Los rectores de la UAM ponen el ejemplo

Luego de casi un mes de la desaparición de los estudiantes de la normal rural de Ayotzinapa, los rectores empiezan a tomar posición frente a estos lamentables hechos. Son el rector general y los cinco de las unidades académicas de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) los que dan un paso adelante y levantan la voz por su comunidad.
El rector de la UAS después del pronunciamiento de Barcelona, sorprendentemente rechazó que las escuelas y facultades participaran en las convocatorias nacionales y ahora decide motu propio en un acto inoportuno, construir su propia agenda para evitar elementos que buscan “obtener beneficios”.
Es lamentable el sectarismo que encierra está expresión inoportuna, cuando las circunstancias exigen que por encima de las voces y opiniones universitarias, se privilegie la unidad para presionar al gobierno y esclarecer los hechos como castigar a los culpables de las muertes y desapariciones.
Un ejemplo claro de que se pueden hacer las cosas en la pluralidad y la diversidad, es el pronunciamiento breve y contundente de los rectores de la UAM ante el conservadurismo y silencio de la mayoría de sus colegas. Por su relevancia lo reproducimos en forma íntegra:
“Es jurídica, ética y humanamente inaceptable que 43 jóvenes desaparezcan sin rastro, como ha sucedido con los estudiantes de la escuela normal Rural “Raúl Isidro Burgos”, en Ayotzinapa en el Municipio de Tixtla, Guerrero. De su paradero no se tienen noticias desde el 26 de septiembre de este año. Se ha informado que hubo participación de funcionarios y agentes policiacos de Iguala y Cocula, Guerrero. Consideramos que esto constituye una violación muy grave de los derechos humanos que no puede quedar impune. Las autoridades gubernamentales deberán asumir plenamente sus responsabilidades, esclarecer los hechos y castigar, en el marco de la ley, a los responsables intelectuales y materiales de estos sucesos.
“Como universitarios, nos sumamos a las exigencias de la sociedad para que sean encontrados y aparezcan con vida. Nos solidarizamos con la angustia de familiares y compañeros, y nos sumamos a la indignación que este hecho provoca en todo México.
“Creemos que la UAM debe participar con sus propios fundamentos: Aportando propuestas de estudio, análisis y crítica a la situación que aqueja a la nación en su conjunto. Por lo anterior es imprescindible que la UAM continúe con sus actividades de docencia, investigación y preservación y difusión de la cultura, con las que diariamente la institución contribuye al desarrollo de nuestra sociedad. La suspensión de actividades, mediante paros, diluyen la posibilidad del intercambio y acción colectiva que se pueden dar entre nuestra comunidad y retrasan y afectan la realización de cursos, los proyectos de investigación, las entregas de trabajos estudiantiles, el cumplimiento de convocatorias y compromisos académicos, entre otras actividades permanentes.
“La educación es una palanca para el desarrollo de la sociedad y de las personas, un bien que no debe ser desperdiciado”.
Con esa máxima cierran los seis rectores. Seguramente habrá discrepancias en torno a esta postura institucional cuanto desea que las expresiones se manifiesten sin trastocar el quehacer de la institución, cuando es inevitable en un ambiente de irritación social, ante la incapacidad del gobierno para encontrar a los desaparecidos, al alcalde y a su esposa, a los guerreros unidos y las fosas de las que habla el padre Solalinde.
Y ante el pronunciamiento ético, es memorable la imagen del rector Barros Sierra encabezando en 1968 las marchas para exigir la desaparición del delito de disolución social, la libertad de presos políticos y la eliminación del nefasto grupo de granaderos.
Hoy, en el mes en que se cumplen 46 años de la matanza de Tlatelolco, se impone que las universidades vuelvan a ser la caja de resonancia de los graves problemas nacionales. Ayotzinapa es una oportunidad para empezar a discutir, entre otros temas, la política de seguridad pública, los cuerpos policiacos, la responsabilidad política de los gobernantes o la revocación de mandato.
Y, por supuesto, lo que hay que hacer en materia de educación. Las condiciones en las que se forman los maestros rurales, donde para ingresar a las normales es requisito ineludible ser pobre, lo que es una vergüenza para un sistema educativo que pretende moverse con criterios de calidad homogéneos.
En definitiva, la voz de los rectores de la UAM, le devuelve algo de dignidad y sentido social de la universidad pública y aunque con retraso y cierto sectarismo, hay que reconocérselo también al de la UAS.

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