El aumento en los servicios para la impresión de copias certificadas de documentos oficiales en la oficina sinaloense de Tijuana para migrantes y la posibilidad de que Sinaloa abra una dependencia oficial en Los Ángeles es un buen paso, pero no suficiente, consideró Enrique Hubbard Urrea.
Los sinaloenses están concentrados principalmente en California y Arizona, y esa debe ser la prioridad, indicó el Embajador y ex Cónsul originario de El Rosario.
Se debe contar con alguien muy bien capacitado que oriente a las personas que necesiten del servicio —indicó— y se puede hacer, pero hay que tener la voluntad, hay que entender primero que existe un problema, saber cómo resolverlo y atenderlo.
“Sigue haciendo falta una representación de algún tipo en Sinaloa, en Culiacán, para empezar, que pudiera responder a preguntas que hacen los paisanos”, sobre todo en casos como el de personas que fueron deportadas y tienen hijos que quieren inscribir en el sistema educativo estatal, y tienen problemas porque cuentan con acta de nacimiento extranjera, en otros casos los mal informan y los registran como nacidos aquí y después surgen problemas.
“Debería ser facilitador, pero no existe esa oficina, y lamentablemente además, en todo México solamente tres estados no tienen esta oficina, Sinaloa es uno de ellos, Baja California Sur y Quintana Roo son los otros dos”, indicó.
El gobierno del estado boletinó esta semana que el gobernador de Sinaloa, Mario López Valdez, giró instrucciones al Secretario General de Gobierno, Gerardo Vargas Landeros, para que la oficina de Recaudación y Registro Civil que la dependencia tiene en Tijuana, aumente sus servicios, imprimiendo copias certificadas de documentos de todos los estados del país que ya estén en línea.
Hubbard Urrea puntualizó que el sinaloense migrante que enfrenta algún problema en Estados Unidos, no tiene un lugar dónde pedir orientación. “Lo viví, porque como delegado de Relaciones Exteriores, los empecé a recibir de ‘rebote’; iban a otras oficinas, éstas no podían contestar y me los mandaban a mí, pero tampoco es que las oficinas de Relaciones Exteriores sean para eso”, afirmó.
Las Islas Mexicanas del Pacífico
La primera experiencia que dejó atónito a Enrique Hubbard Urrea como Embajador de México en Filipinas fue la de verse obligado a cantar en un evento oficial, luego de concluir su discurso pues así lo dicta la costumbre en ese lugar.
Le fue sugerida la de “Historia de un Amor”, aquel bolero con el que enamoró Pedro Infante en la época de oro del Cine Mexicano, pues es tal su popularidad y arraigo en Filipinas, que la gente cree que es originaria de ese país e incluso la cantan en español.
Acompañado por un trío, el Embajador rosarense canta y tiene un coro multitudinario de filipinos que siguen en la creencia que esa canción es de ellos.
“Así, con esa imagen en mente, piensen como es que se siente uno de impresionado cuando llega uno allá y encuentra estas costumbres, estas tradiciones, estas profundas raíces mexicanas”, comentó Hubbard Urrea durante la presentación de su libro.
Las extraordinarias coincidencias entre ambas culturas que prevalecen a pesar de que desde que México se independizó dejó de haber contacto con ese país, no dejaron de asombrar a los asistentes a la presentación.
El dato registrado por el diplomático, sobre la fecha en la que un presidente de la República Mexicana hizo una visita oficial, es de 1964 con Adolfo López Mateos, quien encabezó la última visita de Estado.
Titulado “Las Islas Mexicanas del Pacífico”. Testimonio de un diplomático mexicano en Filipinas, el ejemplar tuvo como comentaristas a José Ángel Pescador Osuna y a Emilio Goicoechea Luna.
Ambos, con calidez y la camaradería, expusieron el contenido del libro, en el que apenas con 150 páginas se relata la estancia del Embajador por el archipiélago filipino.
Pescador Osuna deleitó y dio cátedra con su experiencia y describió no sólo el contenido anecdótico, sino la riqueza histórica y cultural que hay en cada página.
A Hubbard Urrea le divierte todavía el haber encontrados personas que se refieren entre sí como “compa” y “tocayo” en el idioma tagalo y se desconcierta también que no existe un lugar donde pueda consumir un platillo con picante porque no les gusta; no existen los limones, en cambio son utilizadas las naranjitas verdes para sustituirlos.
Cada detalle e indicio mexicano adoptado al estilo filipino, también fue observado por Goicoechea Luna, quien calificó como una gran virtud el haber concentrado en tan pocas páginas, tanto contenido.