¿Por qué mataron a Atilano?

COMUNEROS. “Que el asesinato no quede impune”.
COMUNEROS. “Que el asesinato no quede impune”.

Llega el Día de Muertos sin esclarecerse los móviles del crimen
Con las proporciones guardadas del caso, el silencio que rodea al homicidio de Atilano Román Tirado, líder comunero, es similar al mutismo de la masacre perpetrada en Casas Viejas, el seis de agosto pasado, donde murieron cinco personas.
A casi un mes del asesinato de Octavio Atilano Román Tirado, dirigente de los afectados por la construcción de la presa Picachos, un silencio de cementerio en torno a su muerte impera en el contexto del Día de los Fieles Difuntos.
Un guión ortográfico 1965-2014 separa el año de nacimiento y el de su muerte en su lápida, que sumó 49 años de vida.
En la tumba del líder no hay epitafio como en la fosa vecina del finado Prudencio Sánchez Escobedo 1927-2009, cuya esposa, hijos y nietos expresan sus sentimientos de viajeros en el tiempo: “con tu partida te llevaste 40 años de mi vida y la satisfacción de haber formado una familia con valores”.
La falta de inscripción en la sepultura de Atilano Román se entiende por su muerte sorpresiva, además de que el domingo 12 de octubre, en la capilla de San Judas Tadeo, una de las hijas del líder comunero, dirigió unas palabras conmovedoras hacia el féretro donde yacía el cadáver de su padre y que en resumidas cuentas describía a su progenitor como un hombre ejemplar.
El temple con el que la doliente dijo de memoria su discurso ante el ataúd, arrancaría un discreto comentario del exalcalde de Mazatlán, Alejandro Higuera Osuna.
“Qué fuerte es muy fuerte (la hija de Atilano)…”, dijo el ex primer munícipe, a la viuda del líder.
“El carácter y la fuerza la heredó de su padre que hasta el final luchó por defender sus convicciones”, agregarían otras voces susurrantes.
Si se toma en cuenta que el problema de la presa Picachos inició en mayo de 2005, durante el sexenio del entonces gobernador del estado, Jesús Aguilar Padilla, mediante engañosos convenios de ocupación previa, sin indemnizaciones a los afectados y ausencia de expropiación, el conflicto ya tiene más de nueve años, desde que Atilano Román Tirado pisaba los 40 años.
En 2010 llegaron los del “gobierno del cambio” prometiendo resolver el conflicto, pero fue “más de lo mismo” con sus “cuotas y cuates”.
Ya había corrido mucha agua por la presa y bastante sangre de comuneros y/o avecindados de la zona serrana, cuando Atilano Román cayó abatido por los balazos que uno de los sicarios le disparó el 11 de octubre.
Los disparos dentro de la cabina de radio donde el hoy occiso transmitía un programa sabatino relacionado con los asuntos de la presa Picachos, ocuparon los oídos de los radioescuchas que oyeron el asesinato “al aire”.
ASESINATO DE ATILANO. “Reservado” por la Procuraduría estatal.
ASESINATO DE ATILANO. “Reservado” por la Procuraduría estatal.

El silencio que flota en el aire salado del puerto sobre la muerte de Atilano y que aparentemente se prolongó hasta su lápida mortuoria huérfana de epitafio, contrasta con aquella consigna enarbolada por los comuneros dolientes en el cortejo fúnebre del domingo 12, que anunciaba “presa Atilano Román”.
“En La Puerta de San Marcos, San Marcos (El Marqués), El Placer, Los Copales, Las Iguanas y Casas Viejas, los comuneros quieren hacerle una estatua de bronce a Atilano Román Tirado”, dijeron algunos habitantes de dichos pueblos.
“Bienvenida la estatua de bronce como un homenaje a la memoria de Atilano, pero que su asesinato no quede impune”, secundaron otros pescadores de la presa.
En la parroquia de San Judas Tadeo, donde fue la misa de cuerpo presente, se comentaría que el día que lo mataron se estaba preparando una fiesta para celebrar el éxito obtenido con los permisos otorgados por CONAPESCA.
Desde la casa de Atilano, situada en lo alto de una loma, se mira el pueblo La Puerta de San Marcos, y también el embalse de la presa Picachos, cuyas aguas parecen jugar con las faldas del cerro cercano a las cabañas turísticas.
Esa casa, donde se dijo sería la fiesta, se vistió de luto ese funesto sábado.
Después de la muerte del dirigente comunero, de boca en boca se ha generalizado un comentario no confirmado de que éste habría dejado una deuda de un millón de pesos.
Al margen de la situación financiera que cargan sobre sus hombros los continuadores de los proyectos productivos heredados por Atilano, lo que impera es la pregunta: ¿por qué mataron al líder comunero?
En la espera de la respuesta se fue octubre, mes en que asesinaron a Román Tirado, pasando la estafeta a noviembre que llegó con su Día de Todos Los Santos y el silencio de cementerios.
El silencio del fiscal
Sábado 11 de octubre. El procurador General de Justicia del Estado, Marco Antonio Higuera Gómez, dijo: “no habrá impunidad en este caso”.
Viernes 17 de octubre. El fiscal estatal descartó que en el asesinato de Atilano Román Tirado haya participado el crimen organizado. Y agregó: “espero en el momento en que hagamos la presentación del asunto resuelto, ya verán ustedes qué es lo que van a encontrar”.
Jueves 30 de octubre.”Es un asunto que está en investigación y que lo mantenemos totalmente reservado por la etapa en que se encuentra. En una investigación no puedo dar avances”.

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