Julio Scherer García: La piel y la entraña

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Redacción

El periodista y escritor Julio Scherer García murió la madrugada del pasado miércoles 7 de enero. El fundador de la revista Proceso y autor de Los Presidentes (1986) y La reina del Pacífico (2008), entre otros 20 libros, falleció a causa de un choque séptico tras una enfermedad que sufría desde hace unos dos años.

“El 17 de octubre pasado hizo lo que sería su última visita a la redacción que tanto amó. Al despedirse, a las puertas de las oficinas del semanario que fue su vida durante sus últimos 38 años, dijo a este reportero (Alejandro Caballero), con los ojos húmedos, que Proceso había costado muchos sacrificios y trabajo y se despidió intentando una sonrisa“, indicó Proceso en la nota en la que informó sobre su muerte.

Scherer García, de 88 años, murió poco antes del aniversario número 38 de Proceso, la revista de investigación que fundó en 1976, tras dejar el diario Excélsior —uno de los más importantes de México durante la segunda mitad del Siglo XX—, que dirigió de 1968 hasta 1976, cuando una maniobra orquestada por el gobierno del entonces presidente Luis Echeverría, terminó con su salida de la dirección del medio.

CONTRA LA CORRIENTE. A su salida de Excélsior en 1976.
CONTRA LA CORRIENTE. A su salida de Excélsior en 1976.

El Premio Nobel de Literatura, Octavio Paz, que dirigía la revista Plural que publicaba Excélsior, abandonó la dirección de ese magazín cultural y político junto con Scherer.

El periodista inició su carrera en Excélsior en 1949 como mandadero y 19 años después se convirtió en su director. Scherer asumió la dirección del diario en momentos en que los estudiantes protestaban contra el gobierno a quien conminaban a dialogar; petición que fue rechazada por el mandatario Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) y que se saldó con una matanza ocurrida el 2 de octubre de 1968 cometida por un grupo paramilitar en la zona habitacional de Tlatelolco. La cantidad exacta de personas que fallecieron en ese ataque se desconoce hasta la fecha.

Al día siguiente de la masacre, mientras los periódicos retomaban la versión oficial de que los estudiantes eran parte de una conjura que tenía como fin sabotear los Juegos Olímpicos que se celebrarían ese año en México, Excélsior publicó una caricatura de Abel Quezada en la que sobre fondo negro aparecía la frase “¿Por qué?”.

En sus páginas editoriales, Excélsior puso en duda la versión del gobierno, aunque el periodista reconoció que no había podido sustraerse por completo de las presiones del mismo. A Díaz Ordaz le sucedió Luis Echeverría (1970-1976), su secretario de gobernación, a quien se achacaba responsabilidad por la matanza.

CON EL MAYO ZAMBADA. En aquella polémica entrevista.
CON EL MAYO ZAMBADA. En aquella polémica entrevista.

De la salida de Excélsior al Mayo Zambada
El periódico Excélsior, a su cargo, mantuvo una línea crítica al desempeño del gobierno, lo que lo llevó a orquestar, en 1975, una protesta de presuntos accionistas que, en realidad, eran dirigidos por un líder campesino de un grupo afiliado al PRI, partido en el gobierno.

En 1976, en la cúspide de su carrera periodística, fue echado de Excélsior por esa maniobra atribuida al entonces presidente Luis Echeverría. Julio Scherer no se amilanó y fundó Proceso, una publicación que se mantiene en circulación como el semanario político con mayor peso y trayectoria en México.

Entre los asuntos que la revista dio a conocer se encuentran la divulgación en 1978 de la existencia de un grupo especial del ejército dedicado a combatir a la guerrilla llamado “Brigada Blanca”; la investigación sobre el asesinato del periodista Manuel Buendía en 1984, cuya responsabilidad se achacó al Director de Seguridad Nacional; la denuncia de las acusaciones de enriquecimiento ilícito y sospechas sobre corrupción del Raúl Salinas de Gortari, hermano del expresidente Carlos Salinas, a quien bautizó como “el hermano incómodo” en la década de 1990.

En 1994, tras el alzamiento del grupo guerrillero indígena conocido como Ejército Zapatista de Liberación Nacional, el semanario publicó una entrevista con su dirigente el “Subcomandante Marcos”. El grupo insurgente lo propuso como integrante de una comisión que negociara la paz entre los rebeldes y el gobierno, pero declinó la oferta.

