Cinema Paradiso

cinema-paradisoPara conmemorar los 25 años del estreno de Cinema Paradiso (talia/Francia/1988), Cinépolis programó esta película del 4 al 9 de abril en 50 salas de México, lo cual fue un verdadero regalo a quienes tienen un afecto especial por la cinta de Giuseppe Tornatore.
El filme, que ganó un Oscar a mejor película extranjera, es uno de los clásicos predilectos de muchos cinéfilos que se identifican con los personajes principales, amantes también del llamado séptimo arte.
Salvatore (Jacques Perrin) recibe una llamada de su madre, a la que no ve desde hace 30 años, cuando se subió a un tren rumbo a Roma, para buscar su destino, y Alfredo (Philippe Noiret), su amigo y figura paterna, lo reta a no regresar jamás al pueblo, porque él es mucho más que un encargado de proyectar películas en el Cinema Paradiso.
La información que su madre le da, llevan a que Salvatore recuerde su niñez (que interpreta Salvatore Cascio), cuando hacía todo lo posible por entrar a ver las películas que se presentaban en el único cine que había donde vivía, que además estaba controlado por el sacerdote en turno, quien no permitía que aparecieran en pantalla, ni siquiera, los besos que se daban los intérpretes.
Poco a poco, el niño se gana el cariño de Alfredo, y si antes no podía entrar a la cabina donde él proyectaba las cintas, ahora se volverá, más que su ayudante, su aprendiz en esa labor.
Salvatore, ya como adolescente (Marco Leonardi), será el único encargado de poner los filmes, aunque siempre estará a su lado su amigo Alfredo, a quien también le platicará de la chica de quien se ha enamorado.
La obligación de cumplir con el servicio militar hacen que el joven salga del pueblo, tenga otras experiencias y quiera continuar creciendo personalmente, decisión en la que tuvo que ver su amigo, a quien veía como a ese papá que nunca regresó de la guerra, y a pesar de que Alfredo le ruega que no vuelva, un suceso hará que el exitoso chico regrese al lugar que lo vio nacer.
Cinema Paradiso es ante todo un homenaje al cine, que permite asomarse a lo que esa ventana abierta al mundo provoca en el espectador; todo lo que sucede a partir de estar en una sala donde se proyectan películas: añoranzas, deseos, amores, acompañados de risas, llantos y gritos.
De lo más sobresaliente son las actuaciones, principalmente de Philippe Noiret, en el rol de ese proyectista que adopta a ese niño curioso, terco, amante del cine, que lo mismo lo regaña que lo hace sentir como si fuera su propio hijo. Cascio, como Salvatore de niño, en la primera parte, se roba indiscutiblemente la atención del público con sus ocurrencias.
Otro acierto del filme es la música constante y repetitiva que acompaña a las imágenes, con esa pieza de Ennio Morricone que fue muy elogiada y premiada.
El filme, que también ganó el premio Especial del Jurado en el Festival de Cine de Cannes, en 1989, un Globo de Oro por Mejor Película Extranjera y cinco BAFTA, es uno de los predilectos del público, por lo que es una excelente oportunidad para que después de 25 años pueda apreciarse de nuevo en una sala de cine, aunque por periodo corto, pero puede buscarla en DVD. No se la pierda… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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