PAS, política o clientelas

 

El artículo 41 de nuestra Constitución establece en su fracción primera que “Los partidos políticos son entidades de interés público… y tienen como fin promover la participación del pueblo en la vida democrática, contribuir a la integración de los órganos de representación política y como organizaciones de ciudadanos, hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo…”

Solo —agrega el texto—, los ciudadanos podrán formar partidos políticos y afiliarse libre e individualmente a ellos; por tanto, quedan prohibidas la intervención de organizaciones gremiales o con objeto social diferente en la creación de partidos y cualquier forma de afiliación corporativa.

Ese preámbulo nos permite realizar una reflexión sobre el Partido Sinaloense (PAS), que es sabido que utiliza personal y recursos de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS) para su promoción política. Al menos así lo han mencionado sus críticos, pero también ex miembros que han renunciado a su militancia por no estar conforme con el instrumentalismo que se hace de la principal casa de estudios de los sinaloenses.

En cuanto a las funciones de los partidos establecidas en la Constitución, las del PAS nada tienen que ver con la promoción de la participación en la vida democrática sinaloense. Las actividades rutinarias del PAS frecuentemente se parecen más a las de un club social u organización comunitaria, que a las que corresponden a un partido político que es formar cuadros políticos con identidad ideológica y capaces de defender un programa político.

La idea gramsciana del partido como intelectual colectivo se encuentra lejos de la actividad pasista por ser un partido altamente personalizado en su líder, el ex rector Héctor Cuen Ojeda, quien como sabemos tiene una mano en la UAS y la otra en el control del partido.

Dicho de paso, por ser un partido esencialmente de universitarios debería ser un partido de luces, capaz de dar soluciones a los distintos temas y ámbitos sociales.

Sinaloa necesita de intelectuales que la piensen y ofrezcan soluciones a sus graves problemas sociales.

Pero revisando la hiperactividad del PAS en Twitter, es sorprendente a lo que dedican su tiempo muchos de sus miembros. Vea: cursos de regularización de infantes, talleres de piñatas, clases de repostería y zumba para estar en forma para las posadas.

Esas y otras actividades proselitistas, más las que se les ocurran a estos universitarios, es lo que parece ser la esencia partidista, son los puentes clientelares que hacen el vínculo de los ciudadanos con la política de ese partido.

Añoro aquellos partidos que hacían verdaderas escuela de cuadros, donde se leían a los clásicos de la política y las constituciones, y desde donde salían los futuros tribunos, los parlamentarios, los teóricos, los operadores que hacían la política programática.

A nadie en ese entonces se le hubiera ocurrido impulsar un taller de piñatas y un curso de zumba. Los partidos eran cosa seria. Se forjaba mucho la identidad partidaria y el compromiso con las luchas políticas y sociales.

Pero, ahora, con este tipo de partidos light, que igual reciben puntualmente sus prerrogativas, no se puede esperar mucho de construcción de políticas públicas.

Claro, hay quienes aplauden esto, afirman que ya era hora de que un partido llevara beneficios a su colonia, su barrio, el rancho o la parcela.

Y quisieran que el sistema de partidos se convirtiera en clubes de canasta, deportivos, cocina, zumba.

Lamentablemente para quienes lo piden, nuestra Constitución a los partidos les tiene asignadas otras tareas más edificantes que bailar zumba y que la mayoría de ellos no parece darse por enterado y por eso el nivel de la política.

Me quedo con lo que señala el citado artículo 41, cuando en él se establece que se busca “hacer posible el acceso de éstos al ejercicio del poder público, de acuerdo con los programas, principios e ideas que postulan y mediante el sufragio universal, libre, secreto y directo…”

No pues, como lo hace el PAS, que moviliza a ritmo de zumba.

Artículo de opinión publicado el 10 de diciembre de 2017 en la edición 776 del semanario Ríodoce.

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