Siempre Alice

El Alzheimer generalmente se piensa como propio de la vejez y algo lejano, sobre todo si se tiene una edad mediana o muy joven: se sabe que está ahí, pero le da a los demás y cuando ya son muy grandes.

Siempre Alice (Still Alice/EU/2014), dirigida y escrita por Richard Glatzer y Wash Westmoreland, basada en la novela de Lisa Genova, que obtuvo una nominación al Oscar por la magistral actuación de Julianne Moore, y que puede ver en Netflix, trata de esa enfermedad silenciosa, de una manera que sin duda hará consciente al espectador de una realidad a la que pocas veces quiere enfrentarse.

Alice (Moore) es una lingüista y maestra de universidad de mucho prestigio, para quien las palabras, lejos de ser un problema, son su especialidad, por lo que es común que la inviten a impartir conferencias acerca del lenguaje o sobre sus libros.

De repente, la profesora tiene un olvido de algo común dentro de su vocabulario y su experiencia, no sabe el lugar en el que está a pesar de ser el de su trabajo y no registra que ya saludó a alguien, pero no le da la relevancia suficiente hasta que eso se repite constantemente y acude al médico, quien le realiza estudios que comprueban que tiene Alzheimer, y que es algo que sus hijos pueden padecer también, por lo que deben hacerse los exámenes igual que ella.

Su deterioro es tal, que la maestra deja su empleo, porque los olvidos son cada vez más frecuentes, y una vez en su casa, al lado de su esposo (Alec Baldwin), se enfrentará, incluso, a que no recuerde ni siquiera dónde está el baño.

Aunque recibe el apoyo de su familia, la enfermedad de Alice moverá la zona de confort de todos, ya sea porque algunos no quieran saber si padecen o no de lo mismo, que la mamá haga y diga cosas que puedan malinterpretarse o al ver que esa mujer inteligente, activa y fuerte, se consuma poco a poco.

Con la interpretación de Alice, y con justa razón, Julianne Moore ganó este año el Oscar y un Globo de Oro a mejor actriz: la forma en que desarrolla su papel de una mujer en plenitud de su carrera, con esa seguridad que proyecta, y que por el Alzheimer se va al otro extremo en el que por lapsos no sabe de sí misma y su temor la lleva a no querer existir, es insuperable.

Los momentos más inquietantes y que reflejan en mucho lo que implica esta enfermedad, es cuando Alice recurre a una grabación en video que ella misma se hace, para ese día que intuía sería desesperante y crítico: el reproducirlo varias veces, porque ni siquiera a corto plazo lograba retener la información, o al impartir su última conferencia, en la que habla y llora lo que ha sido el padecimiento en su vida, son realmente impresionantes y estremecedores.

La película, con un ritmo que a veces se percibe lento, se mantiene mayormente interesante de principio a fin, el inconveniente es que no desarrolla algunas de las subtramas que presenta, como las relacionadas con algunos de los hijos de Alice, de quienes se deja de lado el cómo perciben ser candidatos a enfermarse como su madre, lo que les ocasiona el padecimiento de ella, y sólo se limita a mostrar cómo repercute en uno de ellos (Kristen Stewart). No deje de verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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