En la pasada edición de los Oscar, La teoría del todo (The Theory of Everything/Gran Bretaña/2014) estuvo nominada en mejor película, actor, actriz, guion adaptado y banda sonora, aunque sólo logró quedarse con el premio de mejor actor, para Eddie Redmayne.
La cinta, dirigida por James Marsh, con un guión de Anthony McCarten, basado en el libro Hacia el infinito de Jane Hawking, quien fuera esposa del científico, es una biopic que oscila entre la vida personal y profesional del científico, quien asegura que el espacio y el tiempo tienen un principio en el Big Bang y un final dentro de los agujeros negros.
En 1963, Stephen Hawking (Eddie Redmayne) era un joven tímido que estudiaba la universidad, a la vez que le tocaba resolver problemas matemáticos como tarea (nueve de diez, casi instantáneamente), conocía a Jane (Felicity Jones), una chica con la que más tarde se casaría, y recibía el diagnóstico de una enfermedad físico degenerativa y no viviría, le decían, más de dos años.
A pesar de que poco a poco iba perdiendo la movilidad, Stephen se casa con Jane, a quien no le importó que estaría como su esposo más para atenderlo, que otra cosa.
Si bien el científico se deterioraba rápidamente en lo físico, mentalmente era lo contrario, por lo que su padecimiento no fue un impedimento para que desarrollara su teoría, con la que alcanzaría el reconocimiento mundial.
Aunque le dijeron que viviría muy poco, Stephen sigue con vida, pero sin poder moverse ni hablar, por lo que siempre está postrado en una silla de ruedas y se comunica a través de una computadora.
El mayor acierto de la película está en las actuaciones, principalmente la de Eddie Redmayne como Hawking (con la que prácticamente le arrebató el Oscar a Michael Keaton, por su interpretación en Birdman), que es magistral: la forma en la que el actor va cambiando físicamente y perdiendo el movimiento, es impresionante, y de ser un chico común, pasa a esa persona que no habla ni se mueve, pero que con una sonrisa o un parpadeo logra expresar bastante.
Felicity Jones no se queda lejos con esa transformación que tiene su personaje: a la inversa del de Redmayne, ella pasa de ser una chica más pasiva a la esposa incansable de alguien a quien tiene que alimentar y buscar la manera de que sus emociones no lo derrumben, además de criar a tres hijos, de ahí que no es casualidad que en ella misma estén el amor, la abnegación, a la vez que su hartazgo e impotencia.
La teoría del todo es interesante, también, en esas imágenes que retratan muy bien la época en la que está ubicada la cinta, acompañadas de una música imperdible.
Es cierto que el filme es una biografía que aborda las diferentes etapas del científico inglés, pero lo hace superficialmente al tratarse de sus logros, por lo que se centra más en su vida de pareja, en la que también se queda corta al no profundizar en sus emociones.
La capacidad de Stephen Hawking es incuestionable, pero al ver la cinta, es un hecho que uno se pregunta hasta dónde pudo haber desarrollado este científico su teoría, si no fuera por el incondicional apoyo de Jane Hawking. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.