Otro día para matar

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Como casi siempre sucede, las películas que hacen mucho ruido no son garantía de ser buenas, a pesar de que cuenten con una superproducción y actores reconocidos que hacen un aceptable trabajo.
Otro día para matar (John Wick/EU/2014), dirigida por Chad Stahelski, tiene la ventaja de contar con esos dos elementos: algunas escenas muy bien logradas y a un reaparecido Keanu Reeves con una interpretación decente, pero deja mucho qué desear con la historia, en la que también como es común en las cintas de acción, hay bastante de esto, y lo que se cuenta es mero pretexto.
Justo después de sepultar a su esposa, John Wick (Keanu Reeves) recibe un perro como regalo póstumo de su parte, por lo que el cariño que le toma es muy grande, por eso cuando tres sujetos entran a su casa y no conformes con golpearlo y robarle su lujoso Mustang, matan al canino, su coraje no podía ser menos.
Wick era un asesino, pero tuvo la oportunidad de salir de ese medio gracias a que realizó un trabajo casi imposible, todo por casarse, pero al enterarse que quien le robó el carro es Iosef (Alfie Allen), el mismo que intentó comprárselo en una gasolinera e hijo de Viggo Tarasov (Michael Nyqvist), el jefe de la mafia rusa, decide vengarse.
A partir de ese momento saca de su escondite sus mejores armas, y no descasará hasta encontrar a Iosef para matarlo, aunque no será nada fácil, porque además de que éste ya sabe que lo buscan, tiene a su alrededor mucha gente que lo cuida.
Una de las escenas más interesantes de Otro día para matar es cuando Wick entra a un edificio y llega desapercibido hasta el sótano, en el que se encuentra a Iosef en una alberca con sus amigos y unas chicas, pero al darse cuenta de la presencia de quien lo busca para matarlo, sale despavorido corriendo, cubierto sólo por una toalla, y así llega hasta la discoteca que hay un piso arriba, pasa por entre la gente que está bailando y sale a la calle, con Wick detrás de él.
La manera en que el personaje de Reeves llega a ese lugar y va eliminado de su camino a quien le estorba, la seguridad con la que dispara y la destreza con la que da en el blanco, es muy interesante.
Las actuaciones no son brillantes, pero otro punto favor de la película es la interpretación de Reeves; sin embargo Nyqvist también cumple muy bien, como el mandamás de los mafiosos rusos, y se agradece la (poca) presencia de William Dafoe, John Leguizamo y Lance Reddick.
El problema de la cinta, que no presenta nada nuevo dentro del género, es que el pretexto, justificación o razón para matar a tanta gente y que un asesino retirado regrese a escena es poco creíble (o es que ya sin esposa, qué más podía hacer), cuando el carro se puede recuperar y al perro no le podía tener tanto cariño en tan poco tiempo.
A pesar de todo, el filme es entretenido, las dosis de acción, las persecuciones, las balaceras y algunos momentos realmente cómicos sarcásticos, hacen que uno se mantenga atento y salga con un buen sabor de boca, aunque desaparezca pronto. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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