Federico Campbell: la dulce y tímida vida de un hombre generoso

fedeTímido, solitario, generoso, impecable como escritor y esposo y ciudadano, amante de la música clásica y especialmente de la italiana, obsesionado con el misterio neurocientífico del cerebro y la memoria, tierno, dulce, discreto, solidario y comprometido con su trabajo y sus letras. Así fue Federico Campbell.
Carmen Gaitán, su compañera, esposa y cómplice, lo conoció el 9 de noviembre de 1985, durante la cena del noveno aniversario del semanario Proceso, en la Ciudad de México. Ella, editora. Él, periodista y escritor: llegó, preguntó si ella era ella y le preguntó si le interesaba publicar un libro sobre Fidel Velázquez.
Ella dijo que sí y salieron un par de veces. Poco tiempo bastó para que a Carmen, a quien le habían atraído hombres fuertes, poderosos y fríos, la sedujera la dulzura en el trato que le daba aquel tipo bajo y de poco pelo, el respeto, el ritual de esa conversación entre luminosa y tímida, la cortesía y la honestidad.
Y en 1986 se casaron.
“Empezamos a construir una pareja basada en la solidaridad, el apoyo, la comprensión, nunca imaginé querer tanto a un ser humano como lo amé. Viví en una familia con muchas tragedias, mis cuatro hermanos murieron, y Federico estuvo conmigo al lado: sin ser codicioso con su tiempo, al contrario, dando compañía, comprensión, solidaridad”, recordó.
Humildad 
Carmen recordó la timidez y también las fuertes depresiones que padecía Federico. El, con docilidad, se dejó conducir por los caminos de médicos especialistas y tratamientos.
“Él no hacía gala de ostentación de sus conocimientos, siempre como que andaba despistado, como que decía las cosas de lado. Pero lo mismo sabía de teatro, cine, muchísimo, música, y empezamos a compartir muchas actividades que a los dos nos fascinaban, porque yo he estado siempre en el mundo de la cultura y compartíamos cine, teatro, viajes. Él tímido y yo sociable: lo jalaba a un mundo de amigos, cenas y reuniones.
 —¿Cómo vivía con él su vida de escritor? porque muchas veces tienden a aislarse, a volverse hoscos, intratables, a la hora de teclear.
—Ah, claro. Me decía “no, no, no, por favor, querida. Tengo mucho qué hacer en mi torre”, y se subía a la planta alta. Lo invitaba a una cena, pero volteaba y me contestaba con una cara de tragedia, de que lo fuera a distraer… “no puedo bajar”. Y se entregaba en ese ritual de compromiso”.
Ambos, recordó, compartían una ideología de izquierda, y eso les permitía, además de otros temas, mantener una plática permanente, acudir juntos a manifestaciones a favor del ex candidato presidencial Andrés Manuel López Obrador, y a otros actos de protesta. Igual viajaron juntos a Italia para entregarle a Leonardo Sciascia el libro que sobre él había escrito Campbell.
El reconocimiento que desconocía 
Federico Campbell murió el 15 de febrero de este año, luego de haber permanecido hospitalizado por complicaciones cardiacas, renales y respiratorias. Carmen Gaitán, director del Museo Nacional de San Carlos, aseguró que ni en la intimidad él se sentía un escritor reconocido, de grandes obras y trayectoria, sino que se miraba con humildad y buscando siempre escribir ese gran texto.
Pero luego de su hospitalización y más con su muerte, el diluvio de amor, reconocimiento, gratitud al hombre, al escritor y al periodista, al hombre de letras e historia e inconmensurable cultura, llegaron. Y entonces ella sufrió y gozó el dulce espanto de esa cálida inundación.
“No le gustaba presentar libros, sentía que se le iba al vida y que no le estaba poniendo suficiente atención a su obra, lo suyo. Y es que si presentaba un libro lo hacía con una entrega, como si escribiera un ensayo”, manifestó.
—¿Con qué te quedas, después de todo? 
—Me quedo con esta especie de desconcierto. Que conmigo, hasta en la intimidad, con 28 años juntos, nunca exaltó su figura como si fuera alguien famoso o reconocido, o que tuviera el reconocimiento de los otros. Entonces estoy sorprendida de la cantidad de reconocimiento, halagos, manifestaciones de amor por su obra, su persona, su generosidad. Era muy exigente consigo mismo y se la pasó escribiendo la gran obra. Y me quedo con esto: intelectualmente no me dejaba saber que era una persona tan reconocida, tan querida en las letras, porque sentía que no había llegado a la cima.
“Se exigía como si fuera la primera vez, el primer texto, pulía los textos con un gran compromiso. Me quedo con eso, que era un hombre impecable como amigo, como escritor, como esposo, y eso es conmovedor”.
Misterio y fascinación 
Campbell, nacido en Tijuana en 1941 y autor de libros como Padre y memoria y Clave Morse, entre otros, era solitario. Sus artículos La Hora del Lobo, fueron publicados en Milenio y Ríodoce, y también fue colaborador de Proceso y La Jornada. No tenía tribus ni buscó crearlas. Le encantaba la música clásica y la italiana y con ella bañaba los rincones de su casa, no solo de “la torre”, como llamaba a su estudio. Enamoradísimo del teatro, la historia y la filosofía. Seducido por las neurociencias: el cerebro, su funcionamiento, la memoria.
“Decía que cuando pierdes la memoria, ya no eres tú”, recordó Gaitán.
Le horrorizaba la vejez. Tal vez por eso, como un acto de resistencia, era coqueto para vestir. Qué saco, los calcetines, la camisa, los zapatos. Ahora Carmen reconoce que fue mejor su muerte a los 72, antes de padecimientos como el Alzheimer o quedar postrado en una silla de ruedas.

