“Quiere ser abogado defensor, señor Leinen, así que tendrá que comportarse como tal.”: Ferdinand Von Schirach. El caso Collini.
La velocidad que las comunicaciones tienen en el mundo moderno impone a nuestras vidas una necesidad de recibir inmediatamente información, que tal vez haga imposible que nos enteremos de un hecho sin calificar a quienes intervienen en él. En especial si ese hecho es un delito.
Cuando uno escucha las noticias relacionadas con la desaparición de los 43 normalistas en Ayotzinapa, los homicidios en Tlatlaya, el ataque a las oficinas de Charlie Hebdo o los disturbios en Ferguson Missouri, es imposible no reprobar los hechos y encontrar responsables.
No me refiero a si tenemos a la mano toda la información para emitir un juicio con fundamento, sino a la circunstancia humana de calificar un hecho o una persona al conocer de ellos. ¿O a poco no conoces a la típica doña que cuenta y califica la vida, obra y milagros de todos los vecinos?
El problema es, como te imaginarás, que muchas de las veces nos equivocamos por no contar con los datos que nos permitan comprender el hecho en su totalidad. En especial, si se trata de cuestiones legales que son complicadas de por sí.
Todo el mundo tiene su opinión acerca de Raúl Salinas de Gortari, Napoleón Gómez Urrutia o Elba Esther Gordillo, pero pocos conocen los detalles de los procesos legales. Claro, no somos sus abogados para enterarnos de eso, pero tampoco podemos suponer que tenemos a la mano todos los detalles para juzgarlos de manera fulminante.
Y precisamente porque nosotros no somos quienes deben defenderlos, es que existen los abogados defensores. A ellos les corresponde plantear la postura del acusado, presentar pruebas y argumentos, pero también contradecir u objetar los desahogados por los fiscales.
El defensor y el derecho a una defensa adecuada son esenciales dentro de un sistema penal, en particular si éste es acusatorio. ¿Pero qué es eso de una defensa adecuada? En primer lugar, quiere decir que el derecho a defenderse de cualquier acusado es irrenunciable.
Esta prerrogativa debe ejercerla a través de un defensor que necesariamente será licenciado en derecho. Este abogado será elegido libremente por el imputado entre los defensores de oficio o los privados. Y debe asistirlo desde el momento de la detención y a lo largo de todo el procedimiento.
Entre las obligaciones legales de los defensores en el sistema acusatorio se encuentran: asistir al imputado al rendir su declaración, analizar la carpeta de investigación, recabar y ofrecer pruebas de descargo, presentar argumentos y alegatos de defensa, así como guardar el secreto profesional. En pocas palabras, se trata de defender al cliente por todos y cada uno de los medios legales a su disposición.
Lo anterior es válido para cualquier acusado, porque toda persona a quien se le imputa la comisión de un delito tiene derecho a defenderse. Hasta Hitler. Me dirás paisano que te suena a broma, a slogan, a chiste viejo, que eso de que hasta el más perverso debe ser defendido es algo muy choteado. Y sin embargo nos sigue inquietando.
¿No me crees? La semana pasada conocimos que la defensa de Elba Esther Gordillo iba a solicitar la prisión domiciliaria con fundamento en la Ley de los Derechos de las Personas Adultas Mayores, ya que la maestra estaría por cumplir los sesenta años. De inmediato se alzaron las voces que afirmaron que de ocurrir, eso significaría una gran injusticia. ¿Cómo es posible que no esté en la cárcel?
Se recordaron los antecedentes de la acusada, su paso por el SNTE, sus relaciones con el poder, lo desagradable de su rostro, el precio de sus vestimentas, los parientes a los que apoyó políticamente, su militancia en el PRI, la formación del partido Nueva Alianza.
Frente a este contexto se reiteró el veredicto social y mediático de la culpabilidad de la maestra. Pero desde el punto de vista legal, el juicio no ha terminado, aún está sujeta a proceso y falta por conocer la sentencia.
De hecho, el planteamiento de la defensa no propone dejarla libre, sino que enfrente su juicio encerrada en su casa, debido a cuestiones de salud y edad, en función de lo que la ley prevé para esos casos. ¿Será que nos parece irracional que se defienda? ¿Es injusto? ¿Modificamos la ley para que ni ella, ni nadie, tengan acceso a estas prerrogativas?
Nadie es indefendible paisano. Todo mundo tiene derecho a defenderse. Lo que no significa que todos ellos sean inocentes o que vayan a salir en libertad inmediatamente. Sólo se trata de que tengan la posibilidad de ejercer los derechos que la ley les reconoce. ¿Es eso tan absurdo?