El  racista Trump

 

CIUDAD DE MÉXICO, 31AGOSTO2016.- Enrique Peña Nieto, presidente de México, y Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de Estado Unidos, ofrecieron mensaje conjunto luego de una reunión que sostuvieron en la residencia oficial de Los Pinos. FOTO: ISAAC ESQUIVEL /CUARTOSCUO.COM
CIUDAD DE MÉXICO, 31AGOSTO2016.- Enrique Peña Nieto, presidente de México, y Donald Trump, candidato republicano a la presidencia de Estado Unidos, ofrecieron mensaje conjunto luego de una reunión que sostuvieron en la residencia oficial de Los Pinos.
FOTO: ISAAC ESQUIVEL /CUARTOSCUO.COM

El problema no es problema, dice una canción de Arjona.  El problema no es Trump,  el problema es que existen  partidos políticos que postulan a estos personajes de corte racista. Por eso vale la pena recordar una frase  dicha por Chomsky: “nunca existió nada tan peligroso para el mundo como el Partido Republicano actual”.

El problema no es problema, el problema es que el Presidente de México, Enrique Peña Nieto,  lo invitó a venir a México, después de todos los insultos que ha lanzado a los mexicanos.

No recuerdo que algún presidente de México en el pasado reciente haya invitado a algún candidato a la presidencia de Estados Unidos durante su campaña. Lo normal en la diplomacia mexicana es la invitación al ganador de la contienda. Peor es cuando solo viene uno.

En el epílogo del libro de Mark Singer, titulado El Show de Trump, Jorge Ramos nos dice que Trump es un tipo de ideas básicas. “Su vocabulario en los discursos está cargado de frases hechas y de superlativos: “grande”, “gigante”, “el mejor”, “el primero”, “fantástico”. Pero entendió muy bien dos cosas: que el pueblo norteamericano estaba harto de sus políticos tradicionales y que necesitaban a un enemigo: Así, su primer ataque púbico como candidato fue contra los mexicanos”.

En sus discursos, Trump ha dicho que México envía a su peor gente a los Estados Unidos. Dice que llevan droga, que son criminales y son violadores.  Eso piensa pararlo construyendo un muro a lo largo de los 3 mil 185 kilómetros. Nunca un político estadunidense había tratado así a México y a su gente, desde la guerra entre ambos países (1846-1848). ¿Y que hizo el gobierno de México? Nada. No hizo absolutamente nada.

Enrique Peña Nieto y su gobierno se tardaron 265 días en dar respuesta oficial a los insultos de Trump. Dijo que México no pagaría por el muro que Trump pretende construir  y que el tono “estridente” del candidato se asemejaba al de Hitler y Mussolini.

Ante los insultos de Trump,  el gobierno de México agachó la cabeza, como lo hizo en el caso de Ayotzinapa.

Fueron sesenta y siete intelectuales, actores, escritores y científicos de Estados Unidos, América Latina y España, liderados por Enrique Krauze y Carmelo Mesa Lago, los primeros en lanzar un manifiesto contra Trump.

Vicente Fox y Felipe Calderón han sido los dos expresidentes de México que han declarado en contra de los pronunciamientos de Trump contra México.

Trump dice que obligará al gobierno de México a pagar por la construcción del nuevo muro. Va a crear  nuevos impuestos a los productos mexicanos y evitar el envío de remesas de Estados Unidos a México hasta que el gobierno mexicano pague. Se calcula que una milla costaría alrededor de 20 millones de dólares, en total costaría alrededor de 20 mil millones de dólares.

Según un estudio del Pew Research Center de 2012, citado por Jorge Ramos, la gran mayoría de 33.7 millones de personas de origen mexicano que hay en Estados Unidos no son narcotraficantes, criminales ni violadores. Al contrario, los 570 mil negocios de migrantes mexicanos en Estados Unidos generan más de 17 mil millones de dólares al año.

¿A qué viene Trump a México?, se pregunta el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas en un artículo del Periódico la Jornada: “Lo digno de una posición mexicana sería exigir a Trump, con fuerza, una retracción a los insultos lanzados y una disculpa pública, demandándole al mismo tiempo fijar cuáles serían sus nuevas posiciones ante México y los mexicanos; digno también sería exigirle la definición de una política migratoria de respeto  a la condición humana de los migrantes; digno sería cuestionarlo sobre qué sería de Estados Unidos sin la presencia de los migrantes mexicanos”.

