Transportes de la muerte

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El tema de los choques en carretera entre vehículos pesados es muy sensible para quienes lo hemos vivido en carne propia. En un instante quedan destruidas decenas de vidas y la de familiares que no terminan de aceptar que un descuido dejó maltrecho de por vida a uno o varios seres querido. Es una pesadilla que muchas veces acaba con la misma muerte del que lo sufre.

Hace unos días hubo uno de estos percances en la carretera México-Veracruz, donde chocaron un autobús de pasajeros y un tráiler doble remolque, dejando calcinadas a 14 personas y decenas malheridas.

Es el pan de cada día en las carreteras del país y también en las sinaloenses, donde hemos sido testigos impasibles de muchas de ellas. Según el Inegi, durante 2015 hubo 378 mil accidentes viales que provocaron la muerte de 4 mil 601 personas, y entre 2008 y 2015 se suman 3 millones 244 mil accidentes vehiculares en todo el país, de los cuáles en 102 mil 914 casos (4.3 por ciento) se vieron involucrados camiones de carga.

Luego de esos fatales accidentes que tienen detrás cansancio, drogas, impericia, doble jornada, horarios de recepción y entrega de mercancías, hasta abusos, aparecen los reclamos de los deudos, que reciben auxilios infames, cuando por los protocolos de accidentes en carretera los dejan literalmente morir solos, lo que es agradecido por las empresas de transporte involucradas, que de esa manera se ahorran mucho dinero.

Pues es preferible pagar los daños por muerte, que termina siendo la aplicación de una ley ridícula o peor una negociación por debajo de la misma, que sostener los gastos de una lesión de por vida.

Ante el incremento de este tipo de accidentes, víctimas, empresarios y legisladores han salido en diversas ocasiones a pronunciarse en contra del tránsito de vehículos doble remolque. Argumentan que representan un peligro, y vaya que sí, por el zangoloteo constante que pone en riesgo a quienes transitan a la par en carreteras, y los daños costosos que ocasionan a la infraestructura vial.

Se trata de efectos nocivos que provocan el exceso de velocidad y la sobrecarga de estos vehículos. La reglamentación vigente autoriza una carga máxima de 66.5 toneladas y nueve como excedente.

Sin embargo, hay información oficial de que estos vehículos llegan a transitar con hasta 119 toneladas de carga, lo que transforma a estas unidades en vehículos de la muerte y grandes destructores del frágil encarpetado de nuestras carreteras, calles y avenidas.

Haciendo eco de esta demanda, en el Congreso de la Unión se están discutiendo iniciativas para prohibir este tipo de unidades de carga y de esa forma reducir accidentes en las carreteras del país.

Hay dos visiones sobre el problema, una la del gobierno federal que en voz de Gerardo Ruiz Esparza, titular de la SCT, sostiene que “no es tanto quitarle metros o prohibiendo el doble remolque y limitando el transporte a los camiones sencillos. Lo importante es que se respeten las normas… respetando las normas se disminuirían los accidentes”, sin embargo, para Arturo Zamora, senador de la República, “tenemos que ponerle un hasta aquí a los excesos del tonelaje y a las medidas de los transporte de carga en el país. La Norma Oficial Mexicana debe regular los riesgos que padecemos todos los mexicanos”

Aparentemente no hay contradicción entre ambos funcionarios públicos, sin embargo, suena sorprendente que Ruiz Esparza hable de aplicar la norma cuando justamente esa es su función. Quiere decir que no la cumple. O se hace de la vista gorda ante tal cantidad de accidentes mortales, y es por eso que los legisladores de varios partidos salen al quite para revisar la ley y ponerla al día, para que los funcionarios tengan mayores recursos legales a la mano.

En definitiva, esa es una parte del problema, los accidentes seguirán ocurriendo con este tipo de transporte y con otros, lo que obliga a revisar también los protocolos de accidentes de carretera que son la antesala de muchas pérdidas de vidas que podrían ser salvadas.

No es posible que después de un accidente catastrófico en carretera se tenga que esperar a autoridades para autorizar llevar a los heridos al hospital más cercano, ¿suena lógico?, pero frecuentemente estos corresponden a clínicas de la Cruz Roja o Centros de Salud de pueblos sin personal y sin capacidad para atender heridos graves.

Menos todavía, que el seguro de carreteras se deslinde cuando son vehículos de más de tres toneladas o sea los autobuses de pasajeros, que a su vez la ley les exige tener al menos un seguro de 290 mil pesos. Nada.

 

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