Votemos o no, el PRI ya tiene el triunfo electoral: Cruz Parcero

El doctor en derecho e investigador de la UNAM, Juan Antonio Cruz Parcero.
El doctor en derecho e investigador de la UNAM, Juan Antonio Cruz Parcero.

Francisco Sarabia/Ciudad de México

México, D.F.- A los mexicanos nos conviene poner un alto a los políticos y sus instituciones y abstenernos de votar en las elecciones del 2015. Es momento de decirles que ya basta de tanta farsa y simulación y que sientan que hay un rechazo fuerte de la ciudadanía por todo lo que han hecho en complicidad con los narcos para llevar al país a ser gobernado por una clase política, la más corrupta y la peor, afirma el doctor en derecho e investigador de la UNAM, Juan Antonio Cruz Parcero.

“Que sientan que hay un rechazo fuerte a lo que están haciendo. Decirles que no votaremos más por malos candidatos con antecedentes de corrupción y vínculos con el narcotráfico como ocurre actualmente. Que sepan que si no hay candidatos honestos no hay porque votar”.

De cualquier manera, asegura, votemos o no, el PRI ya tiene la elección en su poder, no me cabe la menor duda, porque el sistema electoral no está haciendo nada para controlar la llegada de dinero ilícito, la compra del voto y demás, y eso nuevamente va a favorecer al PRI en la mayoría de los estados y la federación.

El especialista en argumentación jurídica y catedrático de las facultades de Derecho y Filosofía de la UNAM, sostiene que estamos ante un sistema electoral demasiado caro e ineficiente, y encima de ello, secuestrado por los partidos políticos y solapado por funcionarios y consejeros del INE y del Tribunal Electoral, que solo responden a intereses de los grupos políticos y económicos enquistados en el poder.

En entrevista concedida a Ríodoce, el prestigiado jurista con estancias en universidades de Inglaterra, Argentina, España y  director de la Revista Isonomía, de Teoría y Filosofía del Derecho, comenta que el sistema electoral mexicano opera con muchas deficiencias pero la mayor de éstas es que el INE se ha partidizado y dejó de ser un órgano ciudadano. Eso ha dado al traste a este modelo y en este reparto de cuotas de consejeros, los partidos han hecho del INE un botín para proteger sus cotos de poder.

En su opinión, el único organismo electoral ciudadano fue el que presidió José Woldemberg. Después de éste, los siguientes estuvieron amañados y fue cuando se empezó a cuestionar seriamente al IFE sobre la limpieza de las elecciones, acusándolo de abusos, de solapamiento, de no actuar e intervenir a tiempo y ahora con las fiscalizaciones que no han servido de nada, como tampoco la persecución de delitos electorales.

Agrega que tampoco hay voluntad para erradicar estos vicios porque las irregularidades y denuncias nunca se sancionan y siempre terminan en borrón y cuenta nueva, porque los órganos electorales están atrapados por los partidos. Y lo mismo ocurre con el Tribunal Electoral, que tiene doble cara. Por un lado se muestra valiente en ciertos asuntos como los relacionados con derechos   indígenas y mujeres. Pero en las grandes decisiones electorales ha sido muy sumiso y condescendiente, sobre todo con los partidos políticos que han estado en el poder y por eso no va a funcionar.

Para el investigador del Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM y miembro de varios comités editoriales de revistas jurídicas del país y extranjeras, esto hace que hoy en día tengamos un sistema electoral desinflado, inoperante, de los más caros del mundo, pero que no es capaz de transparentar y limpiar los procesos de elección en el país. Aclara que quizá haya muy pocas excepciones de magistrados y consejeros muy comprometidos, pero la mayoría hacen su trabajo a medias para no tocar intereses grandes.

—¿Qué consecuencias ha tenido en la sociedad civil esta fragilidad del sistema electoral mexicano?

—Bueno, pues lo que todos vemos. Hay una gran desconfianza en las instituciones electorales, que siendo creadas para quitarle al gobierno la organización de las elecciones y dar mayor confianza a la ciudadanía misma, ocurrió lo contrario; hay un gran descrédito y un desencanto cada vez mayor.

Demócratas convencidos toda su vida, dice, ahora están defendiendo el abstencionismo diciendo que este tipo de democracia no la merecemos los mexicanos. No es una democracia seria y urge reconstituir las instituciones, porque seguir jugando este juego donde los dados están cargados a favor de esos grupos de poder es un cinismo.

