12 años esclavo

doceEs curioso que aún en estos días 12 años esclavo (Twelve years a slave/EU/Reino Unido/2013), dirigida por Steve McQueen, sea reconocida como la mejor película  en uno de los premios cinematográficos más importantes a nivel mundial, cuando el tema de la esclavitud y el racismo ya están más que analizados y contados.
A pesar de que esté basada en la autobiografía de Solomon Northup, por lo tanto en un hecho real, me parece completamente fuera de lugar que estos dos temas sigan llevándose, en este caso, a una película, cuando en el afán de reconocer, glorificar y reivindicar, termina siendo igualmente racista.
Aunque hay quienes siguen rechazando a personas por su color, su creencia y sus gustos, una forma de no caer en el juego, es simplemente no traer a colación una situación que no debió existir nunca. Es ofensivo el sólo hecho de recodarlo; lo que se debe entender es que todos somos seres humanos y nadie, por más que lo crea, es superior a otro por su apariencia, lo que cree y lo que prefiere.
Poco antes de la Guerra Civil estadounidense, en Nueva York, Solomon Northup (Chiwetel Ejiofor), quien gozaba de libertad, fue secuestrado y vendido como esclavo, por lo que su esposa y sus hijos no supieron de él en muchos años.
Aunque en los lugares donde estuvo recluido, de patrón en patrón, no fue tratado bien, sí hubo quienes lo defendían y lo reconocían, pero se vio obligado a fingir que no sabía ni leer ni escribir para que no lo maltrataran más de lo que lo hacían.
Solomon se vuelve un líder entre sus compañeros, y nunca pierde la esperanza de salir bien librado, pero tendrán que pasar muchos años para que se encuentre con una persona comprensible con su causa e intente ayudarlo.
La película está hecha impecablemente, comenzado con esa fotografía que muestra contrastes interesantes: la crueldad que viven los personajes; las plantaciones de caña y de algodón, y esos paisajes que en ocasiones se confunden con pinturas. El diseño de producción es excelente: tanto los decorados, como el vestuario encajan muy bien en ese ambiente a mitad de 1800.
Las actuaciones son otro punto a favor de la cinta: esas cortas participaciones de Paul Giamatti, Brad Pitt y Michael Fassbender, por ejemplo, son realmente disfrutables, pero la mayor fuerza está, sin duda en el protagonista.
Chiwetel Ejiofor muestra un Solomon que si bien tiene todo para sufrir y perderse en la depresión por la injusticia de llevarlo como esclavo y lo alejen de su familia cuando ya era un hombre libre, su deseo de salir de ahí lo hace un hombre fuerte, con esperanza y objetivos, que se da el lujo de defender a sus compañeros en las mismas circunstancias.
Otro acierto es Lupita Nyong’o, como Patsey, quien merecidamente se llevó el Oscar de mejor actriz de reparto por este papel: es seguro que su padecimiento le arrancará al menos una lágrima.
A pesar de ser actuación y con todo lo profesionales que puedan ser, me pregunto qué sienten los intérpretes de estos papeles, cuando los tratan e insultan como lo hicieron con sus antepasados. Una falta de respeto más. No deje de verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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