La orden vino de arriba: Narco, Badiraguato y deudas, tras la ejecución del comandante ‘Gallito’

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Un día antes de que un comando asesinara al director de Seguridad Publica de Badiraguato, José Guadalupe Guerrero Reyes, estaba supervisando el orden del carnaval de la primavera en el municipio.

Mientras los de la Banda Tierra Blanca se preparaban para tocar en la plazuela, el Gallito, como le decían sus cercanos por madrugador, se fue a la oficina del alcalde Mario Valenzuela López, a comer unos bocadillos del restaurante Panamá.

Eran alrededor de las 12:30 de la noche de ese domingo, cuando el Gallito y el alcalde se encontraron nuevamente en la plazuela de Badiraguato, donde la música seguía sonando.

—Jefe ¿se regresó? —le dijo Guerrero Reyes al alcalde, porque éste ya se había retirado hacía un rato a su casa.

—Sí…

— ¿Y eso?

—Vengo aquí nomás con mis hermanos, aquí andan. Me dijeron que aquí estaban todavía, yo soy muy preocupón y no me gusta que estén a estas horas aquí. ¿No has visto al Torres? ¿No has visto a mi hermano?

—Sí, allá están en aquella bolita.

—Ah, pos’ vamos pa’llá.

Valenzuela López y Guerrero Reyes, junto con cuatro policías, caminaron hacia el lado de la plazuela, frente al Palacio Municipal y la iglesia, donde se encontraba un grupo de personas, entre ellos los hermanos del alcalde. Se quedaron platicando un rato.

—Jefe, vamos pa´la disco, hay muchas muchachas —le dijo el jefe de policía, pero el alcalde le respondió con una negativa.

Guerrero Reyes tenía fama de ser un hombre muy enamorado, tuvo ocho hijos, tres con su primera esposa, tres con la hoy viuda, originaria de Badiraguato, y dos hijos más con una mujer oriunda de Guasave.

Alrededor de las tres de la mañana, el jefe de policía acompañó a su camioneta al alcalde de Badiraguato, donde se despidieron. Ninguno de los dos imaginó que sería la última conversación que tendrían.

—Jefe, voy a descansar un rato y me voy (a Culiacán) como a las 11. Nos vemos el martes a primera hora para la reunión de evaluación.

—Hecho comandante, mucha suerte. Ahí estamos a la orden —fueron las últimas palabras entre ambos.

El último día que el gallo cantó

El domingo, Guadalupe Guerrero Reyes salió en su camioneta Cherokee blindada rumbo a Culiacán para ver a su esposa y tres de sus hijos. En el camino llegó a Chaparahueto, un pequeño poblado de Badiraguato, a desayunar con un conocido.

El gallito, a pesar que era estricto en su labor policial, era querido. Tomó posesión en el cargo el 1 de enero del año pasado, y “fue un hombre que llegó imponiendo una nueva estrategia en el tema de seguridad”, comentó el alcalde Mario Valenzuela.

“Él empezó a decomisar motos y hasta que no trajeran el casco se les entregaba, igual con carros que andaban a exceso de velocidad… le vino a dar fortaleza al tema de seguridad en el municipio, la mano dura pero la mano blanda y diplomática que él tenía para llegar acuerdos con la gente”, declaro Valenzuela López.

Guerrero Reyes fue muy cercano a Jesús Aguilar Iñiguez, director de la Policía Ministerial del Estado. El propio Chuytoño lo veía como su hijo, él lo formó como agente ministerial, y según contaba Guerrero Reyes, siempre lo apoyó cuando el director se lo solicitaba.

En el 2010 fungió como comandante de la Policía Ministerial del Estado y fue asignado como titular de la base 38 de la Ministerial con sede en Mazatlán, y tiempo después de nombrado sufrió un atentado afuera de un domicilio de la Colonia Libertad. No resultó herido por que estaba a bordo de una camioneta blindada y posteriormente fue apoyado por grupos especiales de la corporación ministerial. Pero el 22 de marzo de este año, el Gallito no corrió con la misma suerte.

Alrededor de las 21 horas de ese día, tres de sus hijos paseaban en un “razer” — vehículo todo terreno— por calles de la colonia Bosques del Humaya, en Culiacán.

Según fuentes extraoficiales, el comandante vio un carro alrededor de su casa, y pensó que era una de sus hijas que tuvo con su primera familia, ya que en ocasiones los domingos le echaba vueltas, porque sabían que él se paseaba en el “razer”, y le iba a pedir dinero.