—¿Tiene algo que ver en esta crisis de credibilidad ese maridaje abierto que se señala entre la clase política y la delincuencia organizada, donde esta última financia campañas de candidatos?

—Claro, y no es un problema exclusivo de México. El asunto es que aquí se ha salido de control y la injerencia del narco en la política se ha hecho un problema muy grave. Ya no es exclusivo de un candidato o un partido que recibe dinero. Esto es un patrón a seguir sobre todo en ciertas regiones del país como Michoacán, Guerrero, Tamaulipas, Sinaloa y otros, donde hay compromisos muy fuertes entre narcos y autoridades, y que han sido acusados fuera del país por hacer negocios con el crimen organizado.

“Esto es lo que se está poniendo en discusión. Una democracia secuestrada por la clase política y sus nexos con las bandas delictivas”.

Estamos muy preocupados porque ¿qué clase de democracia es ésta? ¿A quién estamos eligiendo? ¿Quién pone realmente a los candidatos? ¿Qué sistemas de control y coacción del voto se están generando para que esos candidatos vinculados con el narco nos den la opción de que banda vamos a apoyar para que gane?… Esto es un caos, repone.

—¿Y a qué nos puede llevar esto si no se pone un alto?

—Esto está llevando a una parte de la sociedad mexicana a un desencanto de la transición democrática y puede ser muy grave, porque la democracia es la única arma para enfrentar a un gobierno autoritario como el PRI, porque habría la posibilidad de que otras ideologías y posiciones pudiera acceder al poder por la vía pacífica. Pero cuando se cierra esa puerta y se obliga a otras expresiones políticas a acceder al poder con esas mismas reglas y obedecer a esos intereses, puede ser catastrófico y dar pie al resurgimiento de grupos guerrilleros —como está ocurriendo en Guerrero o Oaxaca—, que ven en el levantamiento armado la única vía para acabar con este sistema corrupto.

“Y la radicalización de los grupos nos puede llevar al recrudecimiento de la violencia, principalmente en las regiones más pobres del país y otras, donde ya vemos enfrentamientos con los poderes locales por la vía de las armas.

Sin embargo, aclara que tampoco es privativo de México. Los grandes grupos económicos tienen el control de las decisiones del poder y en muchos lugares del mundo se han apropiado de los parlamentos para proteger sus intereses, como lo denunció con anterioridad Amnistía Internacional.

Pero aquí, recalca, nuestros poderes no solo obedecen a las oligarquías económicas, sino también al narco y a esa red de empresarios y políticos que utilizan para lavar su dinero valiéndose de que son “intocables” y que les garantizan total protección para esas fortunas que lo mismo penetran en empresas, industrias, servicios, procesos electorales y a todo cuanto necesite esos apoyos.

El jurista, autor y coautor de más de siete libros, entre ellos El concepto de derecho subjetivo y Los derechos sociales desde una nueva perspectiva, declara que vivimos en una “cacocracia”  —como decía el italiano Michelangelo Bovero— un politólogo que el IFE invitaba mucho a México.

“Nuestra democracia se convirtió en el gobierno de los peores, donde llega al poder la gente más corrupta, sin escrúpulos, la más manejable por esos intereses que están detrás. Los mismos partidos de izquierda han se han encargado de desplazar y aislar a candidatos con solvencia moral —como  los luchadores sociales e intelectuales— de toda posibilidad de llegar al poder. Ahora la mayoría de los intelectuales y luchadores sociales rehúsan ser asociados con alguno de estos partidos por temor al descrédito”.

Y reitera que en México ninguno de los partidos políticos se salva. Cierto que el “cochinero” no toca a todos por igual. Unos tienen personajes que valen la pena, como el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), que guarda relación con algunos intelectuales comprometidos.

—¿Por Morena cree que pueda llegar el cambio?

—A ver, en esta situación en que estamos, sonríe, ningún partido es la esperanza de México. Necesitamos primero despertar como sociedad y exigir mucho más a los partidos, cambiar las reglas del juego, transformar instituciones y quizá en estas condiciones alguno de estos partidos pudiera llegar a ser la esperanza, pero en estas circunstancias no hay esperanzas ni partidos que la garanticen.

 

 

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