Diabetes: la punta del iceberg en el deterioro vascular

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La diabetes es el punto de partida no solo para enfermedades como el “pie diabético”, sino que es un factor determinante en el padecimiento de trastornos cognoscitivos como la demencia vascular.
 
La obesidad y el sobrepeso, son términos que han sido muy utilizados en los últimos años debido al incremento de población afectada a nivel mundial. Se han dedicado todo tipo de campañas para combatir el sobrepeso y la obesidad, en los que se incluyen recomendaciones como hacer al menos 30 minutos de ejercicio diariamente y comer sanamente, además nos dicen algunas de las consecuencias que tiene en nuestro cuerpo y en el estilo de vida por padecer alguna de estas enfermedades.
Son de conocimiento popular las enfermedades que surgen a partir de la obesidad, como hipertensión y diabetes que son de las más mencionadas, pero ésas son solo la punta del iceberg.
La diabetes tiene muchas consecuencias en el cuerpo. Se sabe de las afectaciones en las extremidades inferiores conocido como “pie diabético” y del debilitamiento de la retina ocular, lo que va degenerando la vista, sin embargo el daño va más allá.
“El azúcar te va a provocar un daño a nivel de los vasos, y hablando específicamente del cerebro, pues los vasos cerebrales. Ese daño hace que sea más factible que esos vasos se vayan tapando en forma crónica-progresiva y que llegue un momento que se obstruyan de tal manera, que impidan la irrigación de cierta zona del cerebro y eso provoca un daño cerebral”, explicó el médico en neurología del Hospital Civil de Culiacán, Edel Armenta López.
La diabetes es una enfermedad incurable, pero es tratable. El paciente tiene que tomar medicamento de por vida para controlar sus niveles de glucosa en la sangre y así frenar un poco los daños que le provocan al cuerpo.
“La diabetes te va deteriorando físicamente por los cambios y los daños que está provocando, y no nomás a nivel de los vasos del cerebro, sino a nivel de los vasos del corazón, te puede producir un infarto o un daño de corazón importante; te puede producir un daño en el riñón, daño a retina, daño a nervios periféricos,” explicó Armenta López.
El daño que la diabetes le hace a las arterias cerebrales, pueden resultar en una demencia vascular.
La demencia vascular es la presencia de un deterioro adquirido en la memoria, que se asocia a las alteraciones en dominios cognoscitivos como la función ejecutiva (pensamiento abstracto, juicio, razonamiento); lenguaje (expresivo o receptivo), praxis (secuencias motoras aprendidas) y gnosis (habilidad para reconocer objetos, rostros y otras informaciones sensoriales).
Algunos estudios revelan que en países industrializados, la demencia vascular afecta entre el 3.1 y el 20.8 por ciento de la población mayor de 65 años; entre 1.1 y un 6.4 por ciento se refieren a fases graves, y entre el 2 y el 14.4 por ciento, pertenece a las fases moderadas.
La patología más frecuente que subyace en la demencia vascular es la ateroesclerosis, es decir, los depósitos de sustancias grasas en el interior de las arterias. Los principales factores de riesgo son la edad, la hipertensión arterial y la diabetes.
“Hay factores de riesgo no modificables, pero dentro de los factores de riesgo modificables están, el más importante, el que se supone que incide más, que es la hipertensión arterial y le seguiría la diabetes mellitus, luego tenemos el sedentarismo, el tabaquismo, el alcoholismo”, explicó el neurólogo.
Se ha visto que la existencia de  factores de riesgo vascular clásicos como hipertensión arterial (que está presente en el 60 por ciento de los pacientes), diabetes, dislipidemias, cardiopatías, enfermedades pulmonares, etcétera, deben considerarse como riesgo en la demencia. Se ha observado que su existencia en edades medias de la vida, es decir, antes de los 60 años, tiene una correlación estadística con el riesgo de sufrir demencia en edades más avanzadas.
El déficit de memoria en la demencia vascular es de menor gravedad que en el Alzheimer, sin embargo, la función ejecutiva que consiste en la formulación, iniciación, planificación, organización, secuenciación, ejecución, mantenimiento de tareas y abstracción, está más alterada en la demencia vascular que en el Alzheimer.
