Niños migrantes, moneda de cambio electoral

Niños migrantes en un centro de detención en Brownsville, Texas.
Niños migrantes en un centro de detención en Brownsville, Texas.

A lo largo de casi un año, más de 90 mil niños centroamericanos han cruzado sin documentos la frontera sur de Estados Unidos. Los centros de detención temporal de migrantes están rebasados: a esos menores hay que albergarlos, alimentarlos y abrirles procesos legales. Washington está empantanado en ese problema. Republicanos y demócratas se acusan mutuamente de imprevisión o falta de carácter para resolver lo que ya se considera una crisis humanitaria. Pero lejos de buscar soluciones sensatas, la clase política aprovecha la coyuntura para atacar a sus adversarios con la mira puesta en las elecciones presidenciales de 2016.
WASHINGTON (Proceso).- La crisis humanitaria derivada del éxodo de niños indocumentados a Estados Unidos ha exhibido la ignorancia de la Casa Blanca y del Capitolio en torno a las verdaderas causas del fenómeno y muestra los intereses electorales de republicanos y demócratas, afirman expertos.
Provenientes de Guatemala, El Salvador y Honduras, miles de menores han cruzado la frontera sur de Estados Unidos y con ello han provocado un pleito político entre los republicanos en el Congreso, el presidente Barack Obama y los demócratas.
La búsqueda de una solución inmediata al problema “ya entró en una fase muy negativa, porque en las propuestas se siente un interés electoral”, dice a Proceso Carl Meacham, director del programa Américas del Centro de Estudios Estratégicos e Internacionales (CSIS) de Washington.
Desde el pasado octubre la Patrulla Fronteriza ha detenido a más de 52 mil menores indocumentados que cruzaron solos la frontera y a más de 39 mil que lo hicieron acompañados de algún adulto.
El martes 8 Obama propuso al Congreso la aprobación de un presupuesto adicional por unos 3 mil 700 millones de dólares para darle solución al problema.
Tanto John Boehner, presidente de la Cámara de Representantes y líder de los republicanos, como el gobernador de Texas, Rick Perry, descalificaron la propuesta de Obama –a quien acusaron de inepto– y propusieron en cambio la militarización de la frontera con México.
“Es un análisis y una solución superficial poner más gente a vigilar la frontera”, apunta Meacham, analista con amplio conocimiento de los problemas fronterizos y exasesor político del Comité de Relaciones Exteriores de la Cámara de Senadores.
“Ni la Casa Blanca ni el Congreso hablan de las causas del problema, sólo del resultado; lo único que ven es la frontera y desconocen el trasfondo”, dice el ahora analista de asuntos latinoamericanos del CSIS.
(Fragmento del reportaje que se publica en Proceso 1967, ya en circulación)
 

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