanos mayores, posteriormente en la Universidad de Jalapa se fortaleció e inició su carrera, hasta llegar a pisar importantes escenarios, acompañando a artistas de la talla de Lila Downs y La Maldita Vecindad.
Entre clase muestra y concierto, Charlie Chávez dirigió a sus pupilos en la ejecución de timbales, congas, bongos, tarolas, timbas, quintos, batería, huiro, claves cubanas y campanas, entre otros instrumentos de percusión.
“Esto es una muestra de lo que pueden hacer, hay talento, mucho talento, aquí lo importante es apoyar a los muchachos y permitir que desarrollen sus habilidades que ya tienen de manera natural”, expresó el también director del grupo Afrotruko, un ensamble de percusiones de mucha fama en Tijuana y San Diego.
Bellos sones y melodías de Costa Rica, Cuba, Colombia y Venezuela, así como el ritmo de Mozambique estilo Nueva York y cumbias latinas sonaron durante más de una hora, ante el grupo de padres y familiares de los alumnos que sorprendidos y extasiados aplaudían a los jóvenes músicos.
Una participación destacada durante el recital fue la de Margarita Chávez, quien deleitó a la concurrencia con su voz, al cantar una cumbia colombiana.
Además de la técnica musical, Chávez compartió con los alumnos y músicos asistentes al taller un poco de la vasta teoría e historia de la música afroantillana y el latin-jazz, ritmos en los que se ha especializado en sus más de 20 años de carrera artística.
Al final, el percusionista y otros músicos porteños improvisaron un ensamble para continuar la celebración por la vida y, en especial, el amor a la música, transformando la clase muestra en una tertulia musical para bailar y recordar.