Guerrero Reyes le dijo a su hijo que iba manejando que se hiciera a un lado subiéndose al vehículo, “voy a ver si son las plebes, mueve pa´lla”.

Agarró el “razer” y en cuanto brincó un solar baldío, el carro que iba siguiendo se fue, interceptándolo otros dos que le impidieron huir. El Gallito sacó su pistola inmediatamente.

—¡Baja el arma!, ¡baja el arma! —le empezaron a gritar

—¡No la bajo, cabrón!

—¡Traes niños, baja el arma!

—No les disparen a los niños

—Pues baja el arma. Si no, disparamos

Guerrero Reyes obedeció y en cuanto lo hizo, bajaron a los dos niños más pequeños del vehículo. El Gallito no se dio cuenta que su hijo de 11 años había quedado en el “razer”, cuando llegó un individuo por atrás y le disparó.

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Líneas de investigación

Fuentes extraoficiales informaron a Ríodoce que existen dos probables líneas de investigación ante los hechos en los que el Director de la Policía Municipal de Badiraguato, José Guadalupe Guerrero Reyes, fue ejecutado. Una, por un suceso ocurrido en el municipio de Badiraguato en noviembre pasado, cuando fallecieron tres primos, y la otra por una deuda económica.

La madrugada del 24 de noviembre, tres jóvenes fueron abatidos a tiros por agentes de la Policía Municipal de Badiraguato. Los reportes de la corporación indican que los hoy occisos viajaban en un Mustang, cuando agentes les hicieron la parada para una revisión y éstos respondieron a los policías a balazos.

La agresión ocasionó una persecución que culminó cuando los jóvenes chocaron contra un poste, ubicado frente a la Unidad Administrativa. Fueron identificados dos de los occisos como Gregorio Quintero Quiñonez y César Alonso López Quintero. Los agentes encontraron un arma corta y un fusil de asalto, pero no dieron más detalles de las armas. Según los datos proporcionados, Guerrero Reyes estuvo en el enfrentamiento.

Otra versión indica que los jóvenes no dispararon primero, sino los agentes, y cuando éstos se dieron cuenta que los occisos no portaban armas, se aseguraron de sembrarles armas para argumentar que la agresión había venido de los jóvenes ultimados.

“Alguien de muy arriba ordenó su asesinato. Y es gente de Badiraguato”, señaló la fuente a Ríodoce.

Comandante José Guadalupe Guerrero Reyes… ¡Presente!

No era un día cualquiera para la Policía Ministerial de Sinaloa. Esa mañana estaban preparando el lugar para recibir al Gallito, rendirle homenaje y despedirlo antes de que trasladaran su cuerpo al panteón Renacimiento.

Alrededor de las 11 de la mañana se escucharon las sirenas de las patrullas, que anunciaban el arribo del cuerpo del comandante Guerrero. Bajaron el féretro y por encima colocaron una figura de un gallo dorado, y al pie de la caja, otro más grande.

Los rostros se veían consternados. El secretario de Seguridad Pública, Genaro García, le palmeó la espalda en más de una ocasión a Chuytoño, director de la ministerial, quien no quiso dar ninguna declaración ante los reporteros, pero al emitir sus palabras, en su discurso, no pudo controlar que se le quebrara la voz y se le pusieran los ojos llorosos. El jefe policiaco compartió algunos momentos que tuvo con el comandante asesinado.

El alcalde Mario Valenzuela tampoco controló la emoción y se le derramaron algunas lágrimas y fue el encargado de darle el micrófono al Pollito, hijo del homenajeado, quien mostró fortaleza a pesar que el llanto entrecortaba sus palabras, mientras su madre lo veía.

“Ese señor que está ahí, tengo el honor de ser su hijo por 11 años, y esos 11 años fueron como las estaciones del año, con tiempos felices, tristes, duros, de pobreza, de la vida bien, de todo nos tocó”, sostuvo.

Su padre, agregó, “tuvo mucho cerebro al no disparar, al no acelerar, porque si hubiera disparado o hubiera acelerado yo no estuviera aquí o mis hermanos”.

Aguilar Iñiguez informó que Guerrero Reyes estuvo en importantes operativos al lado de él, como cuando en el 2011 ubicaron al responsable por los hechos ocurridos en octubre de ese mismo año en la discoteca Antares, ubicada en Mazatlán.

En septiembre del 2012 detuvo en la ciudad de los Mochis a Giovanni Lizárraga, uno de los principales delincuentes de la zona norte. Y en enero de ese mismo año, a los secuestradores que tenían privados de la libertad a tres empresarios sinaloenses.

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