Federico Campbell. La fascinación de escribir.
Federico Campbell. La fascinación de escribir.

El último Campbell 
El miércoles previo a su hospitalización y recién llegados de Tijuana, donde fue nombrado Presidente Honorario de la Feria del Libro de aquella ciudad fronteriza que tanto adoraba, Campbell estaba sentado frente a la computadora. Barbón, despeinado, en pijama y malhumorado, porque la máquina insistía en borrar lo que tecleaba.
Pero era su compromiso entregar ese artículo. Y debía cumplir.
“El día que lo llevé al hospital, iba barbón. ‘¿Tú me quieres?’ me preguntó. Le dije ‘como nunca pensé querer a nadie’, y me contestó ‘qué bueno, porque yo estoy enamorado de ti’. Fue el último momento que lo vi con los ojos abiertos, sus últimas palabras. De ahí lo entubaron”.
Carmen nubla y llueve. La voz fracturada. Estertores idos que no se van, sino que regresan, bailan, se quedan. Recordó el concepto que tenía él y tanto pronunció, en esas suculentas charlas, del matrimonio: cásense, recomendaba: el matrimonio es una dulce y eterna conversación.
Fue la última vez, lamentó, que vio a Federico: vio a su cuerpo, tendido, conectado, silente y sedado. El otro, el que tanto amó, el escritor, el generoso y tímido, el culto y amante de la música y el periodismo, ya se había ido.
Haz por vivir 
Esas fueron las palabras que le llevé a mi amigo Federico Campbell al hospital Ángeles Mocel. Esas fueron las palabras que le dirigí en silencio, como una oración, a ese gran hombre que fue Federico. El tijuanense nos deja sus libros, su obra, pero sobre todo su congruencia y su gran dignidad, que para algunos puede ser poca cosa, pero es lo único que tenemos.
Federico Campbell fue una de las mentes más lúcidas que ha tenido México. Un hombre profundamente ético, con una cultura de seminarista. De esos hombres que vienen cada 200 años al palenque de la vida. Federico Campbell es, para decirlo en pocas y breves palabras, un santo laico.
Su obra nos seguirá acompañando hasta que nosotros también tengamos que partir. Lo único que sé es que Federico fue para mí un gran amigo. Y ¿qué es un gran amigo? Es el que queda cuando todo mundo se ha ido. Si huérfano es el que pierde un padre, cómo se llama al que pierde un amigo.
Federico, te escribí un poema, se llama Campbell: Se me murió mi amigo Federico / Fui al Panteón de Legaria a llevar el pesar / a su esposa Carmen y a su hijo Federico / Bueno, y a mí quien me va a dar el pésame.
Hernán Becerra Pino
Publicado en El correo ilustrado, La Jornada, el 21 de febrero de 2014.

Facebook
Twitter
WhatsApp
Email
  • 00
  • Dias de Impunidad
RÍODOCE EDICIÓN 1104
GALERÍA
Operativo de fuerzas federales en el sector de La Lima, tras enfrentamiento ocurrido la madrugada de este domingo en Culiacán, que dejó un elemento de la Guardia Nacional (GN), muerto y otro lesionado .
COLUMNAS
OPINIÓN
El Ñacas y el Tacuachi
BOLETÍN NOTICIOSO

Ingresa tu correo electrónico para recibir las noticias al momento de nuestro portal.

cine

DEPORTES

Desaparecidos

2021 © RIODOCE
Todos los derechos Reservados.