La fuga insólita en Mazatlán

RAFAEL BÁEZ. “Los custodios del CECJUDE no tienen responsabilidad”.
RAFAEL BÁEZ. “Los custodios del CECJUDE no tienen responsabilidad”.

Deja reo evadido cinco personas detenidas y una cloaca destapada en el Juzgado Noveno de Distrito
El jueves nueve de octubre, los “altos” funcionarios del Consejo de la Judicatura Federal, llegaron y observaron la fortificación del Juzgado Noveno de Distrito con perplejidad, como preguntándose cómo se había fugado el reo.
Una bata roja tirada, una rejilla de práctica de audiencias segueteada y que había sido pegada con chicle, parecían agregarle un elemento de burla a la evasión, pues el fugitivo se había burlado del sistema de seguridad y justicia.
Ernesto Parra Barreda, el Natillas se fugó en las barbas de custodios de la Policía Estatal Preventiva, guardias de seguridad privada y Policía Municipal.
Daba la impresión de que el presunto secuestrador había sometido a su voluntad a todo el personal de Juzgado Noveno de Distrito —ubicado junto a la Unidad Administrativa— y éste había cooperado de buena gana para abrirle las puertas hacia su anhelada libertad.
“Para mi ver tiene responsabilidad también la gente que está al interior del Juzgado, porque lo vieron pasar y nadie dijo nada”, sostuvo Alfredo Báez Sidar, director del Centro de Ejecución de las Consecuencias Jurídicas del Delito (CECJUDE).
“Seguetearon tres pedazos, estos tres pedazos al parecer estaban cubiertos con un chicle, como que era ya trabajo atrasado, que habían realizado un día o días anteriores, por ahí se metió el procesado, cruzó las oficinas y un guardia de seguridad le abrió la puerta”, relató el funcionario.
“El mismo guardia, añade, nosotros nos entrevistamos con él y dijo ‘sí por aquí salió me dijo que quería salir, porque iba por su credencial’; por ahí salió y muy campante”.
Eran aproximadamente las 11:05 horas, cuando Parra Barreda, junto con dos coacusados, fueron ingresados al Juzgado Noveno de Distrito, situado en calle Río Baluarte, del fraccionamiento Tellerías, y para las 11:20, ya se había fugado.
“No avisaron hasta después de 15 o 20 minutos”, comentó el titular del CECJUDE, quien señaló que los custodios que resguardaban al reo no tienen responsabilidad.
En cuanto se supo la noticia, en las calles de Mazatlán, no pocos ciudadanos comentaban que la de Parra Barreda era una “fuga” entre comillas, porque más bien se percibía que había sido una liberación arreglada desde alguna parte.
Ríodoce le comentó al funcionario penitenciario dicha percepción de la gente de la calle.
Báez Sidar respondió: “Pero no con nosotros, nosotros llegamos, abrimos el candado, introducimos, entregamos a los tres internos, cerramos la puerta y ‘enllavamos’ con candado en espera que se les tome su declaración y se termine su audiencia para que nos avisen”.
“Y ¡sorpresa! para nosotros que nos avisan que se fugó uno y ahí en el interior de ellos, en sus propias…”
El funcionario estatal describió a manera de conjetura cómo habría actuado el hoy prófugo: “abrió las rejillas de la sala de audiencias del Juzgado, donde se separa al actuario a los internos, estaba segueteada, la levantó, se metió por ahí, cruzó todo el Juzgado y salió por la última puerta”.
“Ahí (por la última puerta) donde está el guardia de seguridad, que no deja entrar ni salir a nadie y qué casualidad que a él si lo dejó (salir)”, criticó.
Cuando el reo Ernesto Parra Barreda salió del penal venía vestido con una bata roja sobre su playera y al fugarse habría salido disfrazado como un ciudadano libre que había asistido a realizar una diligencia judicial de rutina.
“Cuando a mí personalmente me avisan yo estaba con el director general de prevenciones, fuimos los dos al lugar de los hechos y precisamente estaba la bata roja tirada en el área donde debía haberse quedado él (reo)”, relata.
El “cómo sucedieron los hechos” lo había narrado el superior a los reporteros, luego de la fuga, pero Báez insiste para dejarlo muy claro.
“El personal custodio de nosotros llegó a las instalaciones del Juzgado Noveno, se introdujeron al interior pidieron las llave del candado donde llevan las audiencias; les dieron el candado, abrieron ellos, introdujeron a los tres procesados para que se les tomara su declaración y ellos ‘enllavaron’ por fuera y esperaron ahí afuera que terminara la diligencia como siempre se ha hecho”.
“Y después de un determinado tiempo, va el secretario, y dice: ‘hey se fugó uno’”.
“Entonces los muchachos se dan cuenta que el fugado atravesó el Juzgado, se introdujo en las instalaciones, ya que estaba segueteada la rejilla de audiencias”, abundó.
“Inclusive, una secretaria del Juzgado que no quiso dar su nombre, dijo ‘yo sí yo lo vi, pero’…”, asegura.
La mañana del nueve de octubre, funcionarios judiciales del Consejo de la Judicatura acudieron a inspeccionar las instalaciones del Juzgado Noveno de Distrito, pues parecían buscar cómo explicar sin salir salpicados de presunta corrupción, la fuga insólitca de el Natillas.
El titular del CECJUDE de Mazatlán y su superior habían acudido a pedir información, pero no lograron sacar ningún dato sobre la evasión del preso.
“Fuimos al Consejo de la Judicatura, pero nadie nos quiso dar información, dijeron que ellos iban a ir a declarar al Ministerio Público de la Federación”, lamentó.
REJILLA. Pegada con chicle.
REJILLA. Pegada con chicle.

El Natillas
Ernesto Parra Barreda, de 32 años, fue detenido el siete de mayo como presunto secuestrador de la hija de un empresario y exfuncionario municipal de Mazatlán.
Junto con Parra Barreda, quien dijo tener su domicilio en El Pozole, Villa Unión, sindicatura de Mazatlán, también fue capturado Édgar Carrillo Iñiguez, con el mismo domicilio, pero originario del estado de Nayarit.
El día que se fugó se cumplían cinco meses de prisión, sus coacusados que estaban con él en la rejilla de audiencias en el Juzgado Noveno de Distrito hicieron mutis.
Hasta el cierre de esta edición había cinco detenidos: dos custodios de la Policía Estatal Preventiva, uno de la Policía Municipal y dos guardias de seguridad privada.

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