Nepotismo Legislativo

 

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Para Gloria Elvira Félix, asesora legislativa despedida.

 

La diputada y los diputados priistas, Andrés Amílcar Félix Zavala y Feliciano Valle Sandoval, muestran claramente de lo que están hechos, pues desde que asumieron el cargo hicieron visible su visión patrimonialista.

Sí, ese sesgo de la política que frecuentemente deteriora la imagen de las instituciones por lo que proyecta en la vida pública. Aunque, como lo justifica la diputada Chollet, ella está dedicada a “cosas más importantes”.

Cada uno de estos diputados ha reconocido haber contratado para los servicios de asesoría parlamentaria a familiares directos, y los periodistas han salido al paso y han hecho las preguntas pertinentes, que encontraron respuestas, y dejan muy mal parado no sólo a ellos sino al propio Congreso del Estado.

Las respuestas son dignas de un marco vistoso, pues solo faltó que dijeran lo que en su momento sentenció el presidente José López Portillo, cuando se le inquirió sobre la presencia de su hijo José Ramón en el gabinete económico, y la respuesta no se hizo esperar “estoy orgulloso de mi nepotismo”, afirmó muy ufano, por los servicios que podría prestar al país una persona tan preparada.

Con esa expresión se acabó al hijo, pues al ponerlo en la palestra pública nunca más volvió a los primeros planos de la administración. O sea, incluir familiares, en lugar de ayudar a las carreras profesionales, se puede transformar en una mancha para la trayectoria de Mildret, Karen y el otro primo.

Y quien se ha extendido más en justificaciones, incluso revanchismo, ha sido Maribel Chollet, quizá pensando que es mejor aparecer en los medios de comunicación aunque sea mal, como antes mandó a callar a la diputada morenista, pero sus declaraciones la exhiben como una persona a la que le vale la crítica y ser presentada como emblema de corrupción.

Contratar como asesor parlamentario quizá no sea un delito pero, más allá de la legalidad de esas contrataciones, no se puede omitir el decoro y prudencia que siempre debería tener quien detenta un cargo de representación política.

Dice el dicho popular que la mujer decente no sólo debe serlo, sino también parecerlo, y es el caso de los diputados que lo son pero no lo parecen. Actúan pensando que se han sacado la lotería y que eso es bueno para la familia, aunque no lo sea para la institución y para quienes están representando.

Evidentemente si tuviéramos una sociedad más regulada estos abusos patrimonialistas no sucederían y tendrían consecuencias. Entonces, lo hacen y pueden hacer cosas peores, porque no las hay. Finalmente es la cultura priista mejorada de aquella máxima: no me pagues, nomás ponme donde hay, y lo de mejorada es porque les pagan y hay incentivos para continuar haciéndolo.

Elsy López Montoya, diputada por el distrito electoral 21, con cabecera en Mazatlán, ha venido señalando en público y en privado que hace falta un código de ética parlamentaria y quizá sea cierto, pero lo que más hace falta es una ética personal, esa que se aprende en las buenas casas y con los mejores maestros.

La ética no se puede obligar, se tiene o no se tiene, y el político pícaro siempre buscará la manera de sacar provecho personal cuando detenta un cargo público o de representación política.

Es lo que sucede hoy en el órgano parlamentario sinaloense, donde estos diputados generosos con la familia, aplican equivocada o interesadamente la tesis de que lo que no está prohibido en la ley, está permitido. No necesariamente. Hay cosas de sentido común como es la de separar el ámbito privado del espacio público.

Quizá, con las excepciones a la regla, que pudieran caber en el señalamiento de la diputada que ha manifestado que hay otros diputados que encubren la misma práctica y que obligaría al periodismo identificarlos, el resto de los legisladores que deben ser muchos, evitan este tipo de bochornos públicos que lastiman notoriamente la imagen del Congreso del Estado y por supuesto del propio diputado.

En fin, quizá para estas personas, es ahora o nunca, fuera máscaras y aquí se viene a lo que se viene. Lo demás es ruido que sacude pero que no lastima. Qué más da otro poquito, si con eso encarrilan a la hija o la prima y a quien sea.

Aun cuando su propia carrera política esté en riesgo de que se vaya al carajo.

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