Con una hora de retraso el gobernador Mario López Valdez llegó a Escuinapa para encabezar el Día de la Familia.

Las familias escuinapenses que habían sido citadas desde las 8:00 horas convivieron al principio y difrutaron del circo que montó el ayuntamiento que se ha caracterizado por la austeridad.

En contraste y haciendo honor a la incongruencia, el despliegue en las instalaciones, con una carpa gigante, un dinosaurio mecánico, música grabada, 300 despensas, ocho tabletas electrónicas, el sorteo de cuatro laptop, 50 ventiladores y hasta cuatro pantallas.

Según el gobernador, se trató de artículos patrocinados, en los que se incluyó 400 paquetes de ropa, 20 electrodomésticos, 50 parrillas eléctricas, mochilas y balones.

La banda que tocó en vivo para el gobernador, no se escapó de la larga espera, ni los casi 4 mil personas que se dieron cita en la Plazuela Corona, entre quienes se distribuyó jugos para los niños.

¡Llegó Malova!. y los chiquillos corrieron a abrazarlo, las mujeres le entregaban carpetas, los escoltas le abrían paso, y la prensa lo interceptaba.

El evento oficial inició y debieron transcurrir 50 minutos antes de que el gobernador hiciera uso del micrófono. El problema fue que lo soltara.

Inició el sorteo entre los asistentes, que cansados y llegada la hora de la comida, optaron por irse, desahogando así la plazuela.

Como si fuera un animador de eventos profesional, bromeó y convivió al momento del sorteo.

El gobernador no se resistió y se paseó en una de las bicicletas que se iban a rifar, advirtiendo que le hacía falta aire a la llanta trasera.

Cometió el error, él lo dijo, de conminar a los niños a subirse para hacerles entrega de una bicicleta, pues al hacerlo en cuestión de segundos los chiquillos saltaron al escenario superando en número por mucho, la cantidad de bicicletas a regalar.

“Nomás alborotó el avispero”, dijo una mujer molesta por la acción.

Y sí, Malova sólo alentó al desorden y se despidió, dejando a su paso una fila interminable de niños y niñas que esperaban ser favorecidos con una bicicleta.

Los que relevaron en el micrófono al gobernador pidieron la presencia en el escenario de personal de Protección Civil, para ese entonces, ya iban por el segundo niño extraviado que voceaban.

De poco valió el llamado al orden y a hacer conciencia de que los niños estaban siendo aplastados, ni el exhorto a recordar los valores de orden y respeto; el desorden seguía y Malova emprendió la graciosa huída.