“Mi condición de periodista me obliga a la imparcialidad”, decía su respuesta, “difícil de sostener en la doble condición de mediador y cronista de los acontecimientos que vivimos. Debo, pues, cumplir exclusivamente con las reglas de mi profesión”.

En abril de 2010, una foto de portada anunciando el reportaje “En la guarida con el Mayo Zambada” y en la que don Julio aparece junto al famoso narcotraficante, generó la polémica y puso en la boca de todos.

En la entrevista con el narcotraficante, éste se quejaba por la operación del gobierno contra cárteles de la droga. La publicación provocó críticas al periodista por dar voz a un personaje que se reconocía como criminal y por la fotografía que ilustraba a la historia, en la que Zambada lo abrazaba con familiaridad.

LA ENTREVISTA INSÓLITA. Con el subcomandante Marcos.
LA ENTREVISTA INSÓLITA. Con el subcomandante Marcos.

El escritor
Scherer García escribió nada menos que 22 libros entre 1965 y 2013. El primero fue Siqueiros: La Piel y la entraña (1965) y 19 años después Los Presidentes (1986). Además: El poder: historias de familia (1990); Estos años (1995); Salinas y su imperio (1997); Cárceles (1998), y Parte de Guerra, en coautoría con Carlos Monsiváis, con revelaciones inéditas sobre la masacre estudiantil de 1968 en la Plaza de Tlatelolco (1999).

También publicó Máxima seguridad (2001); Pinochet, vivir matando (2000) y Nuevo Siglo-Aguilar (2003); Tiempo de saber: Prensa y poder en México, en coautoría con Carlos Monsiváis (2003); Los patriotas. De Tlatelolco a la guerra sucia (2004); El perdón imposible (Versión ampliada de Pinochet, vivir matando); El indio que mató al padre Pro (2005), y La pareja (2005), un libro crítico sobre el presidente Vicente Fox y el protagonismo de su esposa, Martha Sahagún.

Otros de sus libros fueron La terca memoria (2007); La reina del Pacífico (2008); Allende en llamas (2008); Secuestrados (2009); Historias de muerte y corrupción (2011); Calderón de cuerpo entero (2012); Vivir (2012) y Niños en el crimen (2013).

EL FUNERAL. En el panteón francés.
EL FUNERAL. En el panteón francés.

“Cuando te habla Julio Scherer, es como si Zeus te hablara desde el Olimpo”: Juan Villoro

La muerte de Julio Scherer García en la víspera dejó huérfano al periodismo combativo y crítico que ha perdido así una figura irrepetible, maestro de reporteros y él mismo hasta el final un soldado de la información.

“Cuando te habla Julio Scherer García y tú te dedicas al periodismo, pues es como si Zeus te hablara del Olimpo y te dijera: tienes una encomienda. Naturalmente dices: –Sí, don Julio, qué quiere que haga, qué guerra quiere que cubra, das la patria potestad de tu hija si es necesario”, contaba el escritor Juan Villoro en una entrevista reciente.

Hablaba de un reportaje sobre Cuba que el maestro mexicano del periodismo le había encargado entonces al jovencísimo autor de El testigo y Dios es redondo.

Las palabras de “Juanito” no son exageradas. Decir Julio Scherer entre los conocedores del periodismo nacional es originar una profunda y sincera reverencia, como la enunciada por el guionista de Amores perros, Guillermo Arriaga, en su cuenta de Twitter.

“Se ha ido una de las grandes voces críticas de este país: Julio Scherer. Hará una falta enorme, más ahora. Una dolorosa pérdida”, dijo el también director de cine.

Scherer, que falleció a los 88 años, dedicó más de cuatro décadas a denunciar con su pluma los abusos del poder y dibujar los caminos más comprometidos del periodismo en México, un país donde nunca ha sido fácil ejercer el oficio.

“Toda su carrera la hizo contra la corriente y se ha demostrado que tenía razón”, dijo el escritor colombiano Gabriel García Márquez, Premio Nobel de Literatura, al entregarle en 2002 el premio de la Fundación Nuevo Periodismo en la categoría de homenaje.

