Los viajes de la adormidera

 
amapola 3
 
“Nos enteramos que la amapola estaba prohibida y tan bonitas que se veían las flores de todos colores, como rosales, y no la empleábamos para otra cosa que no fueran de ornato. Todas las casas tenían una o varias en su jardín. Quién sabe cómo se corrió el rumor de que venía el Ejército a revisar los patios de las casas para ver quien estaba sembrando y de encontrarte te iban a llevar a la cárcel, pues no quedó ninguna, pronto las mujeres las arrancaron; desterraron esas flores de su jardín.
 
“Pedro Avilés por aquellos años ni por casualidad sonaba su nombre en el control de la adormidera. Los viajes a trabajar en la cosecha se efectuaron en las década de los 20 y parte de los 30 del siglo pasado. Ese escenario lo controlaban los chinos avecindados en Los Mochis desde su llegada a Sinaloa a través de los barcos venidos de China. Esto sin afán de abonar a la campaña antichina que se vivió en las primeras décadas del siglo XX, hasta que el general Cárdenas decidió ponerle fin.
 
“En esos tiempos no era como ahora, no sé si anhelo o rechazo al pasado o simplemente es la arrogancia del presente. Lo sincero es la impresión de desear recoger el brío impreso en las veredas y brechas agrestes de Baca a Los Mochis y viceversa, que cruzaban lo mismo  arroyos que arriaban agua o solo arena polvorienta por las pisadas. Donde el norte a la brújula la daban los cerros, como la hora el sol a falta de reloj. Ahí quedaron vidas de muchos de la región que para no morir de hambre debían caminar como nómadas y retornar a la tierra donde estaba la familia y también su identidad.
 
“Ahora se preguntarán ¿A poco se iban caminando hasta allá, estaban locos? La vida cómoda como la conocemos ahora se ha desarrollado en los últimos años. Igual que la adormidera ya la conocían como planta de jardín pero no sabían el uso lucrativo que tenía. Las noticias o situaciones de otras regiones no se conocían de manera rápida; había un aislamiento profundo de las comunidades rurales, en ese sentido.
 
“Recuerdo la última vez que fuimos, nos dijo el Señor que nos contrató:
 
—¿Para qué se van muchachos? Allá van a sufrir hambre. Quédense otros días, aquí hay mucho trabajo todavía.
 
—No podemos quedarnos más días, señor. Debemos regresar porque nos espera en el pueblo la familia para que le entreguemos un poco de dinero.
 
Recordaba esas elocuciones mi padre, cuando veía, con asombro, pasar los carros del Ejército por en medio del pueblo. Agregaba con cansancio en su voz, como si no consiguiera recordar cabalmente o por un momento de lucidez juntar los pasos dados por esas veredas polvorientas, recorridas de Baca a Los Mochis, con sus poblados intermedios:
 
“A mí me tocó caminar hasta Los Mochis, hacía tres días de camino, llevábamos lonche. Bueno, toda la gente de aquí nos íbamos caminando hasta Los Mochis. Allá trabajábamos con un señor que le decían el Chino, de su apellido no me acuerdo, era el dueño de las siembras de amapolas en aquellas tierras, al igual que otros chinos avecindados en Los Mochis.
 
“Entonces había uno o dos carros en Choix que hacían viaje a Los Mochis pero pues, era lo mismo, no teníamos dinero para pagar, entonces decidíamos caminar hasta Los Mochis. Pasando la fiesta del 6 de enero nos preparábamos para ir a trabajar con los chinos en la temporada de la cosecha de la amapola. Consistía en rayar con una navaja el bulbo que da la planta en la flor y al día siguiente con una cajuela a juntar la goma que vertían los bulbos rayados.
 
“Era un trabajo de temporada que ayudaba a la gente de la región a juntar algunos centavos, como se decía en aquellos años, para sobrellevar la precaria condición económica, porque de mayo a noviembre trabajábamos en la siembra de algodón, ajonjolí, cacahuate, maíz, calabazas.
 
“En la década de los 60 también se sembraba en las cercanías de la localidad de Papariqui pero no por chinos sino por gringos, se asentaban toda la temporada para sembrar amapola y contrataban gente de las cercanías para cultivarla. Llenaban botellas con goma y se ausentaban hasta el siguiente año. Pero de aquí ya nadie trabajó en eso porque sabíamos que estaba prohibido”.
 

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