Doctores jóvenes

PROFESIONISTAS UNIVERSITARIOS. Sin ofertas dignas.
PROFESIONISTAS UNIVERSITARIOS. Sin ofertas dignas.

La declaración del rector Juan Eulogio Guerra Liera fue terminante y tronante: se iniciará demanda contra ocho universitarios que fueron auspiciados por el Programa Doctores Jóvenes, pese a que firmaron un compromiso con la institución de manera que al concluir sus estudios estarían obligados a regresar a la UAS, para incorporarse a su planta docente y de investigación.

Esta noticia que se dio con el acompañamiento de las máximas autoridades universitaria cuando normalmente es un asunto administrativo, no sólo revela un problema más en nuestra máxima casa de estudios, sino la necesidad de mostrar de que en la UAS se están haciendo las cosas en forma diferente.

Ciertamente en estos casos siempre se firma algo, lo hicimos quienes siendo profesores fuimos a estudiar el doctorado al extranjero, y hay un tiempo perentorio para reincorporarse y titularse; de lo contrario pende la amenaza de una demanda por incumplimiento del convenio que firman las partes.

Sin embargo, en la UAS hubo o hay, no lo sé, un gran número de profesores que pidieron permisos para cursar maestrías y doctorados y nunca fueron requeridos para entregar sus títulos y mucho menos devolvieron el dinero invertido en ellos. Incluso con estudios incompletos, fueron promovidos en el escalafón.

Ahora, parece que las cosas empiezan a ser distintas, y van sobre esos muchachos que tienen, a decir del Rector, que decidir entre regresar a la Universidad o devolver el dinero invertido en ellos.

Nadie puede estar en contra de que la Universidad se nutra de sangre nueva, con experiencia internacional. Sería tanto como reconocer el fracaso de este programa tan generoso que le ha cambiado la vida a decenas, quizá cientos, de jóvenes sinaloenses.

Pero, sin ánimo de restar méritos a la exigencia del Rector, habría que preguntar, ¿Cuáles son las condiciones laborales del regreso de estos jóvenes? porque así como ellos tienen obligaciones legales también las tiene la Universidad.

¿Esos ocho estudiantes tienen plaza de tiempo completo al momento de su incorporación a la planta docente? ¿No tendrán que enfrentar a otros aspirantes que las reclamaran como propias por razones de antigüedad? ¿Los salarios que devengarán les permitirán solventar los gastos de sostenimiento de ellos y si es el caso, de sus familias?

Estas preguntas no son ociosas, y mucho menos con ganas de fastidiar, pero pongo el caso de un joven doctor economista que buscaba a través del Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (CONACYT) la repatriación, y según me comentaron en el Doctorado de Ciencias Sociales, traía de Alemania una experiencia en estudios de impacto de la economía criminal en la formal.

Esta experiencia interesó por razones obvias a los directivos del programa académico, pero cuando se trató de ver lo que este doctor recibiría de ingreso, no pasaba de los 10/12 mil mensuales. El rechazo fue inmediato y se fue a otra institución académica.  No le alcanzaba para vivir con cierta dignidad en una ciudad cara como es Culiacán.

O sea que la situación no es blanco o negro, sino de claroscuros para estos muchachos, que se han preparado gracias al apoyo de una institución educativa, pero principalmente por el gran esfuerzo y entrega que representa estar en programas de alta calidad.

No es raro que al terminar sus estudios les ofrezcan trabajo en los países de acogida y el pago es en dólares o euros. Otros más, mientras están estudiando, establecen contactos con instituciones académicas de otros países, o incluso dentro del nuestro, que les ofrecen mejores ingresos. Entonces se ven en la disyuntiva entre regresar para sobrevivir en nuestra Universidad y no poder sostener el nivel académico donde hasta ese momento se desenvolvían, por las características de nuestra cotidianidad universitaria, donde cómo sabemos se privilegia la política por encima de la academia.

Conozco casos de jóvenes que han regresado a nuestra Alma Mater y se sienten frustrados porque las posibilidades de desarrollo han sido muy limitadas, y lo más preocupante es que no hay fecha para cuando esto cambie, y cuando viene la frustración para ellos, ya pasó el tiempo y las oportunidades en otras instituciones.

Repito, no sé el caso de estos jóvenes que serán requeridos legalmente por las autoridades de la UAS, ¿Procederá en el caso de una beca? ¿De qué se les puede acusar? ¿De incumplimiento de un contrato laboral? ¿En caso de resultar culpables y no tiene con qué pagar, como se les castigaría?

En fin, no lo sé, pero da la oportunidad de reflexionar sobre estos doctores jóvenes y a los dilemas a los que se ven sometidos en esta transición maravillosa, que es la formación en otros países, donde todo, prácticamente todo, está por aprenderse en beneficio de sus vidas.

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