Para no padecer demencia vascular, el paciente diabético debe tener un estricto control sobre su padecimiento y debe ser constante con su tratamiento, ya que de no ser así su diabetes podría resultar en esta enfermedad.
“Un valor alto de hemoglobina indica que el paciente tiene valores alto de glucosa en la sangre durante los últimos tres meses, y si eso es un acto repetitivo pues va lesionando las arterias de todo el cuerpo”, expuso el endocrinólogo del Hospital Civil de Culiacán, Sergio Meza Mendoza.
“Tiene que ver si su diabetes es de larga evolución, y si su diabetes está crónicamente descompensada”, agregó el endocrinólogo.
La demencia vascular debe ser controlada desde diferentes disciplinas para obtener buenos resultados.
El control óptimo de la presión arterial en personas hipertensas es especialmente recomendable,  por los beneficios observados en la reducción de mortalidad, de los eventos cardiovasculares y de demencia de origen vascular. Además de la reducción del colesterol, demostró una disminución en la incidencia de nuevos eventos vasculares cerebrales pero no influyó en la evolución del deterioro cognitivo o demencia.
Los síntomas neuropsiquíatricos también deben ser tratados. Además de que el paciente debe consumir fármacos que mejoren y estabilicen el deterioro cognitivo; deben tratarse las secuelas y discapacidades como la espasticidad (trastorno motor que mantiene permanentemente los músculos contraídos) y el parkinsonismo. También la depresión es muy frecuente en los pacientes de demencia vascular.
Pero un factor importante que también debe tratarse es a la familia o a la persona a cargo del paciente con demencia vascular.
Las personas que estén a cargo de un paciente con demencia vascular, deben recibir un entrenamiento en intervenciones para funciones mentales superiores. Las terapias cognitivas y de rehabilitación que son aplicadas en los pacientes, pueden ser otorgadas en casa por las personas responsables de ellos.
Además el ambiente donde se desenvuelve el paciente, debe ser estrictamente controlado. Deben disminuirse o eliminarse los objetos que representen un riesgo físico para el paciente; limitar el acceso a los toma-corriente, gas, tomas de agua caliente, etcétera. Deben evitarse las modificaciones en el ambiente del paciente que lo lleven a un estrés innecesario; debe procurarse estructurar su espacio, procurando mantener los objetos en lugares fijos; limitar la presencia de estímulos sensitivos intensos, llevar un control de las salidas del hogar y en caso de ser requerido puede optarse por señalar los objetos y lugares de uso cotidiano.
Con todas las adecuaciones y cuidados que requiere un paciente con demencia vascular, el médico también debe darle atención a la familia o cuidadores, y vigilar datos de la manifestación denominada “Colapso del cuidador”. Puede detectarse por síntomas como depresión, ansiedad, insomnio, maltrato, sensación de minusvalía, conflictos familiares o disfunción sexual. En caso de que el cuidador tenga este colapso, se le debe dar tratamiento oportuno y ser canalizado a un grupo de apoyo.
Los pacientes con demencia vascular tienen una morbimortalidad más elevada en comparación con el resto de la población  y con pacientes con enfermedad de  Alzheimer de la misma edad, debido a mayor riesgo de enfermedad coronaria y de evento cerebro-vascular recurrente.
La mortalidad es relativamente alta, se estima que el promedio de vida después del diagnóstico es de tres a cinco años.
Además las tasas de prevalencia de demencia vascular se duplican cada 5.3 años, comparadas contra cada 4.5 años para enfermedad de Alzheimer.
“Usted no se preocupe por ser diabético, pero preocúpese por controlarlo. Una persona con diabetes, si se controla bien como debe de ser puede durar 100 años y  no le va a pasar nada, el problema es el descontrol. Si esa persona no se controla, pues evidentemente va a tener daño secundario”, concluyó el neurólogo Edel Armenta López.
 
 
 
 
 
 

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