Universitarios, Uníos!

UAS. Dispersión y fracaso.
UAS. Dispersión y fracaso.

Hay un principio básico de las estrategias exitosas: La unidad hace la fuerza, la desunión dispersa y lleva al fracaso.
Esto último es lo que parece estar sucediendo en la UAS con el problema de la jubilación dinámica. Los protagonistas están exhibiendo cada vez con mayor violencia verbal, la confrontación que sostiene el grupo que dirige la institución y  los aproximadamente 400 jubilados que reclaman la devolución de lo que se les retuvo de 2007 hasta la fecha.
Más todavía, lo que pudieran agregar quienes están próximos a jubilarse es que ven en riesgo el pago de esta prestación establecida en el Contrato Colectivo de Trabajo.
Mientras ocurre esta confrontación, el gobierno federal seguramente ve el problema universitario como nacional, no como el problema de la UAS, pues esta institución no es la única, sino una entre muchas instituciones que se calcula han generado un hoyo financiero de más 150 mil millones de  pesos.
Y al verlo de esa manera, muy probablemente está definiendo una estrategia que primero pasa por llamar la atención para que las instituciones resuelvan sus problemas financieros, pero dado que esto es prácticamente imposible, tarde que temprano va a tomar otras medidas menos dialogadas, más administrativas, más impositivas.
Y la pregunta que nos asalta es: Si permanecen las actuales circunstancias de tensión y crispación, ¿tendrá la UAS la mínima posibilidad de resistir y conservar la prestación?
Ninguna. Se podrán argumentar mil cosas para justificar esa confrontación —yo mismo lo he hecho— pero son insuficientes para que los uaseños se mantengan desunidos en este momento de definiciones.
Para empezar habría que separar los problemas. Una cosa es el reclamo que hacen los jubilados inconformes con las retenciones quincenales para el fideicomiso y otra la viabilidad de la jubilación dinámica.
El primer caso tiene sentencia contra la UAS, podrá seguirse postergando la devolución de lo retenido como una manera de ganar tiempo, pero tarde que temprano la administración deberá acatar la decisión del juez, so riesgo de incurrir en desacato judicial, por lo que se podrían fincar responsabilidades administrativas.
En cuanto al segundo se cocina aparte. Una creciente masa de jubilados con una nómina financiada con recursos de la federación es insostenible en el corto y mediano plazo y no se ven alternativas sustentables en las actuales condiciones.
El gobierno federal aprieta y los administradores de la UAS lo utilizan como un arma en contra de los jubilados inconformes, cuando debería haber al menos una mediación y discusión abierta de estos problemas que ya no acechan, sino que son ya un serio problema de conducción institucional.
¿Qué hacer? César Velázquez, en un artículo conciliatorio que recientemente publicó en El Debate, expresa un error grave cuando dice que 400 jubilados amparados quieren 1000 de los 1400 millones del fondo del fideicomiso, y sugiere como un primer paso para distender el ambiente, constituir una instancia de mediación que busque salidas consensuadas.
Una postura refrescante en medio de la polarización. Quizá el único problema de la propuesta es que lo propone un analista político y ninguna de las partes en conflicto.
O sea que seguimos donde mismo. La experiencia indica que en situaciones de polarización, tiene que ser muy fuerte la presión o incentivos para cambiar las posturas, y  la presión es mediática, pues no se deja de pagar la jubilación dinámica y los incentivos son los de una lucha cuerpo a cuerpo.
En circunstancias de normalidad institucional el rector tendría el desafío de convertir una debilidad en fortaleza. Es de todos sabido que Guerra  Liera no ha ejercido su liderazgo formal y ésta es una oportunidad para hacerlo. Es un incentivo personal pero también puede ser grupal, cuando su grupo político se encuentra en la paradoja de que tiene el mayor nivel de control y el más bajo nivel de aceptación en la institución y la sociedad sinaloense.
El mayor incentivo de los jubilados —se puede decir— es la devolución de sus retenciones, pero supongamos que se les devuelve hasta el último peso, y un tiempo después se quita la jubilación dinámica y sólo queda la pensión para quienes tengan más de 60 años. ¿Realmente ganaron? No estoy seguro.
Entonces, para este grupo el incentivo es conservar la jubilación dinámica el mayor tiempo posible, y que le toque su parte del fideicomiso, que eso sí debe transparentarse para saber si las contribuciones que se han hecho son las que están ahí, más los intereses.
En definitiva, en tanto las partes en conflicto no pongan su grano de arena nos dirigimos a un destino incierto y se impone la máxima de “Universitarios, uníos”.

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