Emma Leyva
Escenográfo, promotor cultural, museógrafo e incansable protector del patrimonio arquitectónico de la ciudad… fue Miguel Tamayo. Su incondicional amor a la cultura y su labor hizo que lograra avances importantes en la cultura sinaloense.
Miguel Tamayo Espinoza de los Monteros murió en la ciudad que nació, Culiacán. Su partida significó una gran pérdida para el gremio de la cultura en Sinaloa, como parte de la vida cultural de la capital del estado. Tamayo era valorado y respetado por todos los que lo conocían.
Su actividad en el campo cultural inició con sus actividades como actor en el año de 1945 con el grupo de teatro del mazatleco Enrique Alonso Cachirulo.
Tuvo el honor de trabajar junto con Emilio, el Indio Fernández, y tiempo después se integró a las filas de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) como profesor de dibujo y como escenográfo del taller de teatro universitario de aquella época.
También colaboró como productor y escenográfo de muestras escénicas bajo el cargo de directores como Socorro Astol, Inés Arredondo, Óscar Liera y Rodolfo Arriaga, entre otros.
Tamayo era conocido por sus tradicionales ofrendas del día de muertos y sus nacimientos navideños, con los que hacía honor a la cultura mexicana.
Fue director de la Casa de la Cultura de la UAS, la cual lleva su nombre, y en el 2002 fue acreedor al premio Sinaloa de las Artes, otorgado por el Gobierno del Estado.
Miguel Tamayo fue un amante empedernido de la arquitectura de la ciudad, y siempre estuvo en la búsqueda del rescate de los edificios históricos y el patrimonio arquitectónico que distingue a Culiacán.
Homenaje póstumo
El cuerpo de Miguel Tamayo fue llevado para recibir un homenaje a la Casa de la Cultura de la UAS, lugar que siempre fue un segundo hogar para él. Rodeado de compañeros, amigos y familia, fue recibido y despedido entre aplausos.
Durante el homenaje, el director de la casa rosalina, Juan Elogio Guerra Liera, comentó: “Se ha ido don Miguel Tamayo, un ciudadano ejemplar y un universitario como pocos, un hombre íntegro que supo amar a esta casa de estudios sin conocer límites, que le entregó su capacidad y energía sin condiciones, que gracias a su verticalidad y autonomía ha logrado trascender en el tiempo y espacio”.
La directora del Instituto Sinaloense de Cultura, María Luisa Miranda, dijo que “Sinaloa está de luto, la comunidad cultural está de luto, todos hemos expresado de diferentes maneras nuestro duelo y nuestra condolencia a la familia, sin duda también es motivo de celebrar la grandeza de un hombre dedicado a la promoción de la cultura”.
Entrevistado durante el funeral, el actor y director Rodolfo Arriaga, quién tuvo la fortuna de trabajar con él, lo describió como una persona honesta e íntegra.
“Un referente para muchos de nosotros que los conocimos; si no había dinero para las producciones él lo ponía o completaba las escenografías con muebles de las casas de sus amigos ricos, todo con un alto sentido de la responsabilidad y de la generosidad”, dijo.
“Miguel Tamayo creó programas. Yo me acuerdo cuando fui con él ahí con la señora Alicia Almada, él fue el intermediario para que la universidad comprará la casa de la cultura que hoy lleva su nombre” comentó Arriaga.
Otra de las amigas de Tamayo fue Inga Pauwells, quien fue alumna de las clases de dibujo que Miguel impartía.
“Lo conocí en 1954, hace 60 años aproximadamente. Él era maestro de pintura y dibujo en la Universidad, cuando acababa de llegar de México, su papá acababa de morir un año antes. Él hacia la escenografía de todas las obras y yo empecé a hacer teatro en ese entonces, imagínate, ¡tantos años!”.
Pauwells resaltó la labor de Miguel en el teatro sinaloense: “es una pérdida tremenda tanto en la amistad como en lo profesional, claro él ya estaba grande, era un hombre anciano, pero en su juventud y en su media ancianidad digamos, fue un hombre encantador que proyectó a Sinaloa a través del teatro, que no fuera lo que es, si no hubiera sido por él”.
