Alma Rosa busca a su hermano desaparecido hace cinco años. Antes lo quería vivo. Ahora, resignada pero no vencida, solo espera dar con unos cuantos huesitos.
Miguel Ángel Rojo Medina es ese hombre que desapareció el 4 de julio de 2009, en Oso Viejo, una comunidad cercana a Culiacán. Andaba echándose unas cervezas, salió a reabastecerse y ya no regresó. Versiones extraoficiales indican que fue sometido y privado de la libertad por un comando, pero esto no ha sido confirmado.
El Centro de Investigación y Capacitación Propuesta Cívica informó que Sinaloa, con 4 mil 434 casos, es uno de los 10 estados con mayor incidencia de desapariciones forzadas, junto con Durango, Tamaulipas, Nuevo León y Veracruz. Son casos, en su mayoría, ligados al narcotráfico.
Alma Rosa no se deja. Toca puertas, entrega solicitudes de audiencia y hasta pagó a delincuentes al servicio del narcotráfico para que le dieran informes y la acompañaran al monte, en su búsqueda. Por esos caminos le hablaron de otros ejecutados y otros desaparecidos, pero no de su hermano. Y por esos caminos corrió también peligro.
Buscó y buscó. Empezó la dolorosa travesía de averiguar con la esperanza de localizarlo vivo. Que alguien lo tuviera en sus manos y poder recuperarlo entero. Años después, con los pies a rastras pero sin dejar de caminar y mantener sus exigencias y pesquisas, se conformaría con los despojos: sus huesitos, como dice ella, para tener dónde rezarle, llevarle flores y veladoras cada noviembre, cada Día de Muertos.
Dos exhumaciones
Sus muchas averiguaciones y unos cuantos pasos de sonámbulo y de mala gana dados por los investigadores de la Procuraduría General de Justicia del Estado (PGJE) permitieron dar con cinco cadáveres en la fosa común del panteón ubicado en la colonia 21 de Marzo. A raíz de esto, se hizo una primera exhumación en agosto de 2011 y de ahí sacaron muestras para obtener el ADN que permitiera ubicar si entre los cadáveres estaba el de Miguel Ángel.
Inexplicablemente, la procuraduría dijo que hacía falta otra exhumación y así se hizo a mediados de 2012. De esa, todavía los últimos días de septiembre y primeros de octubre de este año esperaba los resultados enviados desde la Ciudad de México, por la Procuraduría General de la República (PGR), pero solo llegaron dos pruebas y ambas dictaminaban que no estaba entre ellos su hermano.
Le anunciaron que otra exhumación se realizaría el 23 de septiembre. Recordó que José Luis Leyva Rochín, fiscal especial para casos de desaparecidos, le dijo que todo iba bien, que los trámites estaban avanzados y que ese día, a las 7 de la mañana, se verían en el panteón de la 21 de Marzo, para sacar los cinco cadáveres de la fosa común.
Un día antes llamó de nuevo para confirmar y todo parecía estar listo, así se lo dijo el mismo Leyva. Pero horas después, a través de un mensaje de texto, le dijo que siempre no.
“Me mandó luego un mensaje que me dice que según él marcó y no escuché, no contesté, para decirme que se suspendió la exhumación porque el personal de la PGR no pudo para mañana, y que se iba a hacer lo más pronto posible… A mí me dio mucho coraje. Era extraño que se suspendiera la exhumación a última hora”.
—¿Qué argumento le dieron?
—Nada más eso, que no pudieron venir. No me han dado una explicación ni por qué no hemos tenido otra reunión con el Procurador.
Alma Rosa recordó que habían acordado con el gobernador que el procurador los recibiría cada mes, junto a los activistas de la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos (CDDHS), para informar sobre los avances en las investigaciones de personas desaparecidas.
Pero Marco Antonio Higuera Gómez, procurador de justicia, no los ha vuelto a recibir. Por eso ella acudió por su cuenta a buscar una audiencia los primeros días de octubre. En el edificio de la fiscalía la atendió la secretaria de Higuera, ingresó con el papel de la solicitud a una de las oficinas y luego de diez minutos salió para decirle que gracias, que le iban a llamar.
Ella insistió. Pidió además que le firmara de recibida la solicitud, a lo que la empleada se negó. Entonces ella, molesta, le solicitó con firmeza que le regresara el documento. Y se fue.
Muchos muertos, poca justicia
Las hijas de Alma Rosa se lo piden. Otros familiares y amigos también: que se retire, que ya mataron a Sandra Luz y también a Atilano Román, líder de los comuneros de la presa Picachos. Por eso, en ocasiones flaquea y dice hasta aquí.
Se cansa, quiere plantar sus pies y no moverse más. Pero luego se levanta, se inyecta ánimos con el amor de hermana y vuelve a empujar.
—Son más de cinco años y no hay pruebas, no lo han buscado ni investigado las autoridades, y usted ha tenido que empujar y empujar, aunque no haya justicia.
—Lo que pienso es que el gobierno está bien corrompido, la verdad. Con todo esto, si ellos quisieran desde cuando hubieran sacado todo, pero no trabajan, nos quieren traer con engaños, con mentiras.
Les dije a Martín (Robles, subprocurador General de Justicia) ‘díganme si no van a hacer nada, díganme, porque si no me voy por mi cuenta a México a hablar con los de la PGR’ y me ofreció darme de su dinero si no hacían las pruebas. Tengo esperanza de encontrarlo aunque sean sus huesitos, porque vivo, la verdad, no creo.
—Parece que no les importa.
—Actúan así, como si no les importara. No hay avances, ellos lo ven y según les duele pero no veo interés de ellos, la verdad… ya es mucho, puras mentiras y mentiras.
—¿Por qué cree que se suspendió la exhumación?
—Creo que me jugaron el dedo en la boca. ¿Sabe por qué? porque si quedaron de llamarme, que eran rápido las cosas, creo que no hicieron nada, inventaron cualquier mentira y sobre mentira y de repente que no se va a hacer. Es un pretexto.
—¿Le apuestan al olvido, a que usted de canse?
—Pienso que sí, que quieren que no haga nada, que me canse. Incluso a veces digo ‘ya la voy a dejar ahí, me voy a dedicar a mis hijos, mi familia’. Ya, ya, ya. Tengo muchos años en esta lucha y no encuentro nada… pero cómo es posible que ni los huesitos, que el gobierno no pueda hacer algo.
- Autor | Malayerba
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