‘Leyvazo’ frustrado: No ceden los enfrentamientos en Ahome

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Cada parte estaba en su trinchera, la que defenderían, luego de una guerra de declaraciones en medios de comunicación y por las redes sociales.

Imputaciones de “agitadores panistas” y de “líderes juveniles salidos de la nada”, por un lado y respuestas de “gobierno troglodita y represor” por los antagonistas, calaron durante seis días.

Hasta que el plazo llegó: domingo, 21:00 horas.

La comuna de Ahome, posicionada de la avenida Gabriel Leyva, desde la calle Heriberto Valdez hasta la Aquiles Serdán, y por el otro, pero aparcados en el estacionamiento del estadio de béisbol, Emilio Ibarra Almada, menos de cien jóvenes, a bordo de una veintena de vehículos e igual número de motocicletas, aguardaban.

Las huestes oficiales habían llegado desde temprano a la calle principal de la ciudad. Colocaron escenarios para que grupos juveniles tocaran música versátil, y amenizaran el programa Domingueando ando. Pantallas gigantes a manera de cine, canchas de futbol inflable, exhibición de carros, juegos de destreza con pelotas y balones, y calles con espacios libres para caminar, y una sola taquería móvil. Uno que otro comerciante establecido que se enteró de la fiesta popular abrió sus puertas, pero las ventas no llenaron ni una alcancía de cochinito.

La vigilancia policial fue extrema. Agentes de Tránsito guiaban la circulación truncada y policías preventivos exhibían sus patrullas, dejando que los niños las tomaran como juguetes. Incluso, oficiales posaban con ellos para que los padres tomaran fotografías con sus celulares.

La asistencia no era tumultuaria, pero fue considerada como suficiente para ser el primer día del programa Domingueando ando.

Y así, las horas pasaron.

Mientras la noche caía, en el estacionamiento del estadio de béisbol, poco menos de un centenar de muchachos se aparcaba. Habían llegado en sus autos y camionetas. Ponchis, ponchis sonaban los autoestéreos, y ellos moviendo las caderas a ritmo de ese compás. Las luces led azules, verdes, amarillas con las que adornaban su unidades iluminaban más que las lámparas de los arbotantes, que reflejaban una cebra en las calles.

Poco a poco fueron llegando las motocicletas: Itálikas, Kurazai, las primeras, Kawasaki y Ninja, las últimas.

Dada la orden de partir, el grupo hizo fila. Como guerreros sobre el campo de batalla se aprestaron a marchar. El plan era simple. Tomar el bulevar 10 de Mayo y virar en la Gabriel Leyva. Si el paso estuviese bloqueado por vallas, doblar en el sentido permitido hasta dar varias vueltas, y finalmente estacionarse en donde hubiese espacio. Era el retorno del Leyvazo a Los Mochis, tradición juvenil perdida por fuerza de operaciones policiales, primero, y por asesinos a sueldo, segundo, que lograron meter en un puño a toda autoridad, durante cuatro años.

Los motocicliscasy los automovilistas siguieron su plan. Pero en la segunda vuelta, los primeros se desenfrenaron. Realizaron piruetas prohibidas en la calle. “El Caballito” fue de las primeras acrobacias, seguida del “Stoppie” o “Endo”, y en ambas a punto estuvieron de aplastar a otros motociclistas. “El Carrusel”, que con una cuatrimoto jalaba a dos patinadores, fue la acrobacia que derramó la paciencia de la autoridad. Al próximo, deténganlo, ordenó Gerardo Amarillas Gastélum, director de policía. Y el primero en pasar fue una pareja. El conductor no llevaba casco, ni licencia y ni placa. La moto le fue asegurada, y ellos dejados a pie.

Sólo así, los motociclistas de las itálikas y las kurazai recobraron la sobriedad. Pocas vueltas más y el Leyvazo había terminado, y pasados algunos minutos el Domingueando ando, también había llegado a su final.

Amarillas Gastélum dijo sentirse complacido por el resultado: un motociclista infraccionado y tres muchachos detenidos por consumir cerveza en vía pública.

“Si quieren dar el Leyvazo que lo hagan. Es su gasolina, es su vehículo, es su tiempo, pero no vamos a permitir ningún exceso, ni ruidos de escapes libres, ni música alta que moleste a terceros, nada de velocidad excesiva ni de  acrobacias en la calle, tampoco retener la circulación por platicar de vehículo a vehículo, o hablar por celular mientras se conduce, mucho menos embriagarse en la vía pública, exhibición obscena o drogarse”, dijo el jefe policiaco.

Aquel que sea sorprendido en alguna o varias de esas infracciones “terminará en el Tribunal de Barandilla, pagando una multa, que en caso de reincidencia podrá ser más elevada en cada ocasión hasta decretarse el arresto preventivo por 72 horas o más. Si los muchachos quieren diversión, será sana o no habrá Leyvazo”, esté o no el Domingueando ando, finalizó.

Por el bando contrario, Luis Rojo y Armando Castellanos dijeron sentirse complacidos por la respuesta de la juventud a retomar el Leyvazo y advirtieron que el domingo próximo regresarán a la misma calle.

 

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