En mercados, frente a iglesias y en centros de trabajo, la recolección de firmas

De triunfar en los comicios federales, los diputados ciudadanos representarán un contrapeso frente al poder gubernamental instaurado por partidos políticos, afirmó Manuel Clouthier Carrillo, aspirante a candidato ciudadano a diputado federal por el Distrito 05, uno de los tres que corresponden al municipio de Culiacán.

El ex candidato presidencial independiente durante los comicios de 2012 afirmó que el costo de los partidos políticos y de los candidatos y servidores públicos que de ellos emanan no está en los sueldos que tienen, sino en lo que hacen y dejan de hacer, en un ambiente en el que hay mucha corrupción y negocios al amparo del poder.

“El costo de los diputados no está en sus sueldos, sino en lo que hacen y dejan de hacer. En si son corruptos y piden mochada, si no dicen que no. Eso es lo costoso”, dijo, durante una visita a la empresa Toyota, en esta ciudad capital, donde se reunió con empleados para pedirles que firmen a su favor y poder juntar las 6 mil firmas, uno de los requisitos para convertirse en candidato ciudadano, de acuerdo con lo que marca la ley electoral.

Son 6 mil firmas de electores de ese distrito, el quinto, pues la ley señala que deben mostrar respaldo el 2 por ciento del electorado, que en esta circunscripción suma cerca de 300 mil. El plazo para reunir estas firmas vence el 27 de febrero.

Clouthier parece no descansar. Asegura, frente a los trabajadores, que hay que acordarse de que los malos siempre andan pensando en hacer maldades y no descansan, porque los ciudadanos se han olvidado que el país les pertenece y los gobernantes son sus empleados.

—¿A contracorriente las candidaturas ciudadanas, con tanto requisito?

—Yo te diría que es como una carrera de cien metros. Hay carriles de cien metros planos y otros con obstáculos y esas son las de nosotros, pero no son insalvables. Vamos bien, ya cumplimos el primer obstáculo que es el de los requisitos para ser aspirante, ahora vamos  por el segundo obstáculo que es el de juntar 6 mil firmas en sesenta días.

Estamos en un promedio de 200 firmas diarias y eso nos acerca al objetivo. Creo que estaremos listos en los primeros días de febrero. Pretendemos que este esfuerzo se vaya desdoblando. Estamos trabajando, es un trabajo de organización y una de las cosas que nos ha llamado la atención es que la gente que nos dice que sí es un 99 por ciento y un 1 por ciento nos rechaza y no firma.

Ayer (el lunes) en la Guadalupe Victoria, una sola gente me dijo que no. Le terquee y le terquee y me dijo que no. De unas 150 firmas que sacamos en ese tramo, fíjate nomás.

—Hasta a las iglesias estás yendo.

—Lo que pasa es que estoy yendo donde la gente se reúne, porque ahí me rinde más. Fui al mercado, me paro afuera de las iglesias, y sale la gente y la abordo y si me quieren dar la firma, nos ahorramos el trabajo. Andamos cercanos de las 2 mil. Llevamos buen ritmo.

—Decías frente a los trabajadores que estás encontrando mucho coraje de parte de la ciudadanía, contra la clase política, por la corrupción, la violencia.

—Así nos lo dice la gente y las encuestas, me impresiona el grado de calificación de los gobernantes por parte del pueblo mexicano, al menos en el quinto distrito…

—¿Te preocupa?

—Sí, no es bueno.

Clouthier Carrillo señaló que un país debe estar preocupado, trabajando, no enojado, porque “una persona enojada no produce igual que una que está depositando la confianza y se siente a gusto”.

—Relacionas esto con la desesperanza.

—Así es. No se puede mover a un país sin esperanza. Y parte de este enojo se puede traducir en frustración y por lo tanto, que inhiba la esperanza. Entonces sí me preocupa porque no es sano que el pueblo esté enojado, debe estar entusiasmado, con esperanza y trabajando.

—¿Puede traducirse en caos, violencia, protestas?

—Ya lo hemos visto, por ejemplo en Baja California Sur, que era el estado modelo, y Los Cabos el municipio modelo en las estadísticas que quieras y bastó un incidente de carácter fortuito (el huracán Odile que azotó la región en septiembre del 2014) para que se desatara una barbarie.

Si no sabemos leer eso, si no sabemos que ese desatarse implica en lo profundo de la gente un coraje reprimido ante la menor provocación, incluso fortuita, se puede desatar… los que estamos ciegos somos nosotros.

—Hay muchos factores adversos, están los casos de Tlatlaya, Ayotzinapa, la Casa Blanca.

—Pues los estamos viendo. Son muchas cosas y se deja de manifiesto que si no entendemos lo que estamos viviendo, se puede jugar con lumbre. Hoy por hoy regresó el sistema (priista) y lo que no entendieron es que no es el mismo país.

—Está cabrón construir ciudadanía en un país donde los espacios parecen estar cerrados y copados por los partidos.

—Ya hay. Este es un espacio. Pero los espacios se tienen que ocupar, los derechos se conquistan. Históricamente así ha sido en el mundo y en el país. El derecho del voto de las mujeres, las minorías, la lucha contra el Aparthied en Sudáfrica, los derechos civiles en Estados Unidos, el derecho por las candidaturas independientes en México… son conquistas, pero no va a venir nada del cielo. Tenemos que conquistarlo trabajando.

—La partidocracia es un monstruo.

—El sistema también era un monstruo y se enfrentó a él mi padre y otros luchadores, y logramos un cambio. Es decir, los gigantes con pies de plomo a veces los construimos y los convertimos en fantasmas, y los fantasmas inhiben nuestra participación porque nos dejamos apoderar del miedo. Hoy por hoy a lo único que hay que tenerle miedo es a que la gente buena no haga cosas buenas.