Con La ley de Herodes (1999), Un mundo maravilloso (2006) y El infierno (2010), estrenadas estratégicamente en contextos cruciales para México, el director Luis Estrada mostró que su especialidad es la sátira política, desde donde igual critica al nivel federal, estatal, municipal, como al ejecutivo, legislativo y al judicial.
Ahora con La dictadura perfecta (México/2014), no duda en traer a colación temas como la corrupción, impunidad, crisis, violencia… y el manejo de los medios de comunicación para engañar a la gente, limpiar la imagen de políticos y llevarlos a conseguir puestos públicos.
Si anteriormente eran los partidos políticos, el ideal de un estilo de vida y el narcotráfico, ahora Estrada expone situaciones muy conocidas por el espectador (los videoescándalos de Carlos Ahumada y René Bejarano, la desaparición de Paulette, los enredos de El góber precioso, los errores de Enrique Peña Nieto), a los partidos políticos principales, a la televisora más poderosa de México (¿Televisa?) y a algunos de sus conductores (¿Joaquín López Dóriga?), noticiarios (con “24 horas en 30 minutos”) y telenovelas (“Los pobres también aman”).
En su encuentro con el embajador de Estados Unidos, el presidente de México (Sergio Mayer) comenta que en aquel país, “los mexicanos están dispuestos a hacer todos los trabajos sucios que ya ni los negros quieren”, e inmediatamente en las redes sociales aparecen toda clase de burlas, por lo que es necesario desviar la atención de la gente a otra cosa.
TV MX, la televisora más importante del país, al servicio del gobierno, difundirá, entonces, un video del gobernador Carmelo Vargas (Damián Alcázar) recibiendo dinero, al parecer, del crimen organizado.
Para limpiar su imagen, ese mandatario acude con un directivo (Tony Dalton) de la misma televisora y paga para que, bajo la “operación caja china”, un productor (Alfonso Herrera) y un conductor (Osvaldo Benavides) limpien su imagen.
El secuestro de unas gemelas servirá como otro distractor, para que la población se concentre en seguir el proceso de recuperarlas, y no en los malos manejos de Vargas.
Las actuaciones son muy destacables, sobre todo de Alcázar, a quien le queda muy bien ese gobernador (según hijo de Juan Vargas de La ley de Herodes) corrupto, sin vergüenza, cínico y mal hablado, pero el mismo resultado dan Joaquín Cossío, Arat de la Torre, Silvia Navarro, Saúl Lisazo, Alfonso Herrera, e incluso Sergio Mayer.
La cinta ha causado mucha controversia por sus señalamientos, al grado de que se temía que fuera censurada; Televisa, que en un principio la apoyó económicamente y la iba a distribuir, se retiró del proyecto, y al menos Herrera comenta que hubo consecuencias negativas por haber participado en ella (y no es el único de la nómina de esa compañía que estuvo en el filme).
De que la película aborda temas importantes, (casi) directamente, a través de una sátira, no hay discusión, y lo hace muy bien, al grado de que la gente llega a reírse a carcajadas de esos problemas que forman parte de su presente, bueno sería que sirviera como un documento que le dé una visión crítica y la lleve a elegir mejor a sus gobernantes, a no creer todo lo que lee en la prensa, ve en la televisión, escucha en la radio y sigue por las redes sociales. No se la pierda… bajo su propia responsabilidad, como siempre.
- Autor | Iván Páez
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