E-mail: [email protected]

Twitter: @riosrojo

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Ok Javier

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Foto: Donald y peña 1

 

El  racista Trump

José A. Ríos Rojo

El problema no es problema, dice una canción de Arjona.  El problema no es Trump,  el problema es que existen  partidos políticos que postulan a estos personajes de corte racista. Por eso vale la pena recordar una frase  dicha por Chomsky: “nunca existió nada tan peligroso para el mundo como el Partido Republicano actual”.

El problema no es problema, el problema es que el Presidente de México, Enrique Peña Nieto,  lo invitó a venir a México, después de todos los insultos que ha lanzado a los mexicanos.

No recuerdo que algún presidente de México en el pasado reciente haya invitado a algún candidato a la presidencia de Estados Unidos durante su campaña. Lo normal en la diplomacia mexicana es la invitación al ganador de la contienda. Peor es cuando solo viene uno.

En el epílogo del libro de Mark Singer, titulado El Show de Trump, Jorge Ramos nos dice que Trump es un tipo de ideas básicas. “Su vocabulario en los discursos está cargado de frases hechas y de superlativos: “grande”, “gigante”, “el mejor”, “el primero”, “fantástico”. Pero entendió muy bien dos cosas: que el pueblo norteamericano estaba harto de sus políticos tradicionales y que necesitaban a un enemigo: Así, su primer ataque púbico como candidato fue contra los mexicanos”.

En sus discursos, Trump ha dicho que México envía a su peor gente a los Estados Unidos. Dice que llevan droga, que son criminales y son violadores.  Eso piensa pararlo construyendo un muro a lo largo de los 3 mil 185 kilómetros. Nunca un político estadunidense había tratado así a México y a su gente, desde la guerra entre ambos países (1846-1848). ¿Y que hizo el gobierno de México? Nada. No hizo absolutamente nada.

Enrique Peña Nieto y su gobierno se tardaron 265 días en dar respuesta oficial a los insultos de Trump. Dijo que México no pagaría por el muro que Trump pretende construir  y que el tono “estridente” del candidato se asemejaba al de Hitler y Mussolini.

Ante los insultos de Trump,  el gobierno de México agachó la cabeza, como lo hizo en el caso de Ayotzinapa.

Fueron sesenta y siete intelectuales, actores, escritores y científicos de Estados Unidos, América Latina y España, liderados por Enrique Krauze y Carmelo Mesa Lago, los primeros en lanzar un manifiesto contra Trump.

Vicente Fox y Felipe Calderón han sido los dos expresidentes de México que han declarado en contra de los pronunciamientos de Trump contra México.

Trump dice que obligará al gobierno de México a pagar por la construcción del nuevo muro. Va a crear  nuevos impuestos a los productos mexicanos y evitar el envío de remesas de Estados Unidos a México hasta que el gobierno mexicano pague. Se calcula que una milla costaría alrededor de 20 millones de dólares, en total costaría alrededor de 20 mil millones de dólares.

Según un estudio del Pew Research Center de 2012, citado por Jorge Ramos, la gran mayoría de 33.7 millones de personas de origen mexicano que hay en Estados Unidos no son narcotraficantes, criminales ni violadores. Al contrario, los 570 mil negocios de migrantes mexicanos en Estados Unidos generan más de 17 mil millones de dólares al año.

¿A qué viene Trump a México?, se pregunta el ingeniero Cuauhtémoc Cárdenas en un artículo del Periódico la Jornada: “Lo digno de una posición mexicana sería exigir a Trump, con fuerza, una retracción a los insultos lanzados y una disculpa pública, demandándole al mismo tiempo fijar cuáles serían sus nuevas posiciones ante México y los mexicanos; digno también sería exigirle la definición de una política migratoria de respeto  a la condición humana de los migrantes; digno sería cuestionarlo sobre qué sería de Estados Unidos sin la presencia de los migrantes mexicanos”.

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