Y precisamente la revista Proceso, que fundó en 1976, destaca entre otras muchas notas dedicadas a honrar la memoria del legendario periodista, la crónica de ese día en que Gabo premió a Julio.

“No sabes cuánto te quiero, me jodiste” —dijo Gabriel García Márquez a Julio Scherer García en el momento de entregarle el premio en el estrado del Marco.

“’Gabriel, Gabriel, Gabriel’”, fue la respuesta, al tiempo del abrazo estrecho y el beso en la mejilla”, dice la crónica titulada El oficio de Scherer.

LOS GRANDES. Del periodismo mexicano.
LOS GRANDES. Del periodismo mexicano.

Una misa en el panteón francés
A muchos llamará la atención que una misa en el Panteón Francés haya sido la ceremonia elegida para despedir al maestro; sin embargo, se cumplía así un deseo del también recientemente fallecido Vicente Leñero, su gran cómplice y católico de fe militante.

Como sea, don Julio, nacido el 7 de abril de 1926 en la Ciudad de México, inició sus pininos en el periodismo en una publicación estudiantil de raigambre jesuita, por lo que no habría de extrañar que si Dios existe, allí lo estará esperando con una Olivetti bien aceitada para que narre historias desde el Cielo.

Porque más allá de las ideas, nadie supo concentrar tanto respeto desde diferentes posiciones políticas. Así lo demuestra el pésame del escritor Jorge Volpi enviado a María Scherer desde su cuenta de Twitter: “Lamento la muerte de don Julio Scherer, figura clave de nuestra vida pública: infatigable, siempre crítico”, escribió el autor de En busca de Klingsor.

El hombre que en 1952, comenzó a destacar en la edición matutina de Excélsior, uno de los diarios más antiguos de México, hasta llegar a la dirección en 1968, crece en la memoria de su hija María, quien publicó un texto conmovedor en la revista Letras Libres.

“Creo que comprendí que mi padre era un gigante hasta que me matriculé en la universidad. Sabía, por supuesto, que era un hombre importante, querido y respetado, que todo el mundo lo conocía, lo mismo que él conocía a todo el mundo.

“Prácticamente a diario —juro que no exagero—, mi papá dejaba una nota en mi buró. La colocaba ahí temprano en la mañana, antes de salir, o por la noche, cuando me encontraba dormida. Conservo muchísimas tarjetas suyas que dicen solo Te amo. Dos cajas protegen cientos más. Elegí una al azar, porque no puedo decidirme por ninguna. Escribió: Hija preciosa: Ya no más amor, ya no tanto. Hay horas en que cubres mi pensamiento íntegro. ¡Basta!”, comparte María Scherer, periodista como su padre y también novelista.

Con Gabriel García Márquez.
Con Gabriel García Márquez.

Su valentía y su ética estaban para entonces blindadas y fuera de discusión, por lo que podría decirse sin ninguna duda que murió con el prestigio intacto, abrazado a una imagen de sí que ha iluminado a las nuevas generaciones.

“Tantas alegrías regó don Julio a su paso que no se pueden cuantificar las penas de quienes fuimos atraídos por su luz”, dice el periodista y escritor Juan Pablo Proal, editor de la versión digital de la revista Proceso y a quien don Julio estimuló como nadie para que escribiera su primer libro, Vivir en el cuerpo equivocado.

“Era grande no sólo por su pluma, por su incorruptibilidad, por su valentía, sino también por su infinito amor a la vida y a la humanidad; por su enorme corazón, siempre desprendiendo generosidad y alegría. Forjó a generaciones de periodistas y deja el único medio impreso del país que semana a semana es consecuente con la vocación esencial del periodismo: ser un contrapoder. Lejos de opacar con su gigante figura, Don Julio nos incluyó a todos en su inmensa planta de luz: jamás se cansó de impulsarnos a que brilláramos también. Gracias por tu vida, por esa admirable y milagrosa vida”, añade Proal.

“Cómo extrañaremos su mirada, sus textos, sus lecciones únicas de generosidad y fuerza, se lamenta el periodista Jenaro Villamil.

En privado, cada uno de los que abrazamos con pasión este oficio a veces demasiado ingrato, siempre demandante, dedicamos un minuto de silencio a reflexionar cómo haremos para emular el tino y el amor que don Julio Scherer dedicó a este raro privilegio de ser, después de todo, simples periodistas. (Texto editado).

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