Drácula, la historia jamás contada

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Una de las peores jugadas que puede hacer la cartelera de cine es que buena parte de su oferta sea atractiva, y no haya el suficiente tiempo para acudir a ver las películas, y es el caso de la semana pasada, en la que estuvieron, al menos cuatro títulos interesantes (Perdida, Casi un Gigoló, La hija de Moctezuma, Un paseo por las tumbas), cuando hay otras ocasiones en las que muy poco o nada vale la pena.
Drácula, La historia jamás contada (Dracula Untold/EU/2014) no se trata de una cinta imperdible, pero es importante revisar la ópera prima del director Gary Shore, de una de las historias clásicas más queridas de los espectadores.
Vlad (Luke Evans), príncipe de Valaquia, casado con Mirena (Sarah Gadon) regresa a casa más que con miedo, preocupado porque, al entrar a la cueva que está en la Montaña de la Muela Rota, llena de huesos humanos, perdió a dos de sus mejores hombres, cuando un ser extraño (Charles Dance) los enfrenta.
De niño su padre lo entregó a un sultán como rehén, y ahora Mehmed (Dominic Cooper) le pide que además de mil niños, también le entregue a su primogénito (Art Parkinson), por lo que estará en vías de tomar la decisión más importante de su vida.
La única solución es que Vlad regrese a la cueva y pida ayuda a ese monstruo, para salvar a su pueblo, y es cuando conoce al hombre que ha estado ahí por cientos de años, en espera de un humano lo suficientemente valiente, como para que le ayude a liberarse.
Vlad tendrá los elementos necesarios para enfrentar a los turcos: la fuerza de cien personas, capaz de aplastar rocas; la capacidad de correr muy rápido y volar, a cambio de sentir una enorme necesidad de beber sangre humana.
El problema es que sólo tiene tres días para cumplir su objetivo, sin ingerir nada de ese líquido rojo, por más deseos que tenga; de lo contrario vivirá con esa condición por la toda la eternidad.
Las grandes batallas entre los dos bandos están en Drácula, y de una manera impresionante. Uno de los mayores atractivos del filme es esa producción que se ve en los enfrentamientos, así como los efectos especiales, específicamente cuando Vlad se convierte en muchos murciélagos, para poder volar.
La actuación de Luke Evans es otro aspecto a destacar, ya que el intérprete, con seriedad, mesura, seguridad y valentía, logra transmitir esa preocupación a la que un líder se enfrenta cuando su pueblo está en peligro y está consciente de que es la única persona que puede tomar las riendas y hacer algo por todos.
Lo contrario sucede con el personaje de Dominic Cooper, quien se supone que es el encargado de poner en aprietos a Vlad, pero ni cuando están juntos, ni al momento de dar instrucciones a su gente, es capaz de imponerse con las características necesarias para su rol.
A pesar de ser uno de los filmes más esperados de la temporada, será recordado como uno que tiene su mayor fuerza sólo en su etapa final, como un documento que habla sobre el origen del temido monstruo, pero que está muy lejos de una Nosferatu (1922), por ejemplo. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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