Operativos letales

 

Señalan a la Marina de utilizar la fuerza extrema y asesinar civiles

Leonardo se preparaba para festejar el cumpleaños de su hija mayor. Era la mañana del sábado 26 de agosto. Todo estaba listo: el pastel, las bebidas, el júbilo. La familia completa estaba invitada. Pero Leonardo no llegó a la fiesta. Ese día lo asesinaron.

La algarabía del festejo fue suplida por llantos y lamentos. Al lugar de los hechos, la familia de Leonardo acudió a constatar que había muerto. Con 42 años, perdió la vida a manos de la autoridad militar mexicana. Dos disparos apagaron su vida. Su cuerpo quedó tendido en el suelo en las inmediaciones de la iglesia del poblado del Limón de los Ramos.

El parte oficial señala que un enfrentamiento entre efectivos de la Marina Armada de México y supuestos delincuentes, dejó como saldo un civil muerto en la comunidad. El civil era Leonardo.

Originario del poblado donde perdiera la vida, había dedicado 10 años de su vida al servicio militar, del cual se dio de baja en 1998 debido a que en ese año se convirtió en padre, por lo que cambió la milicia por el oficio de albañil.

A poco más de dos meses del hecho, la familia de Leonardo exige justicia. No quieren convertirse en un caso más de impunidad. Apostados sobre la plazuela Álvaro Obregón, la mañana del viernes 10 de noviembre se manifestaron en reclamo de justicia por el hecho.

Para su hija mayor protestar no basta. Quiere justicia. En sus manos temblorosas sostiene un micrófono y la demanda. A su padre le arrebataron la vida justo cuando se preparaban para festejar su cumpleaños número 18, su mayoría de edad.

“Ese día teníamos una fiesta, yo al día siguiente cumplía años, entonces él andaba con esos preparativos. Él salió a la tienda, y de hecho horas antes yo vine a Culiacán por el pastel, él me trajo a casa de mi abuela y se regresó (al Limón de los Ramos)”, explicó la joven.

Ese día en diversos medios de comunicación se publicó la noticia. Medios impresos y electrónicos informaron de un civil muerto a manos de la Marina. Unos manejan que le dispararon militares a bordo de un helicóptero, desde el aire, a mansalva. Otros que fue un enfrentamiento. Los familiares y vecinos señalan que fue un asesinato.

La versión de los familiares señala que habiendo conocido el lenguaje militar, al ver a los marinos y escuchar el helicóptero, Leonardo se despojó de su camisa y levantó las manos al aire en señal de rendición. No portaba armas de ningún tipo, sin embargo, dos balas hicieron blanco en su cuerpo. Una en el costado y la otra bajo su hombro izquierdo. Esta última le quitó la vida. El proyectil le rompió una arteria y se desangró.

“Llegaron supuestamente a perseguir a un carro robado ahí al Limón, cuando mi papá salió lo vieron en la calle, le empezaron a disparar y él se quitó la camisa para demostrarles que no representaba ningún peligro y aun así le tiraron, le dieron dos balazos”, añade su hija.

La investigación del caso corre a cargo de la Procuraduría General de la República (PGR), debido a que la Fiscalía General del Estado se declaró incompetente al tratarse del fuero federal, y a la fecha, el caso se mantiene en secrecía. Si los disparos fueron desde el aire o sobre la tierra, aún no es posible saberlo. Solamente que el occiso iba desarmado.

De acuerdo al informe de la Oficina en Washington para los Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por sus siglas en inglés), la PGR ha realizado 505 investigaciones contra soldados —entre 2012 y 2016— por acusaciones de violaciones a los derechos humanos cometidos contra civiles. El resultado son apenas 16 sentencias condenatorias, de las cuales solamente tres pertenecen al delito de homicidio.

El informe del WOLA, denominado Justicia olvidada: La impunidad de las violaciones a derechos humanos cometidas por soldados en México, analiza los delitos y violaciones a los derechos humanos cometidos por soldados mexicanos, los casos que han sido investigados y sancionados en el sistema de justicia civil y los que permanecen sin castigo.

Y para la Comisión de Defensa de los Derechos Humanos de Sinaloa el término enfrentamiento no cabe. Fue un asesinato. Punto. Así lo dio a conocer Leonel Aguirre Meza, integrante de dicho organismo civil.

“En este caso, fatal como el caso de Leonardo, de que presuntamente elementos de la Marina lo asesinaron, no cabe ahí el enfrentamiento, no cabe ahí alguna intervención de ese nivel de fuerza extrema, última, excepcional en materia del uso de fuerza pública”.

Una raya más al tigre

El jueves 6 de noviembre de 2014 a Miguel Ángel lo mataron los militares. A bordo de una motocicleta, una patrulla de la Marina le hizo el alto y al no detenerse comenzó una persecución que los efectivos militares terminaron con disparos.

Tenía 17 años y le decían el Chicote porque de vez en cuando arreaba vacas. Al día siguiente, con todo y féretro, familiares y vecinos realizaron una manifestación que partió desde la Novena Zona Militar para culminarlo con un plantón en las instalaciones de una televisora local.

En 2011 durante la noche del 13 de febrero, militares dispararon contra una pick up. A bordo del vehículo, Leslie Abigail resultó herida. Un proyectil de arma de fuego dio blanco en su cabeza. Ella salvó su vida, sin embargo, ahora cuenta la historia a bordo de una silla de ruedas. Y al igual que el caso de Leonardo, el suyo permanece en secrecía. Así opera la justicia militar en México y sus operativos en Sinaloa.

 

 

 

 

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